Marisa Godínez: “El sistema hace creer a los hombres que son propietarios de las mujeres”
La República conversa con la reconocida ilustradora y feminista Marisa Godínez, quien en su libro “Tras la puerta” reúne 21 dibujos publicados hace más de 40 años en Monos y Monadas y que revelan una inquietante vigencia sobre lo mucho que aún se debe hacer por un trato igualitario entre mujeres y hombres.
¿Cuál es la situación del feminismo en Perú hoy? ¿Por qué es necesario luchar por un trato igualitario entre hombres y mujeres? ¿De dónde parte tanta violencia contra la mujer? Son tres preguntas sencillas, sin duda redundantes, pero necesarias porque si hablamos de situación, lucha igualitaria y condena de la violencia contra la mujer, como que el asunto no pinta nada bien.
Estas son algunas impresiones que deja el excelente libro ilustrado Tras la puerta. Dibujos (1979-1983) (Lunwerg) de la reconocida ilustradora Marisa Godínez. Pero no se crea que las impresiones expuestas parten de una lectura/visión literal. Para llegar a ellas, el lector tendrá que atravesar las corrientes personales e íntimas de Marisa Godínez, quien a la fecha también está considerada como una de las feministas más respetadas del país.
En Tras la puerta tenemos 21 dibujos, la mayoría publicados en Monos y Monadas en una época signada por agitaciones sociales y represión política. Los dibujos aparecían en una esquinita de centímetros cuadrados en donde Marisa Godínez decidió contar su vida en imágenes, sin saber que los ecos de esos trazos serían determinantes para el feminismo peruano de las últimas décadas.
“Soy, básicamente, una persona intuitiva. Yo no era feminista, mi subconsciente se volvió feminista antes de que yo me diera cuenta de lo que pasaba, no había que ser feminista para saber que había algo muy malo en una sociedad que enrumba a sus mujeres a un destino, a un único destino”, declara para La República Marisa Godínez.
Pensemos en el dibujo “Happy birthday to you”. En él, una madre está con sus tres hijos. En lugar de velas, los dedos de la mujer son velas encendidas. O en “Una limosnita”, en donde una madre y sus dos hijos están en calle pidiendo limosna, como nadie les da dinero, la madre sube a la azotea de un edificio y se lanza al vacío. Recién la gente empieza a darle dinero a los niños.
“Mi madre nos decía a mi hermana y a mí que teníamos que hacerles la cama a nuestros hermanos. Tenía ocho años y le pregunté por qué tenía que hacerles la cama a nuestros hermanos y ella me contestó “porque son hombres, ¿no ves?”. Y yo miraba y decía ¿qué es lo que no veo?, ¿qué parte de mis ojos no está viendo algo? Esa es una de las razones por las que llamé La niña no mirada a mi exposición del 2022. Desde niña comienzas a asumir un rol, comienzas a darte cuenta de que hay algo que no está del lado correcto, que hay algo que vas a tener que aguantar, que hay un privilegio que no te corresponde, entonces comienzas a asumir el papel de sumisión”.
Al respecto, Marisa Godínez hace una precisión: “Cuando dibujo, me conecto con mí misma. Me conecto con mi niña interior, con mis dolores, mis alegrías. Es un trabajo muy solitario y de mucha introspección, además, me formé con Adolfo Winternitz en la Escuela de Artes Plásticas. Dibujo lo que me sale, no es que me diga a ver ahora cómo ayudo a las mujeres”.
Tras lo dicho por la artista, quedan algunas inquietudes, como ¿acaso no sería mejor asumir la lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres como un hecho validado por el sentido común? Marisa Godínez la tiene muy clara:
“La lucha es contra el sistema machista, no contra los hombres. Tengo tres hijos hombres. Es el sistema que cría a los hijos y les hace pensar que tienen un lugar especial, en mi obra toco el tema de mi madre a quien cuestionaba mucho, el tema del abandono (mi padre nos abandonó) y la violencia que padecí dentro de mi hogar. Son temas que no han terminado. Mira cuántas mujeres, cuántos feminicidios hay todavía, o sea, es el sistema que hace que los hombres crean que son propietarios de las mujeres. Cuando una mujer se rebela o los deja, no pueden soportarlo. Y a veces no es ni siquiera por amor, es porque me perteneces. Veo estos dibujos con mucha pena, tienen poco más de 40 años y siguen vigentes”.
Marisa Godínez no se considera una persona especial, pero es gracias a su sensibilidad que su obra pasa de ser un testimonio personal a ser un aparato crítico de actualidad. De los tópicos abordados, el de la maternidad adquiere otra dimensión en estos tiempos.
“Este sistema nos hace oír eso del reloj biológico. No tienes que ser madre. Muchas chicas están saliendo adelante y aman su profesión sin necesidad de ser madres. Para ser madre hay que tener vocación, para ser padre también. La crianza es un trabajo demandante. Las mujeres tienen que sacarse de la cabeza de que sí o sí tienen que ser madres, de que si no eres madre estás incompleta”.
Se podría creer, siguiendo los criterios que definen a los artistas como proyección de su obra, y siendo la de Marisa Godínez fuerte en su estética y frontal en su denuncia, que la autora es una persona radical, y con motivos suficientes para serlo, por cierto. Marisa Godínez, a quien no le vamos a ir con cuentos sobre el feminismo, dice.
“Yo no soy una teórica. Pienso que son las chicas jóvenes las que deben seguir en la lucha. A raíz de mis dibujos es que me llaman De Flora Tristán, donde trabajé y me hice feminista. Mi feminismo es inclusivo y necesitamos a todo el mundo, a hombres y mujeres. Es una invitación a que todos seamos iguales, a que todos colaboremos a lo que haya que hacer por el país, por el mundo. Si la mitad del mundo no se siente ni siquiera dueña de su vida, entonces poco va a poder aportar. Yo creo que la situación va a cambiar, pero va a demorar mucho. El sistema se defiende con todo. Nadie dice ya me aburrí de tener el poder, ya no lo quiero, mira, me voy y te lo dejo. No debemos dejar de luchar por la igualdad. Durante mi exposición La niña no mirada, varias mujeres se acercaron a abrazarme y me decían yo he pasado por lo mismo. ¿Te das cuenta del poder de la imagen?”.
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Cada uno de los dibujos de Tras la puerta viene acompañado de un breve texto poético de muy buena factura, que reflejan el talento de Marisa Godínez para la escritura literaria. Gabriela Wiener es la autora del texto introductorio.