Markéta Kubánková, del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Luz, y otros investigadores de Alemania propusieron que la COVID-19 produce cambios duraderos en la sangre, tanto durante una infección grave como varios meses después. Los glóbulos rojos en los pacientes analizados mostraban signos de rigidez en su estructura, factor posiblemente relacionado a un pobre transporte de oxígeno en el cuerpo humano.
Los resultados de este estudio se encuentran disponibles en la revista Biophysical Journal.
El biofísico Jochen Guck, quien también participó en la redacción del artículo, analizó la sangre de 55 personas junto con sus colegas, mediante un sistema especial de tecnología reciente denominado Citometría de deformabilidad en tiempo real (RT-DC), que examina células del torrente sanguíneo a un ritmo rápido para detectar si hay algunos cambios.
De esas 55 personas, 17 eran pacientes con COVID-19 grave (ocho murieron en el transcurso del estudio). Había, de igual manera, 14 recuperados y 24 voluntarios sanos. Los expertos extrajeron cuatro millones de glóbulos rojos, los sometieron al sistema RT-DC y los estudiaron microscópicamente.
En el artículo especializado, el equipo involucrado declaró: “Las propiedades físicas de los eritrocitos (glóbulos de la sangre que se producen en la médula ósea) son cruciales para el flujo microcirculatorio y, como tales, estos cambios podrían afectar la circulación y promover la hipoxemia (nivel de oxígeno en la sangre inferior a lo normal)”.
“Si bien la patología (del nuevo coronavirus) aún no se comprende completamente, la respuesta hiperinflamatoria y los trastornos de la coagulación que conducen a la congestión de microvasos se consideran los factores clave del número de muertes aún en aumento”, explicaron los firmantes.
Los investigadores también detectaron que los neutrófilos, un tipo de glóbulo blanco, tuvieron cambios en los pacientes contagiados con coronavirus. Este leucocito, el más abundante en la sangre humana, presenta numerosas modificaciones meses luego de la infección, lo que demuestra una influencia de largo tiempo en el sistema inmunológico.
“Las alteraciones persistentes de eritrocitos y neutrófilos podrían estar relacionadas con síntomas a largo plazo de los pacientes recuperados, de los cuales el 70% describió dolor de cabeza crónico o síntomas neurológicos, el 54% tenía trastornos de concentración y el 62%, problemas circulatorios como sudor frío y taquicardia”, describieron los autores.