¿Por qué se edificaron los cimientos de Venecia sobre un bosque de troncos bajo el agua?
Una de las ciudades más impresionantes del mundo fue construida sobre cimientos fangosos e inestables hace más de 15 siglos. ¿Cómo lograron los romanos asentarse en un lugar inhóspito?
La ciudad de Venecia, ubicada en el norte de Italia, es una de las más enigmáticas y atractivas en todo el mundo, debido a las historias que alberga en su arquitectura, como el trono de Atila, la estatua misteriosa en el distrito de Castello, el mito de las sirenas y encajes, el puente del diablo en la isla de Torcello, entre otras. La capital de la región de Véneto abarca más de 100 islas pequeñas en una laguna del mar Adriático; además, cuenta con más canales que calles, incluida la vía pública del Gran Canal, rodeada por palacios renacentistas y góticos.
Los orígenes de Venecia se remontan a los siglos V y VI, cuando grupos de fugitivos que escapaban de los invasores bárbaros se instalaron en las islas de la laguna veneciana. En esta zona, crearon, bajo la tutela de Bizancio, la ciudad más rica de Europa medieval. Estos primeros inmigrantes buscaban un refugio temporal a la espera de regresar a sus tierras de origen; sin embargo, esto no fue posible por las siguientes invasiones por parte de los lombardos, quienes se apoderaron de todo el norte de Italia a partir del año 568 y su estancia se hizo permanente.
Por temor a las invasiones de grandes pueblos, como los visigodos, y de poderosos guerreros como Atila, el rey de los Hunos, se empezó a construir una de las ciudades más hermosas del planeta en un inesperado lugar: una laguna costera de 550 kilómetros cuadrados, cuyas islas se situaban a escasos centímetros sobre el nivel del mar.
"Construir una ciudad donde es imposible hacerlo es una locura en sí misma; pero construir una de las ciudades más elegantes y majestuosas del mundo en ese mismo lugar es una locura colosalmente genial", había dicho el pensador ruso Alexander Herzen, en el siglo XIX.
La construcción de Venecia sobre un terreno pantanoso
Para fortalecer las bases de las islas y poder asentar las magníficas edificaciones que conquistan a tantos turistas en la actualidad, los venecianos enterraron un bosque de troncos bajo el agua. Desde Terraferma —área comprendida por lo que hoy es Eslovenia, Montenegro y Croacia—, trajeron grandes árboles para sepultarlos en el barro a lo largo y ancho del área sobre la que deseaban construir.
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Los troncos tenían entre 2 a 8 metros de largo cada uno y eran afilados en uno de sus extremos de forma que parecían lápices gigantes. La punta permitía que la madera se entierre lo suficientemente profundo para que penetraran la capa de la arena y fando suelto hasta llegar a donde la arcilla estaba comprimida; de esta manera, se evitó que las edificaciones se hundieran o colapsaran.
Una vez todos los troncos estaban en su sitio, los cortaban de forma horizontal para crear una superficie. En ella, colocaron dos capas de gruesas tablas y una de bloques de piedra hasta lograr una base sólida.
¿Por qué la madera no se pudrió con el pasar de los años?
Los cientos de miles de pilares de madera fueron cortados de modo que quedaran sumergidos siempre bajo el agua. Evitar que estuvieran en contacto con el aire y oxígeno protegió la construcción de las bacterias, hongos y otros organismos que causan putrefacción.
Asimismo, las condiciones anaeróbicas del lodo en las profundidades del agua protegieron los pilares, la madera absorbió gran cantidad de minerales y se petrificó rápidamente.