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Ciencia

¿Por qué el Perucetus colossus y otros animales marinos terminaron enterrados en el desierto de Ica?

El hallazgo del animal más pesado del mundo en el desierto de Ocucaje ha vuelto a destacar la gran riqueza paleontológica de este lugar. En esta zona, antes se han encontrado dientes de megalodones y restos de otros seres acuáticos que hoy están extintos.

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El fósil de la mandíbula de una antigua ballena en el desierto de Ocucaje, en Ica. Foto: AFP

Esta semana, los restos del Perucetus colossus, una ballena prehistórica que vivió hace 39 millones de años, hallados en lo que hoy es el desierto de Ocucaje, en Ica, Perú, fueron el centro de interés científico a nivel internacional a raíz de un estudio que catalogó al animal como el más pesado que ha habitado en la Tierra, superando, con sus casi 200 toneladas, a las ballenas azules y los dinosaurios más gigantescos.

El hallazgo de este colosal cetáceo de cuatro patas, que no podía flotar en el mar por su gran dimensión, ha vuelto a incrementar el interés por la riqueza paleontológica de este paraje de la costa peruana, ubicado a 334 km al sur de Lima, donde antes se habían hallado dientes de megalodones y restos de otras especies ya extintas.

¿Pero por qué tantos animales marinos han quedado sepultados en Ocucaje como si fuese una cápsula en el tiempo? Para averiguarlo conversamos con el paleontólogo Rodolfo Salas-Gismondi, investigador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y uno de los participantes de la investigación sobre el Perucetus, publicada en Nature.

Ocucaje, un paraíso lleno de vida en el pasado

Ocucaje es un yacimiento excepcional de restos fósiles, ya que, hace varios millones de años, el valle de Ica fue el lecho marino de una zona que congregaba a una gran variedad de seres acuáticos. Esa superficie, sin embargo, luego se habría elevado por encima del mar cuando se formó la cordillera de los Andes en Sudamérica.

“El desierto de Ocucaje fue una zona costera bajo el nivel del mar que tenía lagunas, pantanos y bahías. Eran zonas del mar abierto protegidas por islas que las rodeaban. Era un mar tranquilo y relativamente cálido", señala Salas-Gismondi.

"En estas condiciones, se trataba de un lugar ideal para que los animales vivieran allí. Era casi paradisíaco y lleno de vida”.

Paleontólogos excavan alrededor de la cabeza fosilizada de una ballena en Ocucaje. Foto: AFP

Ahora, la razón por la cual se encuentran animales sepultados dentro de colinas rocosas en esta zona se debe a que, fortuitamente, fue un área favorable para la fosilización de las criaturas acuáticas.

“Como había mucha diversidad, los animales morían y sus cadáveres se hundían en el fondo marino. Allí había suficiente energía como para que el cadáver se sepultara, es decir, se cubriera por sedimentos de una manera relativamente rápida”, dijo Salas-Gismondi, quien también es jefe del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Dado que esas características se presentan en todas las rocas de la zona de Ocucaje, desde hace 40 millones de años hasta hace unos cinco millones de años, los paleontólogos han podido encontrar animales de distintos periodos geológicos, como el Megalodón, el Livyatan Melvillei, los perezosos acuáticos, los delfines de rostro alargado, entre otras criaturas.

El paleontólogo peruano Rodolfo Salas-Gismondi con el fósil de un cocodrilo prehistórico hallado en las costas peruanas. Foto: UPCH

El paleontólogo peruano hace hincapié en que Ocucaje no es el único lugar de nuestro país que presenta estas características. Otras zonas similares se encuentran en Sacaco, la costa norte de Arequipa, y el desierto de Piura, aunque esta es un área aún poco explorada.

El Perú es un país muy rico en restos paleontológicos, pero esa riqueza no se conoce a nivel nacional. En el extranjero, en la comunidad científica, es bien sabida la riqueza paleontológica porque se han escrito artículos que a veces no llegan al público en general”, destacó.

Aún faltan más restos del Perucetus

Hasta ahora, los científicos han rescatado 13 vértebras, 4 cuatro costillas y una parte de la pelvis del Coloso cetáceo del Perú. Si bien el avance es significativo, el objetivo más ansiado es obtener el cráneo, que le permitirá saber cómo fue la alimentación de esta bestia, perteneciente a la familia de los basilosáuridos.

No obstante, la misión no es nada fácil.

Vista aérea del lugar de excavación donde hallaron al Perucetus Colossus. Foto: Aldo Benites-Palomino

“El Perucetus colossus se encuentra en las rocas dentro de una colina grande. Para poder acceder a los huesos hay que excavar toneladas de rocas que están cubriendo los huesos”, dijo el paleontólogo sanmarquino a este medio.

“Imagínate que los estratos de rocas son horizontales, pero han sido erosionados hasta formar como un cerro. Ahora, para acceder a uno de esos estratos, hay que romper toda la roca que está por encima y llegar hasta unos 10 metros por debajo”, donde se encontrarían los restos óseos faltantes, explica.

Sin embargo, aun si se logra perforar el macizo, el hallazgo del esqueleto completo del Perucetus también es una cuestión de suerte.

En paleontología todo es fortuito. Los restos de animales pueden haberse sepultado por completo o solo haberse preservado una parte. Depende de muchos factores: cuánto tiempo los cadáveres estuvieron expuestos en la superficie, si otros animales lo pudieron haber desmembrado, si el oleaje pudo haber destruido algunas partes o si algunos huesos pudieron caer en una parte favorable para la fosilización o no".