@claudiacisneros Quería escribir sobre la cumbre APEC y los flujos de poderes en reacomodo tras la horrorífica elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Debería y quería escribir acerca de la aparente paradoja de que el más grande propulsor de la globalización, hoy se erija –a través de su presidente electo– como el más furibundo enemigo de ella y que sea un país formalmente comunista como China el que esté listo para ocupar el espacio que los EEUU podría estar dejando, porque no hay vacíos en el poder, tampoco en el global. PUEDES VER: APEC 2016: Mark Zuckerberg aludió a Donald Trump y le envió este mensaje | VIDEO. Quería haber podido escribir acerca del verdadero poder global tras el político y tras la globalización: la gran y poderosa empresa. Sobre cómo es que la “religión del mercado” lleva al extremo de equiparar el consumo con la libertad individual, cuando no es más que consumo exacerbado a costa de libertades políticas y conciencia ciudadana. Escribir sobre los peligros del otro extremo: el proteccionismo chauvinista, excluyente, discriminador, que apela al fanatismo nacional para imponerse a los que son diferentes. Hubiera querido hablar con mayor profundidad sobre estos temas álgidos de nuestros tiempos globales, pero no hay semana en que el fujimorismo no se supere a sí mismo en defraudar al país. No hay semana que no muestren prepotencia y revanchismo. Como si haber puesto tras las rejas a la mayor parte de su cúpula fuese una maldad y no justicia aplicada correctamente por los incontables delitos cometidos en contra de nuestras instituciones y su gente. Está claro que quieren seguir atropellando desde el Congreso para copar cada posible espacio de poder. Está claro que quieren que nos cansemos, que dejemos de hablar de ellos, de escribir sobre ellos, de criticarlos, de señalar su aporte a la degradación política. Pero mientras más se esfuercen por hacer eso, más insistiremos en exponerlos. Se lo merecen porque su aporte al Perú es nulo. Y eso viene quedando cada vez más claro hasta para quienes alguna vez dieron el beneficio de la duda a Keiko. Con cada desacierto –que ellos ven como legítimas muestras de poder– se va constatando su incapacidad para pensar en términos de país. Su incapacidad para entender y actuar en democracia, a favor de la gente. Usufructúan de las posibilidades de la democracia, que está pensada para que se aplique bajo un consenso de valores, de procedimientos, y de disposición para servir a la comunidad. Pero ellos la usan solo como fachada para cometer sus atropellos. Usan las leyes para abusar de la democracia, del Estado de Derecho, de las instituciones, de la buena fe de la gente y de sus necesidades. Y todo por pura ambición de su partido por el poder y por la impunidad. Así lo hizo Alberto, así lo continua Keiko. Al atropello del fujimorismo para la repartija de cargos a favor de personas con cuestionamientos éticos y legales (Defensoría, Sunat, BCR, Comisión de Presupuesto, etc.), se suma el que haya sido nombrado presidente interino del Poder Judicial un juez nada menos que sentenciado por haberse reunido con Montesinos cuando aún era miembro del JNE y Fujimori-Montesinos atropellaban con la tercera e inconstitucional reelección. Ramiro de Valdivia Cano es su nombre y tuvo el desparpajo de denunciar al Poder Judicial que ahora resulta que debe pagarle 2.6 millones de soles (https://goo.gl/fJwchz). Un tremendo juez, que según una investigación de Ojo Público (https://goo.gl/zSzA7K) ha aumentado su patrimonio en 440% en solo cinco años. “Entre el 2011 y el 2012 pasó de tener un patrimonio de S/ 377 mil a S/ 1.4 millones sin explicación alguna”. Sin duda no hay grupo político más contento con esta pésima noticia para el sistema judicial y para el Perú, que el fujimorismo. Casi como si fuera un premio a los favores de antaño. A estar atentos a cualquier artimaña que traten de hacer pasar. Y dejamos constancia de la náusea que nos produce esta degradación institucional. Así que no. No nos callaremos ni nos cansaremos porque a nosotros sí nos importa el país, a nosotros sí nos importa la institucionalidad pública y porque jamás seremos un país realmente próspero, equitativo e inclusivo mientras las riendas de los poderes las tengan políticos nefastos, ramplones, fanáticos y absolutamente indolentes de las necesidades de la gente.