Últimamente han arreciado las acusaciones que vinculan al FA con el terrorismo de los años 1980. En realidad, estos ataques comenzaron durante la campaña electoral, sobre todo cuando Verónika Mendoza casi pasa a la segunda vuelta. Pero, en estos días, el fujimorismo parlamentario lo ha tomado como caballito de batalla. De alguna manera intuye que la próxima contienda será entre Keiko y Verónika, ya que PPK no volverá a competir y quizá no deje herederos. Ahora bien, la conexión entre FA y Sendero Luminoso ¿es una simple mentira o tiene algún asidero? Para empezar una cuestión de edad. Cuando en 1980 comenzó la guerra interna, buena parte de la dirigencia actual del FA no había nacido o era muy pequeña. Por ejemplo, Verónika nació precisamente ese año. De ese modo, resulta muy exagerado acusar a una generación de izquierdistas por debilidades políticas, que en caso de haberse cometido, corresponderían a la generación anterior. A continuación, tenemos el tema de la ideología y sus consecuencias prácticas. En efecto, tanto Sendero como el MRTA venían del marxismo y compartían un tronco común con el resto de la izquierda setentera. Los grupos que se unificaron en Izquierda Unida y participaron en las elecciones de los 1980 se debatían entre aceptar la democracia y la tradición que postulaba la necesaria destrucción del Estado burgués. Por ello, entre IU y los grupos que se alzaron en armas había un parentesco. Provenían de la misma fuente y ofrecían, sin embargo, lecturas distintas de la realidad y necesidades políticas del pueblo peruano. Cuando la crueldad del terrorismo alejó al pueblo del socialismo, declinó no sólo Sendero, sino también IU. A partir de 1990 nunca más tuvo un buen resultado electoral y la generación setentera no logró el regreso al primer plano que tanto buscó. Con respecto a la izquierda setentera y el terrorismo, es cierto que hubo confusión. Pero no fue la única equivocada. Recuerdo al presidente Belaunde minimizándolo y llamándolos “abigeos”, también me acuerdo del presidente García alabando su valor y poniéndolos ante los jóvenes apristas como ejemplo de entrega. En realidad, ningún grupo político de los 1980 tuvo claridad sobre el fenómeno cuando éste comenzó. El ascenso del FA en las últimas elecciones presidenciales se fundamenta en una nueva generación. Ya no son los setenteros, incluso pocos acompañan a las actuales lideresas. Pero ¿además de edad, hay algún cambio ideológico significativo? En realidad bastante. Actualmente hay cambios notables en cultura política y posturas frente a la democracia y el medio ambiente. Pero la clave se halla en democracia y ciudadanía. La izquierda setentera pensaba que la democracia era una estación en camino al socialismo. En elecciones se debía hacer propaganda y reclutar partidarios que puedan hacer la revolución, concebida como una negación total de la democracia apelada “burguesa”. Mientras que el FA plantea que el camino es profundizar la democracia, tomar la existente y extenderla a los dominios social y económico. Actualmente el Perú dispone de democracia política, pero se halla muy retrasado en lo social, porque subsisten el racismo y la discriminación, y también está muy retrasado en el dominio económico, porque la riqueza está muy concentrada y la mayoría de trabajadores son informales sin derechos. Por ello, el FA proviene de una evolución ideológica con respecto a los fundamentos de la izquierda setentera. Al postular que su lucha es por la ciudadanía en el marco de la democracia, se rompe con la vacilación anterior y, de ese modo, la izquierda actual ha superado la matriz conceptual que dio origen al terrorismo de los 1980. Así, la acusación del fujimorismo constituye una calumnia cuyo único sustento son fotos trucadas.