Un recurso de nulidad. Un recurso de revisión. Tres recursos de hábeas corpus que han caminado hasta el Tribunal Constitucional repitiendo casi los mismos argumentos. En todas esas ocasiones, la defensa de Alberto Fujimori, a lo largo de años, ha sido derrotada. El desprestigio de los jueces que lo juzgaron, la invención de teorías sobre sentencias amañadas, los ataques a cualquiera que pretenda explicar la ley, los periodistas contratados, nada ha servido. Pasan los años y Fujimori sigue preso. Su esperanza, su única esperanza, era política. Por eso escogió a su hija como su sucesora con una agenda de punto único: conseguir, vía la conquista del poder, su libertad. Primero, con una fuerza parlamentaria el 2006 y luego con la Presidencia el 2011. Sin embargo, algo salió mal en los planes del padre para la hija. Muy mal. La hija dejó de obedecer. No porque, espantada, reconociera los crímenes de su padre. Tampoco porque se fue de la política, harta de ser usada para un fin subalterno. Nada de eso. La hija dejó de obedecer porque se le abrió el apetito de poder y lo quiso para ella, sin competencia alguna. Cuando perdió las elecciones el 2011 hizo correr la voz de que quería “desalbertizarse”. Convenció a personas de buena voluntad que este alejamiento venía de una descubierta vocación democrática que la hizo alabar la CVR, la defensa de los derechos humanos y hasta la Unión Civil en su presentación en la Universidad de Harvard. Es cierto que Keiko Fujimori se había independizado del padre. Lo que fue una gran mentira es que lo haya hecho por sus convicciones democráticas. Para sus fines, es decir, para no tener a nadie que dispute su liderazgo único, tiene que mantener a su padre en la cárcel. Tan atroz como se lee. Keiko Fujimori se ha convertido en el peor de los guardias de su padre. Él no recibe visitas de ella, pero el padre y los hermanos no pueden ni quejarse. ¿Qué sacarían haciéndolo? Por eso, el actuar rebelde pero cauto de Kenji. Saben que ella tiene el poder, todo el poder. Ella es la llave y ella es el candado. Esta verdad, conocida hace varios años para los que observamos de cerca, se ha hecho evidente ante los ojos de los propios votantes del fujimorismo en la última semana. Brutal como suena, la hija ha negado al padre una mejora sustancial en sus condiciones carcelarias. Primero, mandó a su bancada a pedir un indulto presidencial, a sabiendas de que es un imposible jurídico. Segundo, prohibió a su bancada apoyar el proyecto de ley de arresto domiciliario para condenados en condiciones de ancianidad, única esperanza (aunque jurídicamente controversial) para el padre. Pero esta vez Kenji se hizo notar un tanto más. Y todos los votantes del fujimorismo vieron, por fin, lo que ella les ha tratado de ocultar. Keiko Fujimori debe haber medido ya la cólera de sus seguidores –el voto duro fujimorista que está agradecido al padre, no a ella– y en un rápido control de daños, lanzó este viernes un video donde propone, como gran salida, lo que a estas alturas no es más que una vergonzosa trampa. Presentará un hábeas corpus, sabiendo que sería el cuarto, que nada ha cambiado y que no serviría para nada. El video donde dice que Alberto Fujimori “no está solo” –cuando ella no se toma ni la molestia de ir a verlo– podría causarle una taquicardia a cualquier padre en esa circunstancia. Sintomático no ver un solo tuit de agradecimiento del padre y, por otro lado, ver declarar a Alejandro Aguinaga diciendo que el único que estuvo en el hospital con su padre fue Kenji, no ella. En otros tiempos no se habría atrevido a decirlo, pero la ira ya es inocultable. ¿Y si Alberto Fujimori desautoriza a su hija a presentar recursos en su nombre? ¿Si va más allá y deshace lo hecho, cambiando públicamente de heredero? ¿Si ofrece al país un clima de gobernabilidad y aísla a los congresistas keikistas? ¿Si nos dice “basta ya de censuras y promover soterradamente la vacancia”, Kenji es el único que estará conmigo el 2021? ¿Si Kenji arma un grupo parlamentario para bajar el número de firmas a 1% y tiene su propia inscripción luego de anunciar que Keiko ha traicionado a su padre? Mal truco este del hábeas corpus. Si era para la platea, ya no es creíble. Si es un mensaje para el padre, a estas alturas, es muy cruel.