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Sociedad

El trabajo que me quitó la pandemia: peruanos que cambiaron de profesión para sobrevivir

Un informático que vende "medias de carnerito", un comunicador dedicado a regalos para novios o un arquitecto que vende carteras. La cuarentena fue una traba, pero también una oportunidad. Estas son historias de peruanos que, al no poder ejercer su profesión, incursionaron en otros negocios.

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Los peruanos profesionales apostaron por varios negocios alternativos para sobreponerse al golpe económico de la pandemia. (Foto: composición LR)

Apenas se detectó el primer caso de coronavirus en Perú, llegaron las consecuencias. El mandatario Martín Vizcarra no tardó en decretar el estado de emergencia, que implicaba el distanciamiento físico y la cuarentena obligatoria. En este contexto, varios profesionales, al no poder ejercer su carrera, tuvieron que incursionar en otro tipo de trabajos para no tocar fondo durante la crisis sanitaria.

El algunos casos, los peruanos tuvieron que dedicarse a un rol lejano a su profesión y a la medida de los requisitos establecidos para evitar el contagio. Quienes no pudieron ser contratados en otra empresa, encontraron un nicho para sobrevivir: las redes sociales. A través de las plataformas pudieron vender, por ejemplo, ropa, regalos para novios, mascarillas, guantes, y otros artículos vinculados a las necesidades contemporáneas.

De una oficina a la venta de productos de invierno

Forzado por las consecuencias implantadas por la pandemia, David Figueroa tuvo que dejar el sétimo ciclo de la carrera de Ingeniería de Sistemas en la universidad Señor de Sipán y hasta fue cesado del lugar donde la ejercía: era practicante en el área de Desarrollo para la municipalidad de Los Olivos.

Lejos de quedarse, cambió la dirección de su brújula para sobreponerse junto a su novia, Fabiola. La pareja, que vive en Ventanilla, invirtió S/ 340 en el negocio de los turrones. Luego, tras una buena racha y tras identificar al invierno como un recurso a su favor, reinvirtieron en “medias de carnerito”. “Hemos alcanzado casi los S/ 2.000″, cuenta David, quien agrega que con esta inversión ahora han comprado “frazadas de carnerito”. Todo esto a través de su página @Locomprovirtual.

David ahora confiesa que está a punto de retomar sus clases en la universidad, pero no tiene fecha exacta para el día en que volverá a dar rienda suelta a su habilidad con las computadoras. Lo que sí tiene claro es que cuando todo vuelva a la normalidad materializará su sueño de especializarse en “Diseño web y Desarrollo”.

David Figueroa junto a su novia con los productos para invierno. (Foto: David Figueroa)

En el caso de Pedro Cerna y su novia, María Luisa, ambos graduados en la carrera de Periodismo, la orientación de su reinvención durante la pandemia apuntó hacia otro frente.

Él trabajaba en el área de logística para la productora Hablando Huevadas y, en simultáneo, se desempeñaba como contador, mientras que ella laboraba para el medio de comunicación RPP. A pesar de que Pedro retomó en junio a uno de sus trabajos, ambos apostaron como una medida contingente invertir en dos negocios: la venta de regalos para novios (Expresamor) y la venta de licores (Mr. Bárbaro Express).

“Ahorita acabo de entregar una caja de detalles en Miraflores”, relata Pedro, convencido del buen rendimiento de su negocio. “María (su novia) acaba de conseguir un pedido de 25 cajas para un matrimonio”, añade. A pesar de que por ahora no tienen luz verde para ejercer la carrera que los apasiona, reconocen que el trabajo en bloque en este rubro ha funcionado. Incluso, confiesan, están proyectando crear una marca propia de ropa.

Alejandra Lazo recibiendo su box de novios. (Foto: Pedro Cerna)

“Yo me gradué en la universidad Federico Villareal en la carrera de Ciencias de la Comunicación”, cuenta una joven que prefiere reservar su nombre. Ella estuvo trabajando hasta febrero de forma independiente en dos productoras que brindaban servicios a dos corporaciones. “Me botaron de un día para otro y como no estaba en planilla me quedé en cero”, indica.

Inició la pandemia y luego la cuarentena. Aún así siguió buscando trabajo, pero con un panorama cada vez más espinoso. Era un tramo en el que había más despidos que ampliación de personal. “Incluso a las empresas donde hacía freelos se les cayeron los contratos”, manifiesta. “Tuve que buscar cualquier trabajo que sea home office”.

Enviando CV tuvo la suerte de ser contratada para el área de reclamos de Glovo, trabajo que desempeña hasta la fecha, aunque reconoce que no estará ahí para siempre. “Esto no es lo mío. Por eso es temporal”, confiesa. “Estoy pensando crear una página web para ofrecer mis freelos”. Su verdadero sueño es encabezar una “organización de eventos o una productora independiente”.

Leonid Llanto y su novia, Aixa Moreno, quienes se graduaron hace un año en la carrera de Arquitectura en la universidad Ricardo Palma, tiene cada uno dos perros y cuatro gatos. En total: cuatro y ocho, respectivamente. El amor por los animales y los viajes surgieron como una idea para encaminar una propuesta de negocio.

“Al ver que nadie remodelaba su casa y que nadie quería un plano para su cuarto, busqué otra manera de generar ingresos”, cuenta Leonid. Así nació ‘Michito Cachivaches', una página en Facebook donde se dedican a vender varios productos importados como zapatillas, carteras. “Mi novia viajaba mucho y trajo varias cositas”, agrega.

El negocio además será el refuerzo para futuros emprendimiento, asegura Leonid, quien señala que la venta en redes sociales les permitirá conocer más al mercado digital para en un par de meses lanzar junto a su pareja una página propia dedicada exclusivamente a la arquitectura, la carrera que los unió.

Leonid y su novia, Aixa, posando con sus mascotas y los productos importados. (Foto: Leonid Llanto)

Alexandra Villalobos, egresada en la carrera de Administración Financiera, estuvo de para tras la llegada del COVID-19. Trabajaba en el área de Control Patrimonial en la municipalidad de Los Olivos. “Salí el 16 de marzo”, cuenta. Desde esa fecha dejó de percibir remuneración, lo cual, fue como un trampolín para embarcarse en una nueva experiencia. “Puse mi empresa (Prote & Clean Perú), lo formalicé. Vendo productos de limpieza como productos de bioseguridad como mascarillas y más”.

Casi al final de la cuarentena, recibió una buena noticia: se reincorporó al trabajo. “Volví casi a finales de junio”. Ahora, tras su incursión al mundo de los negocios, tiene dos fuentes de ingresos.

Un camino similar adoptó Sofía León, egresada en la carrera de Ingeniería Industrial en la UTP. Ella trabajaba en la constructora Santa Alejandra. “Hacía funciones de planificación de obras de construcción civil. Veía costos y presupuesto”, explica. Cuando fue cesada decidió fundar ‘Splash’ junto a su novio Salvattore, también ingeniero industrial. En esta página de Facebook han puesto en venta los productos de limpieza que elaboraron juntos.

“Mi novio y yo fusionamos nuestra habilidades y aplicamos lo aprendido”, enfatiza. Separaron los productos en “los de limpieza” y los de “línea automotriz”. En el primer grupo tienen lejía, limpiavidrios, ambientadores y más; mientras que en el segundo hay siliconada de tableros, shampoo con cera, perfumadores y otros.

Este cúmulo de testimonios desdibuja la idea de que la pandemia del coronavirus fue únicamente una ruta a la hecatombe. También fue un atajo para los peruanos que activaron el instinto de supervivencia incursionando en varios trabajos no alineados a la profesión que concluyeron y con la que tuvieron una tregua.