la grita de la derecha peruana contra el Frente Amplio por no haberse sometido a una moción de condena simple y llana al régimen de Maduro, sin debate alguno de por medio, es reflejo de su aguda hipocresía frente a la democracia como régimen político.La pregunta clave ¿es Venezuela una dictadura? Se resuelve rápidamente señalando que no, que es un régimen surgido de las urnas pero vuelto autoritario por la polarización reinante en ese país, producida tanto por los afanes golpistas de la derecha venezolana, repetidos varias veces desde el 2002, como por el recorte de libertades democráticas que ha desarrollado en respuesta el chavismo y especialmente la presidencia de Nicolás Maduro. La razón de fondo es el proceso de cambio social e independencia nacional iniciado por Hugo Chávez en 1998 y que es drásticamente enfrentado en los últimos 18 años por la derecha pro yanqui que quiere volver a los privilegios de la Venezuela petrolera anterior a Chávez. Sin embargo, los graves errores de Hugo Chávez y sus seguidores que no asumen que los procesos de transformación en la América Latina de nuestra época no pueden ser sino en competencia democrática, han llevado a que sea indispensable una salida por la vía del diálogo y la negociación. Cualquier otra alternativa que insista en el golpe o la exclusión está condenada al fracaso.No se trata entonces de una situación de buenos y malos. El chavismo ha tratado de transformar Venezuela con una visión quizás arcaica del cambio social y la oposición venezolana insiste en el guión neoliberal que ha llevado a la actual crisis capitalista y a países como el nuestro al gobierno reiterado de los ricos. Desde esos confines los venezolanos deben encontrar terreno común, ése es el quid de la cuestión. La derecha en el Perú, en cambio, ha apostado reiteradamente por la vía golpista en Venezuela y vuelve a hacerlo con esta moción aprobada en el Congreso al tomar en cuenta a una sola de las partes.