Marisol Espinoza en las filas de César Acuña ha causado similar tipo de rasgado de vestiduras político-morales que Susana Villarán en las filas de Daniel Urresti. En efecto el salto es raro, pero ya no insólito, y cuando lleguen las listas parlamentarias veremos más casos. Es la hora de la iniciativa privada en la política electoral. La similitud de críticas carga cierta ironía, pues el lugar que hoy ocupa Villarán junto a Urresti bien lo hubiera podido ocupar Espinoza, antigua militante del nacionalismo. Pero la vicepresidenta del país la pasó mal en su partido post-2011. Incluso ahora Nadine Heredia se da tiempo para retuitear una frase sobre traidores en el partido de Acuña. En la teoría los llamados tránsfugas, que hoy existen en todas las candidaturas importantes, disponían de espacio adecuado en sus “lugares naturales”. Por eso su cambio de rumbo puede ser presentado como un defecto ético de la persona. Cabe decir que en este tema la derecha, más privatista, es más tolerante que la izquierda. Cuánto gana Acuña con Espinoza a bordo es una incógnita. Pero eso se puede decir de casi todos los jales de la temporada. Sin duda Espinoza tiene prestigio y quizás incluso seguidores entre los desencantados del humalismo. Además están allí los casi 20,000 votos que obtuvo como N°1 de la lista de Gana Perú en su Piura natal. En verdad a estas alturas el mix de jales de Acuña o de Pedro Pablo Kuczynski no tiene dirección reconocible, y su único mensaje es que el candidato está abierto a casi todas las posiciones y a casi toda personalidad con algo de brillo en el firmamento político. Esto ha terminado por anular la técnica del mensaje vía jale inesperado. Para Espinoza, Villarán y una docena de figuras más esta es la oportunidad de mantenerse en el juego político, más precisamente en el Parlamento. Con su decisión se han ahorrado cosas como tener que competir con gente más joven o más allegada a las dirigencias del momento. Probablemente su única otra opción era desaparecer en el crepúsculo por un tiempo. Para los jaladores el problema puede venir después, cuando rebroten las diferencias ideológicas con uno o más jalados. Si Espinoza no encajó del todo con el humalismo rediseñado, es poco probable que encaje con un acuñismo francamente derechista y liberal desde la partida. Debemos suponer que todo eso ya ha sido descontado en el acuerdo. Pero quizás las discrepancias ya han comenzado. Las declaraciones críticas de Espinoza acerca de los pagos y el estatuto migratorio de Luis Favre parecen no tomar en cuenta que el marketero político está trabajando para la campaña de César Acuña. Salvo que Espinoza sepa algo que no ha sido revelado a la opinión pública.