Hospital Guillermo Almenara Conozca al equipo de elite del Hospital Almenara que lucha por salvar las vidas de mujeres como Juanita Mendoza y Eyvi Ágreda, atacadas con combustible, víctimas de la violencia machista que padece nuestro país.,La tarde del sábado 30, el director del Hospital Guillermo Almenara, Luis Bromley Coloma, recibió una llamada de la ministra de Salud, Silvia Pessah. ¿Había espacio en su hospital para atender a una mujer víctima de gravísimas quemaduras, a quien un sujeto había rociado con combustible en Cajamarca? Bromley no lo dudó: claro que lo había. Dos meses antes, había recibido una llamada parecida de la misma ministra. En esa ocasión, la víctima era una muchacha a la que un desalmado había prendido fuego en un ómnibus en Miraflores. Se llamaba Eyvi Ágreda. El director del Almenara la recibió en Emergencias, él mismo le colocó los catéteres para estabilizarla y junto con su equipo atendió su cuerpo cocido por el fuego a lo largo de 38 días, hasta que una infección letal puso fin a su tormento. La mujer de Cajamarca llegó esa noche al hospital en una ambulancia del SAMU, que la recogió del Grupo Aéreo Nº 8, adonde había llegado en un vuelo de la FAP. Fue recibida en Emergencias y llevada a Shock Trauma, el área crítica, adonde son conducidos los pacientes en condiciones más graves. Los médicos Abel Romero, Ronny Arizaca y Gustavo Masías y la residente Kathy Custodio le aplicaron, de inmediato, las medidas de soporte avanzado requeridas: ventilación mecánica, soporte vasopresor, cobertura antibiótica y fluidoterapia. Tenían que actuar rápido para estabilizarla. La mujer tenía más del 80% del cuerpo quemado. Presentaba falla multiorgánica e insuficiencia respiratoria. Se llamaba Juanita Mendoza. Si había un hospital en el país donde podían darle el mejor tratamiento para enfrentar su difícil condición, era ese. Cirugía de vanguardia –Somos la vanguardia de la cirugía peruana– dice Luis Bromley, al explicar por qué la ministra de Salud no llevó a la señora Mendoza a un hospital del MINSA sino a este, que pertenece al Seguro Social de Salud del Perú (Essalud). –Aquí nacen todas las especialidades: la cirugía plástica, la neurocirugía, la mastología, la lucha contra el cáncer. Después viene el Rebagliati, el INEN... Fue en el Hospital Almenara donde comenzó la cirugía de quemados en el país. Bromley dice que hace 20 años, cuando en el Perú nadie hablaba de injertos de piel de cerdo, el hospital ya compraba cerdos vivos para usarlos en trasplantes de piel. Se ríe al recordar el día en que uno se escapó y tuvieron que perseguirlo por escaleras y pasillos. Casi todos los hospitales del MINSA y de Essalud tienen unidades de quemados, dice. Pero el Almenara es el único especializado en el paciente Gran Quemado. Aquel que tiene afectada más del 50% de la superficie del cuerpo. Pacientes como Eyvi Ágreda o Juanita Mendoza. El Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del Almenara está ubicado en un largo pasillo, no lejos del hall de ingreso al nosocomio. Cuenta con 12 cirujanos que, además de operar a víctimas de quemaduras, realizan cirugías reconstructivas en casos como malformaciones congénitas o huesos expuestos por accidentes. Al mes operan a unas 160 personas, de las cuales más de 90 suelen ser pacientes quemados. Es una cifra impresionante, si se la compara con las de otros establecimientos de salud del país. Pero no hay que olvidar que el Almenara es el hospital con la tasa más alta de cirugías de todo el sistema de salud pública: al día se realizan unas 100 operaciones de alta complejidad en 40 quirófanos. El jefe del servicio es Elmer Perea, un cirujano plástico con más de 35 años de experiencia. Él fue quien dirigió las 14 intervenciones a Eyvi Ágreda y las dos que, hasta el último viernes, se le habían practicado a Juanita Mendoza. Perea y su equipo tienen la compleja tarea de retirar los tejidos necróticos del cuerpo de sus pacientes y colocar en su lugar los injertos de piel de cerdo. Cuando las cosas van bien, continúan con la siguiente fase: injertar la propia piel de la víctima. Eso fue lo que empezaron a hacer con Eyvi hacia la quincena de mayo. Aunque no fue suficiente. Alerta ante infecciones Juanita Mendoza pasó la noche del sábado en el Servicio de Plástica y Quemados. La mañana del domingo fue sometida a su primera cirugía: una escarotomía, con el fin de descomprimir el tejido hematoso de sus miembros superiores. Si no lo hacían, sus dedos se habrían gangrenado y habrían tenido que amputárselos. El martes le practicaron una segunda intervención: una escarectomía, el proceso para retirar el tejido en mal estado con el fin de evitar una infección. Perea fue asistido por la cirujana Caterina Cantoni, dos médicos residentes y el anestesiólogo Alberto Iturrino. Cuando no ha estado en el quirófano, Juanita Mendoza ha permanecido, desde la tarde del domingo, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital. En una de las tres áreas de aislamiento que existen, sedada, conectada a una máquina de ventilación mecánica, con una sonda que le suministra cristaloides y evita que le sobrevenga una hipotensión o una falla renal. –El principal peligro es que le dé una infección, causada por bacterias– explica el jefe de la UCI, Enrique Paz. –Y estas bacterias no solo están en el medio ambiente sino en el propio cuerpo de los pacientes. Eso fue lo que ocurrió con Eyvi. Tuvo una primera infección, un Enterococo, que fue combatido con antibióticos. Después, el problema fue un Acinetobacter, que también fue derrotado con medicamentos. Pero la tercera bacteria, una Pseudomona, era multirresistente. No hubo forma de combatirla. Fue mortal. A eso se debe el cuidado extremo con que los médicos limpian y curan el cuerpo de Juanita. Todos los días, a las 8 de la mañana, un médico intensivista y una enfermera se abocan a esta difícil tarea. La mujer que el sujeto llamado Esneider Estela atacó con gasolina por el simple hecho de que se oponía a la relación con su hermana no siente nada, felizmente. Está inconsciente. Pero cuando los médicos y enfermeras le cambian las vendas y limpian sus quemaduras, no pueden evitar estremecerse. No solo por el espectáculo brutal de las llagas en carne viva. Sino porque saben que su futuro es incierto y terrible. Contra la violencia Luis Bromley dice que la muerte de Eyvi lo afectó mucho. El Día de la Madre, la joven, que días atrás había vuelto de una larga inconsciencia, le preguntó al galeno qué le había regalado a su mamá. Bromley no se animó a explicarle que ya había fallecido, así que le habló de un "súper regalo". A ella le gustó escucharlo. Semanas después, la Pseudomona cumplió su vil cometido. –Ver tanta miseria humana me suscita una gran indignación– dice, al comentar los ataques con combustible a mujeres que se han registrado en los últimos meses en el país. –Es evidente que tenemos muchas tareas pendientes. En el Hospital Almenara han decidido dar un paso más allá en la lucha contra la violencia misógina. En las próximas semanas empezarán a anotar las causas que explican las fracturas, contusiones y traumatismos con que suelen llegar muchas mujeres (y niños) al servicio de Emergencias. De esa forma tendrán un registro de los episodios de violencia familiar. La idea es que este modelo se replique en todos los hospitales del país. El registro final podría mostrarnos cifras de espanto. Pero será una cruda línea de base para que las cosas empiecen a cambiar.