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Alejandra Mora: “En América Latina muere una mujer cada dos horas víctima de la violencia machista”

Para Mora, los retos para las mujeres son poner en agenda los derechos económicos y el respaldo a la población rural porque en la OEA se ha declarado el ‘Decenio de la Población Rural’ y hay que trabajar para visibilizar sus demandas. 

Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres-OEA. Foto: difusión
Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres-OEA. Foto: difusión

Abogada, política y desde 2019 secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), Alejandra Mora Mora conversó con La República sobre los desafíos que enfrentan las mujeres de Latinoamérica en todos los ámbitos para lograr el respeto de sus derechos en condiciones de igualdad. La CIM, que este año cumple 96 años de creada, es uno de los organismos regionales más importantes para la producción de información y discusión de políticas públicas en favor de las mujeres. En el Día Internacional de la Mujer nos dijo: “Quienes estamos ahora empujando esta agenda somos las herederas de unas estafetas centenarias, de mujeres que lucharon mucho hace cien años”.

-Un tema muy importante para la comisión que usted dirige es la participación de mujeres en política y en puestos de toma de decisiones, ¿cuál es la situación en la región? ¿Las mujeres todavía están muy a la saga?

-Es un tema importante y complicado. Si todo lo que sucede en la disputa por los derechos y los espacios tiene que ver con un tema de poder, imagínese, ¿el espacio político qué es, por definición? El espacio del poder. Ahí la resistencia es mucho mayor. A las mujeres nos costó llegar y tuvimos que hacer un diseño de acción afirmativa como fueron las cuotas, que sirvió en su momento. Y ahora, el diseño de paridad, que es un tema de justicia distributiva, ha ayudado a empujar la agenda. Tan es así que la región tiene la mayor cantidad de mujeres parlamentarias del mundo, 34,9%. Ahí es donde estamos un poquito mejor. Ni así hemos llegado al 50%. Pero cuando nos preguntamos ¿dónde están las mujeres en los gabinetes del Poder Ejecutivo, en los tribunales de justicia? Conforme la pirámide se va achicando, vamos viendo menos mujeres. Tampoco estamos en los Gobiernos locales, lo que es una contradicción porque las mujeres tenemos una base de liderazgo comunitario. El promedio es 13% en la región, lo que es bajísimo. Eso es lo que sucede con las mujeres y los puestos de poder.

-En una entrevista dijo que vivimos en la región más desigual del mundo respecto a las mujeres. ¿Hay algunos ámbitos en donde se expresa más notoriamente esa desigualdad?

-Hay muchos ámbitos, sobre todo los nuevos ámbitos. Por ejemplo, en el tema del trabajo, la mitad de nosotras no trabaja remuneradamente. En el tema de la violencia, muere una mujer cada dos horas, víctima de la violencia feminicida machista. En el tema de la brecha digital, se decía que en algunos países de nuestra región el 35% de las mujeres no saben ni cómo funciona un teléfono inteligente. En el tema de la brecha financiera, a veces no tienen cuentas abiertas y si quieren abrir un emprendimiento, no pueden llegar a un banco para obtener un crédito. En los nuevos temas y sobre todo los temas de los derechos económicos, las brechas son enormes. Y en mucho porque está asociado al indicador “no trabaja porque cuida”.

-Porque están en el ámbito doméstico.

-Así es, cuidando, porque el Estado no cuida, los hombres no cuidan, por eso el último gran tema que hemos colocado es cuidados, que es la demanda estructural de las mujeres de hacer visible lo que hemos venido haciendo milenariamente y reconocer que lo hacemos casi solo nosotras, y el Estado tiene que entrar y los hombres también tienen que cuidar y las empresas también. Este es uno de los temas más reivindicatorios y más disruptivos que tenemos porque afecta esta división sexual del trabajo y permitiría a las mujeres, si todos cuidamos, liberar parte de su tiempo y dedicarlo a trabajo remunerado. Porque trabajo siempre hemos hecho, solo que no es remunerado.

-Me llamó la atención un dato: que a nivel laboral, la brecha entre hombres y mujeres tenía un desfase de 20 años a favor de los hombres y que esta tardaría en cerrarse cien años.

-Hay que seguir generando datos para que la gente mire y entienda que lo que estamos diciendo no es una percepción de feministas, sino un hecho. El segundo tema es que los Estados tienen que seguir generando política pública e instrumentos legales mandatorios con sanciones si no se aplica. Nosotras tenemos que hablar de cómo vamos a hacer que las mujeres lleguen al mundo de lo público a trabajar remuneradamente. Ya llegamos tarde al mundo de lo público y ahora a lo digital vamos a llegar tardísimo. Entonces, cada vez la brecha, en vez de acortarse, se va a ir incrementando. En la brecha salarial hay países en que el porcentaje es de más del 30% de disparidad en lo que se hace, de igual valor y sin igual remuneración. Aquí hay un tema de inflexión para nosotras: el tema de los derechos económicos es el gran issue que las mujeres están deseando.

-La mayor expresión de la violencia masculina hacia las mujeres es el feminicidio. Las cifras año a año aumentan. ¿Qué es lo que no se está haciendo para disminuirlas?

-Cada vez que fallece una mujer decimos ¿qué hicimos mal? Creo que hay avances. Uno puede ver en el Poder Judicial organismos especializados para investigar la violencia, o las atenciones que se hacen por parte de los ministerios de la Mujer en temas de violencia. Lo que creo es que es un fenómeno multicausal que hay que abordar en conjunto. Porque tiene que ver con transformar cultura, atender la impunidad, ver la prevención. La Convención de Belem do Pará es un poderoso instrumento que tiene cuatro ámbitos y hay que hacerlos todos. El primero es prevención: si no hablamos de esto a nuestra hija y a la vecina que no puede permitir que nadie la controle cuando está jovencita y tiene un novio. Empezar a hacer esas transformaciones, pero no solo a las mujeres sino a los hombres. El otro es que cuando las mujeres tengan una denuncia puesta, que los mecanismos funcionen para que no se siga reproduciendo la impunidad. Y cuando se pongan las sanciones, estas sean ejemplarizantes. Y la otra es un capítulo que pocos han trabajado, que es la reparación. ¿Cuántos hombres matan a las esposas y los hijos quedan huérfanos? Que las personas que vayan a tener a los hijos, que a veces son las abuelas, que ya están mayores y no tienen recursos, puedan encontrar una reparación del hecho de haber perdido a la mamá, en fondos creados para esto. Nosotros tenemos un mecanismo de seguimiento que nos genera datos, que nos dice cuál es la situación y le recuerda a los Estados el cumplimiento de la convención.

-¿En que aspectos sí se ha avanzado?

-Tengo 35 años de trabajar en esto. Cuando empezaba a atender las víctimas de violencia, las mujeres empezaban la cita de la atención, preguntándome si lo que me describían era violencia o no. Ya eso no pasa. Todas sabemos “esta mujer es víctima de violencia”, hemos logrado desnaturalizar este hecho. Hay que trabajar mucho en las nuevas generaciones para que esto no vuelva a ocurrir. Son ellos en quienes podemos depositar un cambio transformacional importante. En el tema de la representación política de las mujeres, la paridad ha sido un instrumento transformador, los 9 países que tienen paridad tienen los mejores datos de participación política de las mujeres. Y nos damos cuenta que la igualdad funciona y esto mejora la calidad de la democracia. En estos temas podríamos también señalar las discusiones de los nuevos derechos que están llegando. Y empezar a evidenciar las grandes brechas. Estamos tratando de empujar esta generación de data para saber dónde están las mujeres en el sector financiero, en el acceso a servicios de inteligencia y virtualidad. Me parece que hay un camino que hemos recorrido más o menos bien de participación política para las mujeres en el área de las asambleas legislativas que nos permitiría decir que hay una ruta posible para seguir empujando los derechos políticos.

-Francia ha consagrado el aborto en su Constitución. Aquí aún se pelea por una educación con equidad de género, educación sexual en los colegios y métodos de anticoncepción en los centros de salud públicos. ¿Qué tan fuertes son los grupos conservadores en la región?

-Hay una resistencia articulada y globalizada, con los mismos discursos, que tiene por objetivo resistir a la igualdad. Les parece preocupante. Hay una interpelación a los avances de los derechos. Hace 30 años todo esto que hemos construido, la plataforma de Beijing, la conferencia de las mujeres, Belem do Para, hace 30 años se situó la mayor productividad en instalar esta agenda de la igualdad, y hoy existe una resistencia articulada, globalizada, unificada muy preocupante para la agenda de las mujeres, y que actúa incluyendo la agenda de los derechos sexuales y reproductivos. Hay que ver las estrategias y no permitir que nos lleven a asociar un concepto tan grande como salud sexual y reproductiva a aborto, ver una niña de 13 años embarazada o que está en el marco de un matrimonio infantil y que eso no nos cause dolor y no entendamos que hay que hacer política pública. Porque hay una agenda de salud sexual y reproductiva, pero creen que es solo aborto. Es miles de otras cosas. Hay que hacer lo que nos toca y entender que todos los derechos son derechos y que tenemos que combatir estos discursos que están al frente para explicar por qué lo que nosotros estamos haciendo tiene más sentido.