Durante el último simposio organizado por la Fundación del Palacio Real de Ámsterdam, se trató el tema de la búsqueda de vida extraterrestre. En medio de un debate de alto nivel intelectual, uno de los expertos, el astrobiólogo Dirk Schulze-Makuch, sugirió una controvertida hipótesis sobre dicha investigación en Marte, planeta muy explorado por la humanidad a través de misiones robóticas.
"Dejé caer una sugerencia que algunas personas seguramente encontrarán provocativa: que ya encontramos vida en Marte hace casi 50 años, pero que sin darnos cuenta la matamos", contó en un artículo publicado en Big Think.
Schulze-Makuch se refiere a las muestras analizas por los dos módulos Viking de la NASA en el planeta rojo a mediados de la década de 1970. Equipados con instrumentos para detectar vida, realizaron una serie de experimentos con resultados que hasta hoy, según el astrobiólogo, son confusos.
Dos de estos experimentos, que analizaron el metabolismo microbiano y la síntesis orgánica, dieron positivo para la vida. En tanto, la prueba de intercambio de gases (evidencia de que algo 'respira') fue negativa, y los compuestos orgánicos detectados se interpretaron como contaminación proveniente de la Tierra.
Las posteriores misiones en Marte, como los rovers Curiosity y Perseverance, comprobaron que sí existen compuestos orgánicos autóctonos en Marte, los cuales podrían derivarse de procesos biológicos. Si ese fuera el caso, ¿por qué la misión Viking no detectó actividad que se esperaba en sus muestras?
Vista del módulo de aterrizaje Viking 2 en Marte. Foto: NASA
Basados en lo que se observa en la Tierra, los científicos de la NASA diseñaron los experimentos de Viking para que aplique agua a las muestras de suelo, de modo que estimule cualquier forma de vida en ese ambiente extremadamente seco.
Para Schulze-Makuch, este puede haber sido un gran error, ya que incluso en los lugares más secos de la Tierra, la vida halla formas de adaptarse. Por ejemplo, según su investigación en el desierto de Atacama en Chile, hay microbios que viven dentro de las rocas de sal.
"Estos resistentes organismos aprovechan un proceso que llamamos higroscopicidad, por el cual ciertas sales atraen agua directamente de la humedad relativa del aire", explica.
En ese sentido, indica que verter agua sobre estos microbios adaptados a la sequedad los hiperhidrataría. "En términos simples, sería más como ahogarlos".
"Quizás los supuestos microbios marcianos recolectados para los experimentos de liberación etiquetados no pudieron lidiar con esa cantidad de agua y murieron después de un tiempo", plantea el también presidente de la Sociedad Alemana de Astrobiología.
En el caso del suelo marciano —precisa—, además de sales, hay abundante peróxido de hidrógeno y percloratos, compuestos que pueden capturar el agua de la niebla en el planeta rojo.
Marte se caracteriza por su ambiente frío y seco. Foto: NASA
Las posibilidades no acaban allí. Un estudio firmado por Schulze-Makuch y su colega Joop M. Houtkooper sugirió que la vida microbiana en Marte podría contener peróxido de hidrógeno en sus células como adaptación evolutiva, lo que les permitiría extraer agua directamente de la atmósfera.
Aquí en la Tierra, algunos microorganismos usan o producen peróxido de hidrógeno para diversas funciones vitales.
Ya que el consenso científico indica que el planeta rojo no tiene condiciones para actividad biológica en el presente, las agencias espaciales apuntan a la detección de vida pasada. Con ese fin, la NASA, tiene planeado traer muestras de suelo tomadas por el Perseverance.
"Las misiones actuales no están diseñadas para detectar vida activa (solo compuestos orgánicos que no son evidencia por sí mismos)", le explica a La República.
Schulze-Makuch propone una nueva misión a Marte dedicada principalmente a la detección de vida adaptada a entornos secos, tal como sugiere su hipótesis. "Creo que hay una buena posibilidad de detectar (vida) una vez que enviemos esa misión".
De hecho, el investigador ya tiene definido que el lugar ideal para enviar esta nueva expedición sería en las tierras altas del hemisferio sur de Marte, donde abundan las rocas saladas.
Sin embargo, el accidentado relieve de esta región representará un desafío para la misión. "Es difícil aterrizar allí. A los ingenieros les gustan las llanuras planas para aterrizar", lamenta.