La violencia se define como la acción de poder que simplifica la opresión y dominación frente a la víctima. En todas sus formas, es principalmente un problema de salud pública, aunque no se constituya como una enfermedad propiamente dicha.
La familia es el primer núcleo de sociabilización, ya que es el primer contacto del ser humano con el mundo exterior. La práctica de violencia en este círculo social constituiría un factor importante de riesgo que puede llegar a causar gran daño emocional que será reflejado en el ámbito sentimental y social de quien es sometido a ella.
Así lo afirma el artículo ‘La violencia intrafamiliar. Un problema de salud actual', que además añade que el maltrato en todas sus facetas sería “una barrera para el ciclo de transmisión intergeneracional de valores humanos asociados al bienestar psicoemocional de sus miembros”, lo cual influiría en las relaciones poco saludables que podría establecer la víctima.
En el estudio ‘Dependencia emocional en mujeres víctimas de violencia de pareja’, el autor indica que según Hirgoyen, “la dependencia emocional es una consecuencia del dominio y la manipulación que se da en la pareja violenta, creándose una verdadera adicción al compañero que se explica por mecanismos neurobiológicos y psicológicos para evitar sufrir y obtener un cierto sosiego”.
dependencia emocional
A su vez el estudio señala que las particularidades psicológicas más notorias de la dependencia afectiva en las mujeres fueron miedo a la soledad, ansiedad por separación, expresión límite y alteración de planes.
El psicólogo Belisario Zanabria Moreno, docente del área de postgrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, manifestó que si una persona es criada en un ambiente familiar violento, va a afectar directamente a su personalidad y su desarrollo en el futuro.
“Cualquier tipo de agresión altera: las miradas agresivas, el grito, la indiferencia, no solamente los golpes. Todo eso malogra la personalidad del niño, que más adelante podría sufrir de inseguridades, miedos, angustias”, explicó.
Esto crearía una vinculación entre violencia familiar y las denominadas relaciones tóxicas, ya que podría generarse un tipo de dependencia emocional en la persona debido a la falta de contención, cariño y atención en su primer núcleo social.
“La familia puede convertirse en reproductora de este tipo de conductas debido a que está comprobado que la misma es un agente de socialización de marcada importancia y constituye un ambiente constante de aprendizaje grupal e individual de normas de convivencia”, se precisa también en el estudio ‘Dependencia emocional en mujeres víctimas de violencia de pareja’.
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En tanto, Zanabria Moreno señaló que estas conductas negativas en la familia podrían generar que la víctima de violencia replique en su entorno los comportamientos agresivos a los que fue sometido.
El daño que causa la violencia física, psicológica o sexual en el ámbito familiar va a tener consecuencias cognitivas, emocionales e incluso alterará el correcto funcionamiento del organismo de la persona que está expuesta a esto.
denuncia agresion fisica
Respecto a lo emocional, el psicólogo sostuvo que genera depresión, tristeza, sufrimiento y baja autoestima. En lo cognitivo, se veía afectada la concentración, la inteligencia, los sistemas de memoria, las motivaciones, entre otros aspectos.
Asimismo, en relación con las respuestas emocionales, la víctima también se verá perjudicada a nivel físico, ya que podría “afectar la digestión, generar un problema cardiovascular, hipertensión, malestar hepático, malestar estomacal”, según mencionó el docente del área de postgrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Superar e identificar la violencia a veces es muy complicado, por lo cual es de suma importancia llevar terapia. “Nadie nace agresivo. Una persona así es probable que desde pequeño lo maltrataron y ese modelo ha copiado, replicándolo en su casa, en la calle. Es irritable, impulsivo, porque de niño lo dañaron”, dijo el psicólogo.
Para no repetir comportamientos dañinos o establecer vínculos violentos, se debe tratar el tema como un verdadero problema de salud. De esta manera, cortar el círculo vicioso de ejercer maltrato sobre otros y sanar las carencias afectivas.
Belisario Zanabria aseveró que para tratar a una persona que ha sufrido de violencia familiar se debe realizar un trabajo total, que involucre también a la familia: “No solo se debe curar a la víctima, sino también al entorno. De nada vale que se ayude a uno, si va a volver al mismo ambiente de agresiones”.
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El psicólogo estadounidense Daniel Goleman indicó que la clave para prevenir caer en una relación tóxica es la inteligencia emocional, ya que el maltrato psicológico en la mayoría de casos resulta imperceptible. El agresor puede aprovecharse de la debilidad emocional de la víctima para manipularla y controlarla, haciéndola sentir culpable de su enojo.
Saber identificar de manera temprana un vínculo amoroso que tiene características de toxicidad es crucial para no caer en un círculo vicioso de violencia, ya que puede perjudicar la salud emocional, psicológica e incluso física de la víctima.
Algunas de las principales características de una relación tóxica son la dependencia emocional, chantaje, control por celos, violencia verbal o física, desprecio y obsesión.
Por el contrario, en una relación sana la comunicación será la clave, traerá paz a sus integrantes, disfrutarán de su individualidad, confiarán entre ambos y compartirán en un ambiente libre de cualquier tipo de violencia.