Pensar más en los electores antes que en los candidatos., Cada nueva elección repone el debate sobre el debate entre los candidatos, algo que debe acabar mediante el establecimiento de reglas fijas que se determinen de antemano y sean de naturaleza obligatoria, pensadas para el beneficio del elector antes que del candidato. Parece que en esta segunda vuelta habrá tres debates. Uno, entre los equipos técnicos, este domingo 15 en Cusco. Otro, en Lima, entre los candidatos presidenciales el domingo 29. Y ahora ha surgido la posibilidad de que Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski se enfrenten una semana antes, el domingo 22 en Piura. No está mal, pues se trata de oportunidades singulares para que los electores puedan obtener conocimiento que los ayude a votar de manera más informada o, en el peor de los casos, pasar un rato divertido viendo a dos personas enfrentándose en el terreno de las ideas con las mejores armas que tengan y la mayor creatividad que pueden usar. Una campaña, especialmente en la segunda vuelta, cuando solo quedan dos candidatos, es un proceso excepcional en el que los postulantes buscan seducir al elector, ya sea mostrándose como personas estupendas en las que se puede confiar para entregarles la responsabilidad de conducir la nación por un lustro, pero, también, demoliendo al rival con el fin de que el ciudadano se convenza de que lo peor que podría hacer es votar él. De eso se trata una campaña en la que suele haber de todo. Desde la guerra sucia con ataques al enemigo, destacando sus defectos y minimizando sus virtudes, hasta la fase positiva en la que se busca plantear ideas para persuadir al ciudadano. Todo esto ocurre a través de entrevistas periodísticas, declaraciones al paso o en mítines. Pero también pueden y deben suceder mediante un número de debates determinados, organizados con una estructura de forma y de contenido temático, con el tiempo determinado, y un moderador que haga cumplir las reglas. Sería ideal que todo esto sea decidido antes de empezar la campaña, sin saber quiénes estarán en la segunda vuelta. Como en la Champions League, en la cual se sabe dónde y cuándo se jugará la final, al margen de quiénes llegarán a ella, las reglas del debate deben estar decididas de antemano –formato, número, duración, agenda, entre quiénes (candidatos a presidente, vicepresidentes, equipos técnicos, etc.)– y pensando en formatos para beneficio del ciudadano antes que en el elector, con creatividad para que sea un choque de ideas valioso, entretenido e innovador.