Disfrutar completamente de las fiestas navideñas y de fin de año es de privilegiados y privilegiadas. No es normal. Porque aunque el INEI no haya llegado tan a fondo, todes conocemos a alguien que lo pasa mal en este ruidoso y comercial mes. Y si no se nos ocurre nadie es porque somos nosotres les que padecemos ante el agobio de lo que representa la Navidad y el Año Nuevo. Y cuando digo nosotres me refiero a las mujeres y a cualquier otra persona que sea vulnerable frente a las expectativas de estas épocas.
Salud, amor, dinero, trabajo. Las fiestas también están atravesadas por no una, sino por muchas miradas patriarcales que pueden afectar nuestro ánimo y bienestar mental. Por eso, aquí va un pequeño manual de supervivencia para salir airose de las dos noches que parecen confabularse para exigirnos que, de pronto, tengamos toda nuestra vida resuelta y en calma.
Nadie ‘’te lo dice por tu salud’', ni es tu obligación ‘’cuidarte’' en estas fechas. La gordofobia está camuflada por comentarios que parecen de preocupación pero que, en realidad, lo que buscan es que te alinees en el doctrina de comer menos y pensar más. Ninguna persona tiene derecho a opinar sobre tu cuerpo, tu ropa, tu salud, lo que comes o lo que deberías comer. No le debes explicaciones a nadie. Cómete el panetón, el chocolate caliente, el pavo, el puré de manzana y disfruta el momento. Lo que comes no te define; cuestionar a los demás por su apariencia o por lo que comen, sí.
Ser feminista implicar incomodar. Porque cuestionar todo lo que nos enseñaron como normal es un proceso interno doloroso pero revelador que te da la fuerza necesaria para que aquella mirada señaladora te importe cada vez menos. Si estás en una posición segura para decir lo que piensas, dilo. No tienes por qué tragarte el chiste machista de tu tío ni los comentarios homofóbicos de tu cuñado. Enójate, responde, pregunta, educa. Pero (y esto es importante) si el ambiente en que te encuentras ya es demasiado hostil para ti y alzar la voz puede resultar en un episodio desgradable y que puede alterar tu salud mental, respira, sonríe y aléjate. Estás del lado correcto. Tú lo sabes y eso es lo que importa.
‘’¿Y el novio?’’, ‘’¿Y los hijos?’’ ‘’Te verías más bonita si fueras más femenina’'. ‘’Te vas a quedar sola’'. Son frases que todas las mujeres y otras diversidades sexo genéricas recibimos frecuentemente, aunque nunca tanto como en las cenas y reuniones por fiestas. Si te ves en una situación así, recuerda que la heterosexualidad es muchas veces (la mayoría) una imposición, tanto como la monogamia y la maternidad.
Marcar distancia con tu familia nuclear o con la que sueles pasar las fiestas está bien. Priorizar su salud mental y tu estabilidad emocional es válido. ‘’La sangre no hace a la familia. (…) Familia es con quien compartes lo bueno, lo malo y lo feo y con quienes se siguen queriendo al final. Son los tú eliges’'. Hector Xtravaganza (1965-2018), activista LGTBIQ+.
La presión emocional de la Navidad y el Año nuevo aumenta con la expectativa de regalar. Regalar algo, lo que sea, pero hacerlo. Ir al centro comercial abarrotado y mirar angustiade aquello que haga quedar bien pero que ecónomicamente no sepa tan mal. Aunque es difícil, recordemos que esta también es una imposición social y que regalar, así como recibir regalos, es un privilegio de clase. Reconocerlo es importante. Y no caer en el mandato capitalista, aunque incomode, aunque sea difícil, puede ser sanador.