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Mario Vargas Llosa y Ossio, una amistad que viene desde lejos

Memoria. El destacado antropólogo Juan Ossio recuerda momentos y situaciones vividas junto al escritor y nobel peruano, como haber formado parte de la comisión investigadora de Uchuraccay.

El Perú profundo. Mario Vargas Llosa y el antropólogo Juan Ossio en el complejo arqueológico de Choquequirao. Cusco en el 2011.
El Perú profundo. Mario Vargas Llosa y el antropólogo Juan Ossio en el complejo arqueológico de Choquequirao. Cusco en el 2011.

Por: Pedro Escribano

Lo conoció cuando aún era estudiante de la Universidad de Oxford y Mario Vargas Llosa llegó a dictar una conferencia. Recuerda que gracias a él, el antropólogo José Matos Mar lo envió a la selva a investigar a los aguarunas. El escritor lo llamó para formar parte de la Comisión Uchuraccay, para investigar la muerte de ocho periodistas y su guía en los Andes de Ayacucho. Fue testigo de que fracasó, para bien de la literatura, en su candidatura a la presidencia del Perú.

El antropólogo Juan Ossio se acomoda en el sofá, en su casa de Miraflores, para evocar su larga amistad con el nobel peruano. Y ahí, le viene nítido, un recuerdo universitario:

“Cuando nos enteramos que Vargas Llosa venía a Oxford, todos los estudiantes peruanos nos pasamos la voz para ir a escucharlo. Allí, después de la charla, lo busqué para recordar asuntos de Lima. Después nos perdimos de vista, hasta reencontrarnos en la Comisión de Uchuraccay".

Pero antes del encuentro en Oxford, Ossio había tenido un contacto indirecto con el escritor peruano.

"Es que mi primera experiencia de trabajo de campo en mi profesión, allá por los años 63 o 64, se la debo a él. Vargas Llosa, cuando estaba escribiendo La casa verde, viajó al río Marañón, en compañía de José Matos Mar, que era mi maestro. Cuando surcaban el río, le dijo "por qué no le dices a uno de tus estudiantes de antropología que venga a investigar a los aguarunas. Mi maestro le respondió: sí, hay uno, es Juan Ossio, quien está interesado en estudiar las sociedades tradicionales. Y así fue, mi maestro me dio esa tarea de ir a la selva”, cuenta el antropólogo y exministro de Cultura.

Pero el hecho que los unió más fue cuando el escritor le llamó para formar parte de la Comisión de Uchuraccay. “Me dijo que la comisión no podría realizar su trabajo si no contaba con antropólogos. Así, junto con Fernando Fuenzalida y otros, viajamos a Ayacucho, a encontrarnos con el horror”.

Interrogar a los campesinos de Uchuraccay era una tarea difícil, sobre todo porque el gobierno ya había enviado un destacamento militar para protegernos.

"Tuvimos que planificar una estrategia de acuerdo a nuestro conocimiento de las reglas de etiquetas que existe en el mundo andino. Esta consistía en que Mario tenía que liderar todo el grupo y dirigirse a las autoridades comunales. Teníamos que ir provisto de hojas de coca, trago, azúcar, galleta. La hoja de coca era indispensable, es la llave que abre las puertas de la reciprocidad andina. Pero además, Mario tenía que hacer un brindis a los apus, para congraciarnos con los seres tutelares de la comunidad. Por supuesto, parte del grupo nos escuchó con escepticismo. Pensaban que esto era una cosa de antropólogos exóticos. Pero Mario se tomó muy en serio lo que dijimos. Para estar seguros, esa misma noche le volvimos a preguntar y nos dijo, “por supuesto, esa es la estrategia que vamos a seguir”, cuenta Ossio.

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“Y cuando se congregó a los comuneros —agrega—, Mario cumplió el plan al pie de la letra. Hizo el ‘pagapu’, el brindis con el apu Rasuwillka. Derramó un poco de trago, porque hay que brindar también con la Pachamama. Tomó un puñado de coca y le entregó a la autoridad de los campesinos. Nosotros empezamos a repartir coca a todos. Al poco rato, habíamos logrado una relación de cordialidad extraordinaria para interrogarlos”.

Pero no fue fácil. Cuando le hacíamos preguntas que no querían, levantaban el puño y gritaban "¡challa!" (¡no quiero!).

“Nosotros entregamos el informe y fuimos satanizados durante mucho tiempo porque dijimos que los responsables de la muerte de los periodistas eran los campesinos. Querían que digamos que eran los militares. Cuando se conoció el informe de la Comisión de la Verdad, recién nos han dado la razón”, medita Ossio.

El antropólogo cree que la experiencia de Uchuraccay ha sido inspiradora para dos novelas de Vargas Llosa. “Esas novelas son Lituma en los Andes y la Historia de Mayta, pero no solo eso, Mario logró comprender el grado de abandono que viven muchos peruanos. Y eso seguro también lo animó a candidatear a la presidencia, pero esa historia ya conocemos”, dice Ossio.

Entre Vargas Llosa y Juan Ossio existe un paralelismo amical. En ambos, sus padres se opusieron a su carrera y ambos porfiaron por ellas. Como ya se dijo, la primera experiencia de trabajo de campo de Ossio fue gracias a Vargas Llosa. Finalmente, el nobel peruano publicó La guerra del fin del mundo y Ossio Ideología mesiánica del mundo andino. Es decir, los dos amigos han coincidido mucho.