El ingeniero mecatrónico David Achanccaray ha desarrollado proyectos para que las personas con discapacidad motora puedan enviar mensajes o mover objetos con solo imaginarlo. Su interfaz cerebro-computadora une la medicina y la ingeniería con un fin social.,Mente poderosa,Mente poderosa,—No. Mi personaje de ficción favorito no es el profesor X. El ingeniero mecatrónico David Achanccaray Díaz detiene la explicación sobre su último proyecto —Interfaz Cerebro-Computadora para la Comunicación—, y responde que el poder de los X-men o de los Transformers inspiraron algunas de sus investigaciones. "Aunque Darth Vader (el villano de Star Wars) mueve objetos a distancia, y solo con la fuerza —aclara—. Él es mi favorito". PUEDES VER: Solo el 15% de personas con discapacidad trabaja, la minoría son mujeres Este ingeniero de 33 años también quiere mover objetos sin tocarlos. Basta con el poder del cerebro. Su última investigación permite que una persona con discapacidad motora se comunique con el resto del mundo sin mover los labios, ni las manos. Solo necesita colocar electrodos en su cabeza y observar imágenes en una computadora para transmitir un mensaje. Otro de sus proyectos apunta a controlar dispositivos a distancia. La persona se imagina realizando determinada actividad, como acercar una botella a su boca, y un brazo robótico ejecutará la orden. David, egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), también busca mejorar las terapias de rehabilitación de personas con parálisis, a través de brazos robóticos y la realidad virtual. El paciente solo tendrá que imaginarse moviendo los brazos. —Supongo que Darth Vader me llama la atención porque quiere ser el mejor en su rubro —retoma su explicación el ingeniero—. Obviamente, uno no se quiere corromper. Pero siempre querrá ser el mejor. David también lo es. Es uno de los más destacados ingenieros mecatrónicos interesados en el rubro de la salud. Comenzó a los 21 años, tratando de controlar un robot móvil con el cerebro, y terminó en el laboratorio de Neurociencia de la Universidad Cayetano Heredia preguntando si esto era posible. Y sí lo era. Pero para lograrlo necesitaba un costoso equipo que en el Perú no estaba destinado a la investigación: un electroencefalógrafo. Este aparato, diferente al de los hospitales, permite amplificar la señal de la actividad cerebral. "Las ondas del cerebro son muy pequeñas. Con equipos convencionales no se pueden ver", explica David, quien durante un año buscó financiamiento para comprar el equipo. El joven que quería fabricar robots con inteligencia artificial ahora habla del cerebro, sus hemisferios y las enfermedades neurodegenerativas. "El cerebro no está del todo entendido. Es un reto, es algo difícil. Tengo que conocerlo". En el 2006, el investigador fabricó su primer electroencefalógrafo. Pero lo hizo en Brasil. Allí, durante sus estudios de maestría, quería probar este invento controlando una silla de ruedas. Al no encontrar una, decidió hacerlo con un robot de batalla. La misión era manejarlo con el cerebro. Su Interfaz Cerebro-Computadora —un sistema de comunicación compuesto por el electroencefalógrafo, electrodos, y ordenadores— podía reconocer cinco tipos de actividad cerebral que luego eran transmitidos a un robot. Así, cuando la persona conectada al electroencefalógrafo imaginaba el movimiento de su dedo índice a la derecha, el robot giraba hacia la izquierda. Cuando se imaginaba un cubo rotando, el robot avanzaba. Si restaba números, retrocedía; y si se mantenía relajado, el aparato se detenía. Todo había sido programado por el ingeniero. "Cuando uno imagina, produce ondas cerebrales similares a cuando lo ejecutas". En el momento que una persona piensa, sus neuronas se comunican entre sí y envían pequeñas descargas eléctricas. Estas señales son captadas por los electrodos pegados al cuero cabelludo y amplificadas hasta llegar a la computadora. Allí los datos son procesados, convertidos en órdenes (según su origen en el cerebro) y ejecutados. De esta manera, con un robot de batalla, David comprobaba que su propuesta podía beneficiar a las más de 930 mil personas con limitaciones para moverse o caminar, y para usar los brazos o las piernas en el Perú, según la Primera Encuesta Nacional Especializada sobre Discapacidad (2012). Los primeros pasos Cuando tenía 25 años, David trabajó en una empresa militar de Río de Janeiro fabricando robots capaces de manipular armas bajo el control de un operador. "Cuando me ofrecieron este trabajo, dudé. Pero tenía que vivir de algo. El punto a favor, en todo caso, era que yo no hacía el arma, sino el sistema. No me sentía bien al inicio", dice. Pero, David, no tenía muchas opciones, menos para seguir su proyecto inicial en Perú. Aquí ya había tocado puertas y no se las abrieron. Un año después renunció a la empresa militar, volvió al Perú, dictó conferencias y tocó más puertas en busca de financiamiento para su proyecto. En el 2013 comenzó su doctorado en la Northeastern University, de Estados Unidos. Pero debió retornar por sus altos costos. Un año después, el primer electroencefalógrafo llegó al Perú. Así se dio inicio al proyecto Interfaz Cerebro-Computadora para la Comunicación, liderado por David Achanccaray y el ingeniero electrónico Christian Flores, de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). A través de este mecanismo, las personas que han sufrido un derrame cerebral, un accidente cerebro vascular o una parálisis pueden seleccionar opciones —imágenes o letras—en una pantalla y enviar mensajes a sus interlocutores. Para poner un ejemplo; una persona está frente a una pantalla con imágenes, que se alternan y aparecen como flashes. El paciente solo ve la figura que le interesa. Esto genera señales que llegan a la computadora y que son procesadas por los ingenieros. Ellos descubren cuál era la figura elegida. El proyecto promovido por la UTEC, con apoyo de la Cayetano Heredia, tiene el financiamiento de Innovate Perú. Los primeros resultados, que se conocerán este mes, arrojan que el sistema está funcionando y que hacen falta pequeños ajustes. Esta investigación acabará en noviembre próximo, y luego seguirá el proceso para la patente y su masificación. Pero no es la única. David, vecino de Comas, hijo de una limeña y un cusqueño, docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú, también ha desarrollado un proyecto para automatizar las terapias de rehabilitación. ¿Cómo? La persona que no puede mover las extremidades lleva puesto un brazo robótico (exoesqueleto) y se ubica frente a una pantalla implementada con realidad virtual. En esta última se colocan imágenes de un brazo moviéndose. "El cerebro cree que estás realizando la acción, y eso contribuye al movimiento", dice. Así, mientras avanza dicha terapia, el exoesqueleto también regula la velocidad del movimiento. Luis Aguilar, neurocientífico de la Cayetano Heredia, dice que este mecanismo es único en el país; el primero en que interactúan la biomedicina y la ingeniería; y una innovación con producción nacional. Este proyecto ha sido desarrollado en la Pontificia Universidad Católica del Perú con apoyo de la Cayetano Heredia. Cuenta con el financiamiento de Cienciactiva, de Concytec. Estará listo en febrero del 2018. David también trabaja con investigadores de Inglaterra. Una de sus ideas es que una persona pueda controlar, con su actividad cerebral, un brazo robótico; de tal manera que este pueda coger botellas, llevarlas a su boca y realizar otras tareas. El proyecto, también financiado por Cienciactiva, lo desarrolla la PUCP y la Universidad de Essex, de Inglaterra. Allí, el jefe de laboratorio es Francisco Sepúlveda, un científico que lucha contra la esclerosis múltiple. El proyecto culmina en mayo del 2018. La mamá de David, Mercedes Díaz, de 64 años, dice que por sus investigaciones su hijo ha llegado a varias partes del mundo. Y que de sus viajes, él ha retornado con miniaturas, entre ellas la de "un hombre vestido de negro con un casco" (Darth Vader). El ingeniero mecatrónico, Erick Carranza, compañero de David, dice que no ha oído hablar de su afición por estos personajes, pero no le sorprendería. "A veces lo que ocurre en las películas puede convertirse en realidad", dice. Los personajes favoritos de David tienen grandes poderes. Y el suyo está en la mente.