Enfrentar el hambre

El hambre acecha. No por culpa de este u otro gobierno, sino por la guerra o –digámoslo correctamente– por la invasión rusa contra Ucrania.

Es cierto que las familias campesinas del Perú producen cerca del 80% de los alimentos que se consumen en el país (y lo hacen casi sin apoyo estatal). Pero somos totalmente dependientes de la importación de uno de los insumos básicos de la agricultura: los fertilizantes. Y es allí donde nos ha puesto en jaque un evento geopolítico ajeno a nuestro control, pues Rusia y Ucrania son grandes productores de fertilizantes. La guerra y las sanciones occidentales han ocasionado la escasez global y el alza de precios.

En el Perú, en lo que va del año, la importación de fertilizantes ha caído más de 90% respecto al año anterior. En los próximos meses la producción agrícola caerá, los alimentos se harán más escasos y caros e, inevitablemente, enfrentaremos el hambre.

¿Qué soluciones existen? Los subsidios son una solución a medias, porque igual los productores peruanos tendrán que competir para comprar fertilizantes escasos contra otros productores de billetera más ancha.

La solución de fondo es apostar con todo por la producción nacional. Más aún, sabiendo que esto no es algo pasajero: con el cambio climático y una geopolítica inestable, es una locura que nuestra alimentación dependa de algo que no está en nuestras manos. La seguridad y la soberanía alimentaria van de la mano.

¿Podemos ser autosuficientes? Tenemos los fosfatos de Bayóvar, gas natural (un insumo clave de los fertilizantes nitrogenados), islas guaneras… Más aún: podemos impulsar la producción agroecológica a escala industrial, con compost y lombricultura para aprovechar las más de 10 mil toneladas diaras de residuos orgánicos que generamos (ya existen experiencias en Cusco, Lima y otras ciudades). Soluciones existen. Lo que hace falta es decisión política.