Su gran reto. Aunque sus detractores decían que era un tipo salido de un cuartel, para descalificarlo, Daniel Mora es un educador de hace muchos años y lo ha demostrado, con creces, al impulsar la Ley Universitaria. También ha demostrado ser un luchador, pues ha sufrido los embates de intereses creados en torno a la educación. Es uno de los personajes del año. 2015 Personaje, En su oficina Daniel Mora tiene colgada una caricatura de Carlín en la que Alejandro Toledo, al tiempo que le da un abrazo, le clava un cuchillo por la espalda. Desde un balcón observa la escena Pedro Cotillo, el rector de San Marcos. Mora recuerda su renuncia a Perú Posible, partido en el cual militó durante quince años: “Fue algo muy doloroso”. Se fue acusando falta de democracia interna. El jueves 17 fueron invitados algunos dirigentes a una reunión con Toledo, quien, en resumen, les dijo que ya había decidido la conformación de la plancha presidencial. Lo curioso es que recién el domingo 20 se iba a celebrar el congreso partidario para elegir a los acompañantes del candidato. “Todo era una pantomima. ¿Cómo me voy a prestar yo a eso?”, pregunta. En realidad, la decisión de alejarse ya venía dando vueltas y madurando en su cabeza debido a la ambigüa posición del ex presidente frente a la ley universitaria, que ha supuesto una revolución en el sistema educativo superior peruano. No es un improvisado Si una política pública relevante ha aprobado el Congreso en los años recientes, esa ha sido la Ley Universitaria. Y el principal impulso provino desde el lado menos esperado: de un general en retiro. Ese pasado en el Ejército, a decir de sus detractores, lo descalificaba desde el arranque. “La universidad es un espacio libre, no un cuartel”, argumentaron siempre quienes ven en la creación de la Sunedu un intento por violar la autonomía universitaria. Mora, en respuesta, siempre reivindicó sus 20 años de docencia en la Universidad de Lima, su experiencia como docente en la Academica Politécnica de Chile y sus cursos en el extranjero. “No soy un improvisado”, aseguró. Los galones académicos son importantes, claro. Pero lo más importante en todo el proceso fue que Mora ejerció una eficiente acción política: convocó a los directos interesados y los escuchó, buscó apoyo en las propias universidades y fuera de ellas y convenció a los demás de que era necesario y urgente un cambio profundo en un modelo que se salió de control. Luego, el respaldo vino solo. La gran mayoría de expertos en educación de este país no han dudado en destacar que la Ley Universitaria, ­siempre perfectible,­ es un auténtico paso adelante. Lucha por la ley La Ley Universitaria se aprobó y promulgó el año pasado, aunque en el 2015 empezó su implementación. No ha sido sencillo. Mientras la Sunedu se mantuvo detrás de las universidades exigiéndoles nuevos requisitos de calidad, se presentaron proyectos de ley y recursos de inconstitucionalidad para derogarla. Todos esos momentos lo vivieron con tensión Mora y su equipo. El Tribunal Constitucional ratificó en noviembre la norma. Parecía que con esta decisión el peligro se había disipado. Fue un espejismo. A los días, el Pleno puso al debate la llamada “Ley Cotillo”, bautizada así en honor al rector de San Marcos, para permitir que los rectores de las universidades públicas puedan extender sus mandato, sin elegir a nuevas autoridades. La presión impidió que el proyecto resulte aprobado. “Querrán seguir poniendo ‘cabes’”, advirtió Mora. Estos ‘cabes’, de acuerdo con Mora, se explican por los enormes intereses económicos. En un contexto en que fundar universidades se ha convertido en un tremendo negocio que reporta ganancias millonarias, exigir calidad colisiona con un modelo que privilegia los ingresos por encima de la educación de los alumnos. Presente y futuro Mora fue dado de baja del Ejército en 1998. “Me sacó Vladimiro Montesinos”, aseguró. En el 2000 colaboró con Toledo en la organización de la Marcha de los Cuatro Suyos contra la ilegal reelección de Alberto Fujimori. También organizó y lideró un extenso comando nacional de personeros. Más tarde se inscribió en PP, en donde ocupó cargos nacionales, entre ellos secretario nacional de política y secretario nacional de organización. “Nunca esperé que en mi propia casa me clavarían el puñal”, sostiene. Mora se refiere a las críticas que el propio Toledo lanzó en contra de la ley universitaria. “En vez de cuestionar, el señor Toledo debería haber estado orgulloso de que el plan del partido se ejecute, ¡y sin estar en el gobierno!”, señaló. Tras las críticas públicas del líder recibió un nuevo golpe con su retiro de la presidencia de la Comisión de Educación del Congreso a favor del cuestionado Víctor Crisólogo. Mora es consciente de que los siguientes seis meses serán, casi con seguridad, los últimos como congresista. Ha recibido invitaciones para sumarse a diferentes proyectos. El problema es que está fuera de plazo y ya no puede postular por otra organización. “Creo, con honestidad, que tenía buenas opciones de ser reelecto, pero así están las cosas. Mis principios pesaron más”, declaró. Mora se ha embarcado en la construcción de un colectivo ciudadano, que agrupe a profesionales de distintas áreas y promueva una educación de calidad, el desarrollo social y la lucha contra la corrupción. Desde ese colectivo, según dijo, podría respaldar a alguna propuesta que comulgue con sus preferencias, más hacia la centro­izquierda. “Porque no soy un neoliberal”, concluye. Frases “Los enemigos de la ley querían dejarla en vacaciones hasta las nuevas elecciones presidenciales”. “La mayor tensión fue esperando la decisión del TC. La ley fue revisada por especialistas pero había presión política y mediática”. “Le soy honesto, esperé oposición de todos lados pero nunca, como decimos los militares, del frente interno, de mi propio partido”.