En la ONU. Embajador adjunto de Pyongyang aumenta la escalada con los Estados Unidos ante la posibilidad de un ataque preventivo por la administración de Donald Trump.,Corea del Norte juega al terror. En un nuevo ejercicio de intimidación verbal, el embajador de Pyongyang ante la ONU, Kim In Ryong, afirmó esta tarde que la escalada con Estados Unidos crea “una situación peligrosa en la que una guerra termonuclear puede estallar en cualquier momento”. “Si Washington opta por una acción militar, estamos preparados para reaccionar a cualquier tipo de conflicto”, señaló el diplomático en un tono inusual en la ONU. Sus palabras llegaron en respuesta a la advertencia lanzada horas antes por el vicepresidente Mike Pence. En su visita a Corea del Sur, el segundo hombre más poderoso de la Casa Blanca dio por terminada la era de la “paciencia estratégica” y anunció que “todas las opciones estaban sobre la mesa”, incluidas acciones militares de castigo como las lanzadas en Siria y Afganistán. PUEDES VER: Donald Trump a Corea del Norte: "Deben comportarse" Ante este desafío, Washington no se ha quedado quieto. Tras comprobar que las sanciones de nada servían, ha apretado las tuercas con una ciberguerra, cuya profundidad es un misterio, el desarrollo de un escudo de defensa aérea en Corea del Sur y, en las últimas semanas, con el envío del portaviones nucleares Carl Vinson y su poderoso grupo de combate a aguas de la península coreana. Todo ello ha exacerbado aún más la retórica de un régimen que se alimenta del terror. Embarcada en una feroz represión interna, la dictadura del líder supremo Kim Jong-un se sostiene por la amenaza misma de un conflicto. Bajo una lógica endiablada, la posibilidad de una guerra nuclear da cohesión a un gobierno, que detrás de la iconografía comunista oculta una tiranía hereditaria y paranoica, donde el fallecido fundador de la dinastía, Kim Il-sung, ocupa el cargo de Presidente Eterno, y su difunto hijo Kim Jong-il, el de Líder Eterno. Una máquina de poder personal que ha retado a Estados Unidos, una economía 1.600 veces más poderosa, con un pulso suicida: la disposición a inmolarse y recibir una andana del mayor ejército del planeta, a cambio de golpear con el arma nuclear aunque solo sea una vez a su enemigo o algunos de sus aliados. Esta aterradora posibilidad ha logrado mantener al régimen a flote y ha evitado que las presiones devengan hasta ahora en acciones militares. Frente a este equilibrio del miedo, Trump ha decidido probar otra ruta. Ha presionado diplomáticamente a China para que bloquee la carrera armamentística coreana y, tras las demoledoras intervenciones militares en Siria y Afganistán, ha mostrado su disposición a emprender un ataque preventivo. Esta amenaza ha sido absorbida rápidamente por Pyongyang y transformada en pólvora para su artillería verbal. “Esta grave situación prueba una vez más que la República Democrática Popular de Corea está enteramente justificada cuando aumentó sus capacidades de autodefensa y ataque preventivo con el puntal nuclear”, afirmó el embajador Kim In Ryong. El representante norcoreano destacó el reciente ataque lanzado por Estados Unidos contra una base aérea siria, como prueba de que EE.UU. es una amenaza para estados soberanos bajo el pretexto de trabajar por la paz. "Estados Unidos está perturbando la paz y estabilidad globales e insistiendo en una lógica de gángster", aseguró Kim, quien acusó a la administración estadounidense de querer aplicar a su país la misma doctrina que a Siria. Según el embajador, el reciente despliegue de un portaaviones nuclear estadounidense en aguas próximas a la península de Corea está "empujando la situación hacia el borde de una guerra". "Esto ha creado una situación en la que una guerra termonuclear puede desatarse en cualquier momento", insistió. Kim criticó, además, muy duramente una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU convocada por EE.UU. para el próximo 28 de abril con el fin de abordar la situación en Corea del Norte. La cita, que estará presidida por el jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, es para el gobierno norcoreano una muestra de los "dobles estándares" del Consejo y un intento de justificar las posturas de EE.UU. e impulsar más sanciones. No fue el único funcionario norcoreano en responder a Estados Unidos: el director general de Organizaciones Internacionales de Corea del Norte, Kim Chang-min, dijo en una entrevista a EFE que la situación en la región es "extremadamente peligrosa" y que en cualquier momento puede desatarse una guerra. "Hoy, en la península de Corea, se ha creado una situación extremadamente peligrosa en la que nadie puede prever cuándo se va a quedar fuera de control y a derivar en una guerra total", aseguró el alto funcionario del Ministerio Exteriores de Pyongyang. Kim culpó a Estados Unidos de las actuales tensiones en la región y aseguró que el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, ha dicho en su visita a Corea del Sur que quiere defender a sus aliados asiáticos, pero en realidad lo que busca es "un ataque preventivo para derrocar al régimen" comunista norcoreano. La situación explosiva, por lo menos en términos verbales, ya ha comenzado.