Conocí al peruanista inglés Stephen M. Hart a principios de los años 2000, cuando me enteré de que estaba en la Clínica San Juan de Dios, revisando manuscritos de César Vallejo. Recuerdo que recurrí a pretextos para trasponer las puertas y la seguridad de la clínica y pude llegar a él, pero lo cierto es que el vallejiano solo aceptó conversar conmigo después de que le dijera que yo había sido alumno de su amigo, pocos años antes fallecido, Antonio Cornejo Polar.
Generoso, me permitió acompañarlo en la revisión de algunos manuscritos del poeta santiaguino, estudio que después, el 2003, publicara con el título César Vallejo. Autógrafos olvidados, en coautoría de Juan Flo.
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El noviembre del año pasado nos volvimos a encontrar, en Trujillo, durante el Encuentro Internacional Espergesia 2019, organizado por la Universidad César Vallejo y la revista Espergesia, que dirige el poeta Santiago Aguilar. La cita académica estaba dedicada a los cien años de Los heraldos negros. Stephen M. Hart presentó una ponencia en la que sostiene, en contraposición de la crítica, que el primer libro de Vallejo está más influenciado por el romanticismo que por el modernismo. Aquí la conversa de esa ocasión.
–¿Cuándo fue su primer encuentro con Vallejo?
– Mi primer encuentro fue en un curso sobre literatura latinoamericana, en la universidad de Cambridge. Al leer sus poemas, me deslumbró, pero no los entendía. ¡Qué tiene este poeta, me decía, mientras más lo leo, más me atrae!
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–-¿Lo leyó en inglés?
– No, en español. Después, para ayudarme, lo leí en la traducción de Clayton Eshleman. Después hice mis propias traducciones. Pero mi encuentro verdadero con Vallejo fue en 1980, cuando viajé a Santiago de Chuco.
–¿En qué circunstancia llegó a Santiago?
–Hacía mi doctorado sobre Vallejo y mi asesor de tesis me dijo “Hay que entender a ese poeta en su tierra”, así que viaje. Cuando llegué a Santiago de Chuco, el mundo de Vallejo se abrió ante mis ojos, en la gente, en su modo de hablar, en sus muestras de afecto y solidaridad. Era otro mundo, porque no había hoteles. La señora que me hospedó, me cobró una propina, pero me dijo “Ayúdeme a juntar agua en balde para el baño, que será lo único que tendremos para el día”. También estaba el paisaje, el canto de los pájaros. Me di cuenta de que el lenguaje de su poesía tenía que ver con ese mundo.
–Vallejo se materializó ante sus ojos.
– Así es. Bueno, puede ser que lo imaginé (risas), pero empecé a entender su poesía. Para mí, Vallejo es un camino largo en el sentido en que hay poemas que no entiendo y yo solo propongo una interpretación.
–Se empiece a rescatar la tesis de Vallejo: El romanticismo en la poesía castellana. ¿Qué incuba esa tesis? –
Yo estoy de acuerdo con Gladys Flores, que ha hecho, como otros investigadores, un estudio sobre esa tesis porque no se la había tomado en cuenta. La crítica de ese momento decía que el modernismo era más importante que el romanticismo para Vallejo. No es cierto. Lo bueno es que ahora hemos empezado a releer esa tesis.
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–¿Qué se tiene que desmontar de esa crítica?
–La tesis de Vallejo es de 1915, un año antes de que él empezara a escribir Los heraldos... Pienso que en 12 meses uno no cambia mucho de opinión, pues en su tesis Vallejo habla de una manera muy positiva de José de Espronceda. Leyendo encontré que los críticos de Vallejo, Juan Espejo Asturrizaga y Alcides Spelucín, estaban en contra del romanticismo. Deduzco que ellos habrían dicho, tenemos a Vallejo, que es nuestra joya, no podemos decir que es un poeta romántico. En Europa van a pensar que es provinciano, que ya pasó hasta el modernismo y todavía sigue leyendo literatura romántica.
–¿Qué debemos desmontar de esa crítica?
– Que ahora, desde perspectivas del siglo XXI, el romanticismo fue un movimiento más importante que el modernismo, como el realismo fue más importante que el naturalismo. Ahora vemos que el romanticismo también tuvo su superación y transformación en el surrealismo. Tenía en su esencia la imaginación.
–Usted reclamaba nuevas lecturas sobre Los heraldos...
– Si Vallejo dice en su tesis que Espronceda es un buen poeta y que sus temas son importantes, etc., ¿por qué no lo tomamos en cuenta para leer otra vez Los heraldos...? Alcides Spelucín decía cosas así: sí, el modernismo fue muy importante y sin embargo demuestra que solo hay un poema realmente de influencia modernista. Se contradecía.
–¿Y qué sostenía Asturrizaga?
–Asturrizaga hizo lo mismo, resalta el modernismo en contra del romanticismo en Vallejo. En mi opinión, los poemas de Los heraldos… son poemas románticos, muy buenos.
–¿Qué hay en Los heraldos..., izquierdismo o humanismo?
–Hay humanismo, fraternidad, emoción. Todos los poemas constituyen un abrazo. Eso tiene que ver con el romanticismo, la importancia de la emoción. En poemas como “El pan nuestro”, Vallejo escribe: “Y saquear a los ricos sus viñedos”, eso está muy claro. Es su empatía con los pobres.
–¿Esa empatía es de orden ideológico o emotivo?
–Las dos cosas, pero si pensamos en el rango social del poeta, Vallejo no es un pobre. Sí, se puede hacer lecturas como izquierdismo, empatía con la clase trabajadora, pero yo me ocupo de Vallejo como artista, vitalista. Pero sí, a finales de los años 20, cuando ocurrió el crack y el capitalismo se un hundía mientras que la Unión Soviética crecía, Vallejo veía la aurora.
–En su ponencia, usted habla del desenmascaramiento de la ideología burguesa en Los heraldos negros.
– Lo que yo planteo, y eso se puede observar en su tesis, es que Vallejo ve un conflicto entre el vitalismo y antivitalismo. El romanticismo como vitalismo y el parnasianismo antivitalismo. Nosotros podemos ver las influencias de estas ideas en su poesía y una nueva lectura nos hará ver a Los heraldos… como un libro romántico, auténtico y vitalista, además de irreverente. Esa idea de su tesis se proyecta, hay continuidad en la politización de su poesía. Usa la misma taxonomía en su obra posterior. Vallejo no es como Neruda, que rechaza todo lo que había hecho antes y decía “ahora soy político”.
–¿En Los heraldos… hay herejía?
– Sí, siguiendo la pauta de los románticos, se enamoró de su sobrina, y hay poemas de ese amor incestuoso. Y también se proyecta como Cristo, con María Magdalena, en una relación sexual. Hereje total.
–¿Hay algo de anticipo de lo que es la teología de la liberación?
–Para mí, sí. Para muchos, tratar una ideología atea como el marxismo con el cristianismo, no tiene sentido. Esa es una visión muy tradicional, pero Vallejo no es así, en el poema “Masa”, cristianismo y marxismo son la misma cosa. Describe un milagro cristiano, pero también marxista.
El autor. Es profesor de University College London, Reino Unido. Ha publicado, entre otros libros, Religión y ciencia política en la obra de César Vallejo, César Vallejo: autógrafos olvidos y César Vallejo. Una biografía literaria.