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Política

Carlos Jornet: “Si los ciudadanos no perciben a la libertad de prensa como importante, pronto estarán en serios problemas”

El presidente de la comisión de la libertad de opinión de la Sociedad Interamericana de Prensa sostuvo que le pidieron a la presidenta Boluarte que firmara la declaración de Chapultepec y no quiso hacerlo. "Creo que su rechazo es todo un signo sobre cuál es su mirada con la libertad de prensa”.

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Carlos Jornet, presidente de la comisión de libertad de prensa de la SIP | Carlos Félix Contreras | La República

Antes de iniciar el I Encuentro Internacional por la libertad de prensa en el Perú, La República entrevistó a Carlos Jornet, presidente de la máxima comisión encargada para dicho fin en la SIP. Conversamos sobre sus evaluaciones actuales acerca de las amenazas al periodismo y sus preocupaciones como veedor internacional.

—En el índice de Chapultepec, hemos desaprobado 3 de 4 criterios evaluados. Hace dos años, con Pedro Castillo en el poder, usted afirmó que la atmósfera para la prensa en el Perú era abiertamente hostil. Dos años después, ¿cuál es su diagnóstico?


—Yo creo que el escenario sigue siendo ese: un escenario hostil al periodismo, con un grado de violencia y de confrontación preocupante en provincias
y también en la ciudad capital. Pero, además, con una aún más preocupante mirada de la clase política sobre el problema.

—¿Por qué seguimos empeorando?

—Yo creo que no hay una toma de conciencia real sobre el impacto que esto puede tener para la democracia peruana. Existe desinterés por eso. Si
uno mira, por ejemplo, la declaración de principios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en primer lugar, el principio número uno es el que hoy muchos políticos peruanos desconocen. El que dice que la libertad de expresión es trascendente e inalienable como base de la democracia. Al no entenderse ese principio, los otros doce principios de esa declaración están realmente con una práctica muy baja en el Perú. Hablábamos antes de
la entrevista sobre cómo se viola el derecho a la preservación de las fuentes por parte de los periodistas. Además, todas las amenazas y los ataques que hay en distintas situaciones. Sobre todo lo anterior, la falta de respuesta de la clase política. Lo que vemos, por el contrario, es una clase política la que está presentando proyectos de ley permanentemente para condicionar el trabajo periodístico. En ese sentido, pienso que la clase política peruana tiene que tomar conciencia de lo urgente de esto. Y, luego, tiene que dar una respuesta clara y contundente en pos de la defensa de la libertad de expresión y de la libertad de prensa.

—Al respecto, tengo entendido que la SIP normalmente envía cartas a los gobernantes. Recuerdo de una carta enviada al presidente Castillo para advertirle sobre las preocupaciones acerca de la situación de la libertad de prensa en el Perú de 2022?¿Se ha hecho con la presidenta Boluarte?

—Hemos tomado contacto en varias ocasiones. A ella le pedimos que firmara en su momento la declaración del Chapultepec y no quiso hacerlo. Y creo que esto es todo un signo, un espejo que refleja cuál es la mirada que tiene el Poder Ejecutivo peruano sobre la libertad de prensa. La verdad que teníamos expectativas de que la presidenta Boluarte diera un giro más significativo a diferencia de Castillo. Pero no hay acciones concretas para garantizar el libre ejercicio de la libertad de expresión en Perú.

—En el último informe de la SIP hemos caído 20 puntos con respecto al anterior año, 2022. Hablaban de 170 periodistas que habían sido agredidos, hostilizados, amenazados. En 2024, la Policía Nacional exige, por vías notariales, a un caricaturista que se rectifique sobre una pieza artística. Hay casos de espionaje a periodistas por parte de la Fiscalía y entidades del Gobierno. El hostigamiento de grupos radicales contra periodistas. ¿Hacia dónde nos encaminamos en términos de libertad de prensa en el país?

—Yo creo que todas esas son señales de alerta importantes que tienen que ser tomadas en consideración. Como mencionabas, el hecho de que todavía
la difamación contra funcionarios públicos sea considerada un delito penal y, por lo tanto, perseguible penalmente es un tema que preocupa. En muchos países de la región ya se ha descriminalizado la persecución de la difamación contra funcionarios públicos o figuras públicas. Perú la mantiene. Y no solo la mantiene, sino que se han presentado proyectos para agravar las penas en ese punto. Entonces, realmente, no se están dando pasos positivos, si no, por el contrario, hay serios retrocesos con este tipo de proyectos.

—La violencia contra la prensa se empodera con discursos estigmatizantes contra ella cometidos por, incluso, otros periodistas, además de
autoridades públicas.

—El grado de violencia contra la prensa en Perú fue mayor en ese periodo de transición de Castillo a Boluarte. Y también hay una falta de confianza de un sector importante de la ciudadanía sobre las instituciones en general y sobre la prensa en particular. Y eso lleva a que cualquier discurso contra o antiprensa pueda alentar más grado de violencia ciudadana. Y, sobre todo, cuando hay también una cierta despreocupación de fiscales y de la
misma Policía para contener ese tipo de hechos de violencia con los que protagonizan algunos grupos extremos que escrachan a periodistas en sus domicilios o en la vía pública. Eso es realmente un entorno muy hostil para el trabajo periodístico que busca silenciar, a través de la amenaza
del hostigamiento.

—Ha mencionado un factor importante: la confianza de la ciudadanía…

—Hace poco hemos tenido una serie de contactos con directivos de medios, periodistas, académicos buscando hacer un diagnóstico real de la situación
de la libertad de expresión. Y, este punto surgía en todas las charlas, en todas las conversaciones. Esto es una responsabilidad también de las mismas
asociaciones de periodistas, de las asociaciones de medios y de los propios medios de comunicación que deben buscar los puntos en común mínimos.
Dejar de lado eventuales diferencias, incluso ideológicas, y buscar puntos en común que tienen que ser básicamente con el pleno respeto de la libertad de prensa. Y a partir de ahí trabajar con la ciudadanía en planes concretos para recuperar la confianza. Buscar nuevos espacios donde se pueda expresar
libremente voces plurales, y generar debates. Trabajar también en la capacitación de nuevas generaciones sobre el valor de la libertad de prensa y
de expresión. Porque creo que, si la ciudadanía directamente no lo considera un valor necesario para el sostenimiento de la democracia, el Perú va a estar pronto en serios problemas.

—¿Qué le dirías a los medios de comunicación o a los periodistas en este momento crítico para el periodismo?

—Trabajar sobre los valores esenciales del periodismo, no jugar el juego de las redes sociales del modo en que muchas veces se trabaja, precarizando
aún más el ejercicio profesional de periodismo. Sobre todo, para aquellos que hacen actividad o coberturas políticas, no entrar en el cruce permanente
de posiciones, en el antagonismo, sino responder haciendo periodismo, con datos. El otro día alguien me preguntaba cómo hacer para frenar la
polarización y sobre todo la desinformación y yo le decía, bueno, ante las tres P que suele hablar Moisés Naim (polarización, posverdad y populismo), hay que responder con las tres D, datos, datos y datos.

—Haciendo una comparación, porque creo que es importante también decirle a la gente cómo estamos comparativamente en la región, hablamos, por ejemplo, de respuestas de presidentes a cartas de la SIP sobre alertas, comentarios, propuestas. ¿Somos el único país en el que su gobernante no ha firmado Chapultepec?

—No, hay otros gobernantes en la región. La región está pasando por un momento particularmente complejo. Muchos gobernantes que llegan con el
voto popular, pero luego descreen de las propias instituciones y empiezan a trabajar para minar la democracia desde adentro. Desde gobernantes
de izquierda, casos ya conocidos como Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que tiene una prédica permanente contra la prensa.

—Recuerdo el hostigamiento contra una colega del New York Times, aunque no es la única

—Exacto. Y también de presidentes de derecha, como lo fue Bolsonaro, y en este momento Javier Milei en la Argentina, quien también tiene un discurso muy confrontacional con los medios de comunicación, pero, sobre todo, muy descalificador del trabajo. Ubicando a todos con un sello, una etiqueta y a partir de ahí estigmatizando. Y Donald Trump en Estados Unidos, que puede llegar a volver a ser presidente este año.

—¿Qué cree que ha afectado negativamente a esta mala percepción de la prensa, desde los mismos medios?

—Pienso que hay razones históricas diversas. Me parece que todo el periodo de la llamada prensa chicha durante la dictadura de Fujimori, de algún
modo, ha teñido la mirada de un sector de la ciudadanía. También obviamente la descalificación permanente de algunos gobernantes, como la vivida en el periodo de Pedro Castillo. Esta serie de motes que se fueron lanzando contra el ejercicio del periodismo, incluso desde algunos medios, con ataques
del tipo “la prensa mermelera”, “la prensa caviar”.

—Descalificaciones que nacieron antes de Pedro Castillo… Exparlamentarios fujimoristas decían lo mismo desde que Keiko Fujimori perdió contra PPK en 2016 contra cualquiera que opinara contra el régimen fujimorista. Se potenciaban fake news contra medios y periodistas independientes.

—Exacto. Después vino la potenciación, pero realmente en algún sector de la ciudadanía no pequeño, seguramente, ha quedado impresa en su mente
como un símbolo de lo que para ellos puede representar el periodismo. Pero también creo que hay en Perú una caída general de la confianza en todas las instituciones. La prensa obviamente no puede quedar fuera de ello y se ve afectada. Creo que hay que trabajar en todos esos factores. Y, además, hay
otro elemento clave que es la desinformación, que se echa a correr a través de redes sociales y otras plataformas.

—Las fake news están a la orden del día contra la prensa.

—Creo que también ahí hay que trabajar. Hacer un llamado también a las propias plataformas para que haya un mayor control, una mayor autorregulación de eso.

—Hay muchos bots que hostigan en redes sociales. Detrás hay equipos contratados, cual ejércitos, para atacar digitalmente.

—Son contratados y, en muchos casos, ni siquiera son personas físicas ni identificables porque, como dices, son bots. Eso es un fenómeno que
se ve en todo el mundo, pero que en democracias, donde la institucionalidad está tan cuestionada y tan debilitada, es un factor muy fuerte que ayuda a
hacer perder credibilidad a los medios tradicionales, que son la única barrera de contención para la desinformación. Y la mejor forma de contrarrestar
la desinformación es trabajar con un periodismo verificado que realmente investigue, que realmente denuncie los hechos falsos, pero también que trabaje sobre el combate a la corrupción con datos verificados.

—En el Perú, algunos grandes medios se sumaron a una falsa idea del fraude, que hasta el día de hoy es el gran fake news que se instaló en el país y que ha afectado muchísimo al desprestigio de los medios y su credibilidad. No existe mea culpa. Son los mismos ciudadanos que se han dado cuenta y que también se sienten defraudados por un gran sector de la prensa. Básicamente, el periodismo atacado por un mal ejercicio del mismo.

—Yo creo que el clima de polarización que se vive en sociedades como la peruana y otras de la región muchas veces termina contaminando al propio
periodismo. Ante eso, la mejor respuesta, insisto, es trabajar sobre la base de los hechos, de la contrastación de los hechos. Muchas veces, las posiciones
editoriales son totalmente entendibles: tratar de defender una postura u otra, mirar desde un sector ideológico, etc. Pero el periodismo profesional lo
que tiene que hacer es trabajar sobre la base de hechos verificados. Entonces, bueno, no hacerlo también puede contribuir, de algún modo, a la pérdida de credibilidad de algún sector del ciudadano. Lo que mencionas surgió en las conversaciones que tuvimos con directivos y medios y justamente por eso te decía la necesidad de que el periodismo haga un ejercicio de debate interno y mea culpa, que se dejen de lado diferencias y que se busque cómo empezar a trabajar para recuperar la credibilidad ciudadana porque creo que es el modo también de recuperar la democracia peruana.