Ayer fue el día internacional de la lucha contra el bullying y el acoso escolar. De hecho, esta fecha sirve para resaltar la importancia no sólo de evitar la violencia hacia los menores –en particular los niños y niñas–, sino también para hacer hincapié en el reconocimiento y respeto de sus derechos. En este contexto es pertinente recordar que tanto Keiko Fujimori como PPK firmaron un compromiso con la niñez y la adolescencia. Cumplirlo no sólo será responsabilidad de quien gane las elecciones, sino de los congresistas que ya están fijos para el siguiente período. El compromiso firmado implica velar por normas que permitan dar oportunidades para el desarrollo saludable e integral de las niñas, niños y adolescentes; para que éstos culminen oportunamente su educación primaria y secundaria; y para que puedan crecer libres de violencia y explotación, en una familia que los respete y los quiera. El documento aterriza en cada uno de estos temas, pintando un panorama bastante preocupante para nuestro país: “En el 2014, la desnutrición crónica en la zona rural fue de 29% comparada con el 8% en la zona urbana”, cita el documento. En cuanto a violencia, las cifras de ese mismo año muestran cómo el 25% de padres y madres usa la violencia, en forma de castigo físico, para corregir a sus hijos. Solucionar esto no sólo requiere de un bonito discurso. Acabar con el maltrato a los niños debe ser una responsabilidad política del siguiente gobierno, desde el Ejecutivo y el Legislativo. Promover normas a favor del respeto a los menores y velar por el crecimiento del presupuesto público en este tema es empezar a romper el ciclo de violencia que nuestro país aún vive, en todas sus esferas.