Vive en Barcelona hace una década, tiene una web personal con su nombre y publica textos para acabar con los estigmas que rodean a la prostitución. Es prostituta y feminista., Hace unos días leí una entrevista a una joven prostituta que podía ser una entrevista más a una trabajadora sexual anónima más pero no lo era. Devoré sus respuestas y le compré casi todo lo que decía, entre otras cosas que era “puta y feminista”, que estaba mejor trabajando como puta que en un McDonalds y algún brillante descargo al periodista: “¿Tú vendes tu culo porque estás sentado en tu silla de la oficina? Todo el mundo usa su cuerpo para trabajar, el problema es santificar el coño”. No solo era lo que decía, sino cómo lo decía. PUEDE LEER. Instagram: Jóvenes físicamente idénticas se llevan gran sorpresa tras realizarse examen de ADN Hace mucho que no veía hablar con semejante contundencia no ya a una puta sino a nadie en lo absoluto. Natalia Ferrari (23) es una prostituta independiente que trabaja en Barcelona, acaba de ser portada en Interviú y dice sentirse parte de una nueva generación de trabajadoras del sexo, que habla claro (el problema no es la prostitución sino la trata, por ejemplo), utilizan las redes para hacer activismo por los derechos femeninos y están a favor de la regulación y de que se reconozca también la realidad de quienes, como ellas, trabajan en esto por elección y hasta por placer. También es la autora de 10 consejos para ser un buen putero. En su web www.nataliaferrari.com ofrece una “girlfiend experience”, como la película de Soderbergh, por 350 euros por dos horas y 1,200 toda la noche. Me quedo con una parte del apartado “Dudas habituales”: Cliente: Quiero que me hagas el sexo oral sin preservativos. Natalia: Qué bien. Yo quiero ser dueña de una fábrica de chocolate blanco vegano y que no me produzca gastos. El mundo es cruel”. ¿Cuándo decides que no vas a ser una puta cualquiera y articulas un discurso político? Cuando me doy cuenta de que tengo que tomar decisiones para crear mi marca personal. Sé que cada acción comunica algo distinto y como vengo de un pasado en el activismo –a los 18 años empecé a hacer activismo por los derechos animales y eso marcó un antes y un después para mí– sentí que era importante tomar decisiones que aporten un valor a lo que me importa y ayuden a marcar una diferencia. Cuando me hago puta me toca directamente toda la problemática social relacionada con la profesión y me parece necesario hacer algo al respecto. Hay la idea de que nadie es vocacionalmente puta y de que se hace por dinero. Esto es algo que solo se le cuestiona a las putas, el resto de trabajadores del mundo, al parecer, no lo hacen por necesidades económicas. Todos en algún momento de nuestra vida aceptamos y mantenemos un trabajo que no nos interesa solo por el dinero. Sí, las putas también. Si llevas tiempo y sigues siendo puta, quizá es porque lo estás eligiendo activamente. Yo necesitaba un trabajo porque, lamentablemente, me cobran por la comida, el agua y el techo. La prostitución fue el que mejor se adaptó a mis intereses y el que más facilidades me daba para mantener el estilo de vida que deseo. ¿Cómo son las nuevas putas? Existen putas en la historia que han hablado con orgullo de su profesión. Ahora hay más facilidad para visibilizarnos como individuos. Con las redes sociales hoy las putas tienen Twitter o incluso blogs. Siento que hay muchas prostitutas jóvenes que eligen prostituirse porque es la mejor opción, tienen entornos abiertos en su vida y no cargan con vergüenza su trabajo. ¿Hay que ser clase media y tener un nivel cultural para empoderarse como puta? Hay que saber lo que una quiere. En occidente, no supone una condena para el resto de tu vida no tener estudios o ser pobre. En mi caso, dejé el instituto a los 13 años, y aún así no he parado de aprender sobre aquello que me interesaba o que creía necesario para alcanzar mis objetivos. Si quieres tener éxito, fórmate. Si no puedes sola, pide ayuda. Te reivindicas como feminista pero supongo que hay feministas que no te tragan. No entro en esos debates. La crítica de cierto sector feminista mantiene que la prostitución es un sistema de explotación del hombre sobre la mujer. Eso es muy simplista. Invisibiliza a los hombres que se prostituyen, ignora la existencia de clientes mujeres y parejas, arrebata el poder de decisión de las prostitutas, demoniza a los clientes. Niega la capacidad del ser humano para evolucionar. El matrimonio también fue históricamente una institución desigualitaria y en muchos lugares aún lo es. ¿Abolimos el matrimonio o educamos a la gente a que se relacione de una forma sana? ¿Por qué una chica joven querría ser una prostituta orgullosa? ¿Por qué no? Estás en contacto con tu sexualidad y tienes pleno control del uso de tu energía y tiempo. Es un trabajo con el que puedes vivir perfectamente trabajando poco y te permite desarrollar otros proyectos paralelamente. Diario La República ¿Qué es lo primero que debe aceptar un cliente? El principio básico del respeto es aceptar que ella tiene el control. Por otra parte, el componente emocional es muy variado y depende de la conexión mutua que se cree en el encuentro. Tienes un filtro tan riguroso con los clientes que la prostitución contigo se parece más a ligar que a pagar. ¿Qué opinas? No estoy de acuerdo. Mis filtros no buscan que el cliente me seduzca. Simplemente me interesa tener la seguridad de que esa persona entiende y acepta mis condiciones básicas. Si siento que cualquiera de esas premisas no se cumplen, ese humano y yo no nos vamos a entender. Esto es mejor saberlo antes de que él esté dentro de mi habitación. ¿Qué más se puede hacer para que las reinvidicaciones no caigan en saco roto? ¿Un partido político de putas? No creo que sea efectivo crear un partido político de putas, pero sí crear grupos que influencien a los partidos que ya existen. Organizarse y hacer demandas claras según las necesidades determinadas. Pero parece que antes hay que perder el miedo a ser reconocida socialmente como una trabajadora sexual.