Un 7 de febrero de 2021 los peruanos seguían, esperanzados y en compañía del ritmo de su canción favorita, el vuelo que traía el primer lote de vacunas Sinopharm. Estos fármacos fueron a parar a los hombros del personal de salud, policías, bomberos y FF. AA., quienes se encontraban en la primera línea de la lucha contra la COVID-19. Desde entonces, y pese al esfuerzo de antivacunas y desinformadores, el Perú cuenta actualmente con más del 70% de su población objetivo protegida con dos dosis.
Un 9 de febrero, en un acto simbólico para demostrar que las vacunas son seguras, el entonces presidente Francisco Sagasti recibió su primera dosis. Aunque se había anunciado que el mandatario sería el primer vacunado, fueron los médicos intensivistas del Hospital Arzobispo Loayza, encabezados por Josef Vallejos, jefe de UCI, quienes lideraron la campaña.
“Muy complacido porque sé que es un día que marca la historia en lo que es la medicina peruana, sobre todo en la lucha de la pandemia que nos está azotando mucho. Somos un grupo escogido de una manera simbólica para ser vacunados en el Hospital Loayza”, indicó Vallejos en aquella fecha.
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El exministro de Relaciones Exteriores Alan Wagner, encargado de las negociaciones para traer las vacunas, dijo a La República que a fines de noviembre, cuando asignaron a Francisco Sagasti como presidente, tras la vacancia a Martín Vizcarra, se presentó una situación complicada debido a que aún no se tenía ningún contrato con las empresas que fabrican los fármacos.
Además, existía una alta demanda de estos por parte de todos los países, por lo que había escasez para naciones con menos recursos y/o que recién iniciaban las negociaciones.
“Cuando asume el presidente Sagasti hay una situación muy delicada porque el Perú no tenía vacunas contratadas y por otro lado el mercado estaba copado por aquellos países que se habían adelantado por hacer contrato de adquisición y los laboratorios estaban comprometidos”, detalló.
Por su parte, el exministro de Salud Óscar Ugarte sostiene que si no se hubiesen realizado contratos con distintos laboratorios, probablemente no se hubiese podido inocular a tantas personas como se ha logrado hasta el momento.
El Ministerio de Salud informó que hasta las 6 p. m. del 6 de febrero del 2022 las dosis aplicadas llegaron a las 58 074 157. Asimismo, el 65,6% de la población vulnerable cuenta con dosis de refuerzo.
minsa vacunas
Perú tiene acuerdos con las empresas farmacéuticas Sinopharm, Pfizer, AstraZeneca y Johnson & Johnson, que trajeron sus respectivas vacunas al país. Con ello, se logró una continuidad en la campaña de vacunación, resalta Ugarte. También se suscribió un contrato con Sputnik V, pero por observaciones que realizó la Organización Mundial de la Salud, aún no han llegado las 20 millones de dosis pactadas.
En febrero de 2021, a pocos meses de haberse iniciado el proceso de vacunación, se destapó un gran escándalo en el país, denominado Vacunagate. La investigación descubrió que casi 500 personas habían sido inoculadas de manera irregular por con dosis de Sinopharm. Ello al margen del estudio clínico de fase tres para evidenciar la eficacia de este fármaco, que se realizaba por parte de la Universidad Cayetano Heredia en convenio con la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Las autoridades que se vieron involucradas fueron el expresidente Martín Vizcarra, la exministra de Salud Pilar Mazetti y la excanciller Elizabeth Astete, entre otros.
Ello generó no solo indignación en la ciudadanía, sino también desconfianza en las vacunas, como detalla el extitular de Salud Óscar Ugarte. “El Vacunagate generó muchísima desconfianza, tanto así que en una encuesta que hubo en el mes de febrero y ante la pregunta de si la gente se iba a vacunar o no, entre el 40% y 50% no se iba a vacunar”.
Sin embargo, luego esto cambió: un gran porcentaje de la población logró confiar en que las vacunas son seguras, eficaces y sobre todo salvan vidas.
Los primeros en vacunarse fueron los médicos, quienes se encontraban en una situación de mayor vulnerabilidad al estar más expuestos a la COVID-19. En este mismo grupo fue en el que se demostró que las vacunas reducían el riesgo de muertes.
Pese a la dura campaña de desinformación, el número de hospitalizaciones y muertes de médicos peruanos mostró descenso desde la aplicación de la segunda dosis, como se evidencia en el gráfico publicado en el estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud (INS).
Allí se observaba la evolución de mortalidad del personal médico, en su mayoría vacunado, comparado con la población general, en su mayoría no inmunizada.
INS
El médico epidemiólogo César Cárcamo detalla que la efectividad de las vacunas también se refleja en que durante la primera ola los adultos mayores representaban un aproximado del 70% de las hospitalizaciones en camas UCI, pero en la segunda ola esto disminuyó a menos del 50% y ahora, durante la tercera ola son muy pocas las personas de la tercera edad que acuden a la unidad de cuidados intensivos.
Además, explica que para la tercera ola han intervenido una serie de factores, entre los cuales la vacunación ha jugado el rol más importante, ya que son las personas no inoculadas quienes llegan a la unidad de cuidados intensivos.
“Es todavía una lástima que habiendo pasado un año y estando disponibles las vacunas haya grupos de peruanos no vacunados que, lamentablemente, en esta ola están hospitalizándose mucho más y falleciendo mucho más”, señala el también epidemiólogo Alvaro Taype Rondan.
El primer reto ante las personas renuentes a vacunarse es la desinformación respecto a las vacunas. Ante este escenario, ambos especialistas coinciden en que la estrategia de brindar información veraz debe ser más fuerte.
Taype Rondán señala que el Gobierno necesita ampliar y reenfocar sus estrategias. Por ejemplo, información en idiomas originarios como quechua o asháninka, comunicaciones utilizando términos propios de cada región, contextualizada a cada escenario. Esto se debería reforzar para las siguientes olas, recalca.
Respecto a la dificultad de acceso a algunas zonas alejadas del Perú, Cárcamo manifiesta que una posibilidad es montar vacunatorios en grandes embarcaciones o llegar vía aérea.
“En los tributarios del río Amazonas, circulan los barcos hospital. Se podría habilitar estos barcos hospital o incluso barcos de la Marina de Guerra que cuenten con electricidad y capacidad para transportar estos super freezers para llevar la vacunación a lugares más alejados. (...) En la sierra también se puede llegar a muchos lugares en helicópteros”, propone.
Sin embargo, añade que nada de esto será suficiente si cuando se arribe al lugar, la ciudadanía no esté dispuesta a inocularse. Por ello, la campaña de información y sensibilización debe ser el primer paso.
Llevan vacunas a zonas alejadas de Piura. Foto: Gobierno Regional.
El Perú se retrasó, a comparación de países vecinos como Uruguay o Chile, en iniciar la inmunización en niños. “Cuando uno ve las estadísticas comparativas de vacunación respecto a otros países, Perú quedó atrás en cierto tiempo. Perú despegó bien, pero demoró en aceptar la vacunación en niños en el rango de 5 a 11 años, que países vecinos como Chile, Argentina y Uruguay ya habían aceptado meses antes”, detalla, Taype Rondán.
Añade que las vacunas para los menores han pasado por ensayos rigurosos que demuestran que son seguras y eficaces. Asimismo, resalta que existe una falsa sensación de que los niños no se enferman o mueren, pero las estadísticas han demostrado que, durante esta ola sí hubo un grupo que se llegó a enfermar y lamentablemente falleció.
“También hay que tener en cuenta que no sabemos mucho sobre el famoso covid largo, que son los síntomas a largo plazo que pueden quedar de la COVID-19, pero sí sabemos que al parecer estos son disminuidos con la vacunación”. Por ello, ambos especialistas destacan la importancia de la vacunación, sobre todo ahora que se acerca el retorno de las clases presenciales.
De acuerdo con César Cárcamo, debido a que esta tercera ola de ómicron se encuentra en descenso, se espera que el regreso a clases de los niños, niñas y adolescentes sea más tranquilo.
En esa misma línea, Taype recuerda que a nivel mundial ha habido discusiones sobre si las vacunas deberían de ser mandatorias para docentes y estudiantes en el regreso a las aulas, ya que se necesita cierta seguridad en el retorno.
Aunque el ministro de Salud Hernando Cevallos ha declarado que las vacunas para la vuelta a clases presenciales no son obligatorias, pero sí “absolutamente recomendables”, también dijo que esto podría cambiar de acuerdo a las condiciones de la pandemia.
Los superhéroes alegran a los niños que acuden a recibir sus dosis en el Vacuna Warma. Foto: Minsa
Lo que vaya a pasar con la pandemia de la COVID-19 es incierto. Al inicio se creía que dos dosis de la vacuna serían suficientes, pero luego se comprobó que los anticuerpos disminuían con el tiempo y por ello se necesitaba de un refuerzo.
Todo esto no se da de un día para otro, sino que pasa por un estudio, como explica el epidemiólogo Alvaro Taype. “Cuando la pandemia inició se hicieron ensayos clínicos para ver si aplicar la vacuna evitaba muertes, hospitalizaciones y se vio que sí. Luego, se hicieron ensayos clínicos para ver si es que aplicar una tercera dosis evitaba muertes, hospitalizaciones, y se vio que sí, que luego de unos meses esa tercera dosis refuerza los anticuerpos”.
También se han realizado investigaciones para ver qué tan útil es aplicar una cuarta dosis. “Lamentablemente, como estos estudios se hicieron poco tiempo después de la tercera dosis, no arrojó resultados muy alentadores. Entonces, por ahora, estamos viendo que aplicar una cuarta dosis, ahora mismo, no tendría tanto beneficio”.
Sin embargo, no es algo que descarte por completo, ya que en el futuro puede que esta sí sea necesaria.
Ahora, también existen otros escenarios, como señala el doctor en Salud Pública Cesar Cárcamo. Una opción es que “esta variante ómicron, por su baja letalidad, está actuando como una vacuna para quienes se han negado a vacunar hasta ahora. Entonces, les está dando un cierto nivel de inmunidad. Es posible que este sea el empujoncito que necesitamos para lograr una población relativamente inmune. Esa es una posibilidad, que yo espero la mejor, de que ya no necesitemos más refuerzos de vacuna”.
Otra opción, según los especialistas, es que se evalúen nuevas vacunas para proteger contra cualquier variante del SARS-CoV-2 que aparezca. Finalmente, podrían desarrollar fármacos que se adapten a las variables circulantes, como en este caso, la ómicron.