Diálogos entre fieras y letras
El periodista Alonso Rabí presenta Antiguos y nuevos animales literarios, una nueva edición de su conocido libro de entrevistas a narradores nacionales y extranjeros.
A los 10 años de edad, el docente universitario, escritor y periodista Alonso Rabí do Carmo había quedado maravillado al apreciar una entrevista en formato impreso, mientras su padre leía el periódico dominical. Apasionado por la estética de la palabra, decidió estudiar Literatura en San Marcos tras su paso errático por la carrera de Derecho. Este año ha publicado Antiguos y nuevos animales literarios (Pez Letra, 2022), compendio actualizado de 47 conversaciones con destacados escritores del Perú y el extranjero.
Al agregar material nuevo a este libro, ¿cómo sientes que ha ido evolucionando?
El libro se compone de material de distintas épocas. Las últimas entrevistas son de este año, en marzo. Las más antiguas fueron hechas para periódico, lo que supone limitaciones en el espacio. Los últimos textos gozan de mayor amplitud, pues fueron realizados vía Zoom, eso permite sostener conversaciones orgánicas. No digo que las entrevistas antiguas estén incompletas, sino que responden a otro formato.
La edición del libro es curiosa. A cada autor se le atribuye un animal como portada de su entrevista.
Algunos casos se dieron de manera intuitiva o explícita; en otros, el azar juega lo suyo. Por ejemplo, Héctor Abad tiene una paloma, es un hombre con una obsesión con la concordia, la paz. A Fernando Ampuero le tocó un jaguar, bueno, él es un luchador, los últimos 20 años tuvo que enfrentar una enfermedad terrible. A Gerald Martin le pusieron un sapo, y sí, es un sapo, en el mejor sentido de la palabra. Había que jugar con la idea de que el mundo literario es un ecosistema de distintas especies. El propósito responde a lo lúdico. Si el lector encuentra otros vínculos, en buena hora.
Hugo Goya dice en el prólogo que has logrado despojarte de frases grandilocuentes que a veces los entrevistadores usan para lucirse.
Uno sabe que el protagonista siempre es el entrevistado. Ese lugar no se debe profanar ni debemos invadirlo. No corresponde. A mí me interesa que la entrevista revele datos, no confrontar. Despojarme del lugar privilegiado del entrevistador es la fórmula adecuada. El personaje entrevistado siente así que le ofrecemos libertad y amplitud para responder. Yo no corto respuestas.
La inclusión del diálogo con Mariana Enríquez es un símbolo de que el género de terror ya no es tomado a la ligera.
Lo que hacen muchas autoras latinoamericanas, como Mónica Ojeda de Ecuador, es que nos acerca al punto extraño con elementos terroríficos. En el caso de Enríquez, hay una gran potencia social y política a través de lo insólito. Su obra es rica y sugerente. Cuando la entrevistaron en el programa argentino La otra trama, ella hablaba de este rasgo. Menciona que se interesa en expresar el horror social, ese vínculo entre el terror y lo fantástico con la experiencia política de Argentina y Latinoamérica.
¿Cuál fue la entrevista que te asombró con respecto a la personalidad del escritor?
Uno lleva imágenes prefabricadas y la entrevista las confirma o las descarta. Pensaba que Saramago era solemne, excesivamente serio; pero resultó ser un hombre con un sentido del humor excelente. Luis Jochamowitz, por otro lado, tiene una visión singular de las cosas, al igual que el poeta neerlandés Cees Nooteboom. Aunque si tuviera que elegir una conversación, sería la que tuve con Juan Villoro.
Edición. El libro es una versión ampliada del original de 2008. Foto: archivo La República.
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Cuando se discute de novela o poesía, el campo de la política casi siempre reclama su lugar.
Creo que sí. A veces un poemario, como España, aparta de mí este cáliz, de César Vallejo, puede servir para explicar mejor las motivaciones y horrores de la guerra. La subjetividad enriquece la mirada hacia la sociedad. Las novelas de Balzac, decía un crítico, permiten conocer el funcionamiento de París mejor que cualquier ensayo de economía. No ganamos nada si despojamos a la literatura de su potencia de mostrarnos el entorno.
¿Crees en la libertad del lector?
Es sagrada. Desde la docencia intervengo de manera proactiva. No obligo a mis estudiantes a leer.
Es lo peor que puede pasar…
Entrego separatas, pero hay momentos en que ellos mismos escogen qué leer. Es una libertad compartida.