Minutos antes de que empiece un partido de fútbol, los directores técnicos de los equipos nos informan de las alineaciones. Ellas nos permiten entrever cuál será el planteamiento que cada equipo intentará plasmar sobre la cancha, si buscarán ser más ofensivos o defensivos, hasta qué punto buscarán imponer la dinámica del juego, o si por el contrario tomarán decisiones en función a lo que el rival decida. Para presidir el Consejo de Ministros del Presidente electo Kuczynski han optado por alguien cercano, en quien pueda delegar y confiar plenamente. Y han propuesto un equipo buscando básicamente la competencia técnica y profesional, el conocimiento de los sectores, de allí que sea mayoritariamente independiente; si con alguna experiencia política, mejor. En conjunto muestran la voluntad de formar un equipo competente, y en sintonía con el presidente electo. Ilustra asimismo, pero eso ya lo sabíamos, las limitaciones de Peruanos Por el Kambio como partido, pero también la voluntad de tomar decisiones de manera autónoma, por encima de las presiones tanto del fujimorismo como desde la izquierda. La idea sería suplir la debilidad partidaria, la pequeña representación congresal con la competencia técnica, con la legitimidad que sean capaces de despertar las iniciativas sectoriales. Dadas las condiciones que enfrenta el presidente electo (en particular la mayoría fujimorista en el Congreso), no parecía haber mucho margen para algo muy diferente, y si bien cada quien podría haber preferido algunos nombres diferentes en algunas carteras, en términos generales la selección parece apropiada para el tipo de dinámica que parece querer el presidente. Al frente está el equipo del fujimorismo. La cancha está claramente demarcada: por un lado, los fujimoristas no han querido mostrar ninguna cercanía con el ejecutivo, y, por el otro, la bancada oficialista ha declinado ser parte de una mesa directiva multipartidaria en el Congreso. El fujimorismo también ha mostrado su alineación: Salgado como presidenta del Congreso, Galarreta como vocero principal, Salaverry y Alcorta como alternos. Para la presidencia, una figura con experiencia y buen manejo político, que si bien es de la “vieja guardia”, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, y tres personajes del keikismo, recién reclutados en la última campaña. Por un lado han anunciado la voluntad de conformar una mesa directiva multipartidaria (de la que se habrían “autoexcluido” PPK y el Frente Amplio), en una señal de amplitud desde lo institucional, y por el otro han respondido críticamente en lo político objetando a algunos de los ministros anunciados, así como mostrando reparos a un eventual pedido de facultades legislativas delegadas. El planteamiento es entonces mostrar distancia, dureza, reclamarse como fuerza de oposición (frente al gobierno y sus “aliados” de izquierda), reivindicar su propio programa, pero sin cerrar las puertas al diálogo y la concertación. Sin embargo, todo esto es más que una estrategia, porque en cuanto a los contenidos de las políticas, las diferencias no son tan grandes. Viendo las alineaciones, creo que se puede esperar un buen partido: controles cruzados y equilibrio de poderes, pero sin amenazar la gobernabilidad democrática, y eventualmente la implementación de algunas de las reformas y cambios que el país necesita. Pero claro, una cosa son las alineaciones y otra muy diferente el partido: la dinámica del juego puede seguir caminos inesperados (se puede “calentar” de pronto y algunos jugadores pueden hacerse expulsar tontamente), y hasta la presión de las tribunas puede terminar siendo determinante.