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Domingo

Canta, Susana, canta...

La ganadora de dos Grammys ha vuelto a sus orígenes: a cantar sin músicos, solo ella y su voz. Susana Baca ha grabado confinada en casa A Capella, un disco que nos hará compañía en los momentos duros. En entrevista telefónica opina, además, sobre otra epidemia: el racismo.

El sol de verano se ha ido y la cuarentena se le hace eterna a Susana Baca. El estado de emergencia la ha secuestrado a ella y a su esposo, Ricardo Pereira, en su casa de Santa Bárbara, pueblo ubicado en San Luis de Cañete al sur de Lima, donde, por suerte, no hay ningún infectado de SARS-CoV-2 hasta el momento.

Su vida como la de todos se partió en dos ese 16 de marzo, cuando el presidente Martín Vizcarra declaró la emergencia sanitaria. El 8 estuvo en la Municipalidad de Lima, dando unas palabras por el Día Internacional de la Mujer y revalorando la valentía de su amiga María Elena Moyano. Estaba lista para cumplir los compromisos agendados para los días posteriores.

Acababa de llegar de Europa, a donde había viajado con Ricardo para visitar una amiga en Barcelona y dar un concierto en Roma. No pudo concretar lo segundo porque la pandemia del coronavirus comenzaba a hacer estragos en el viejo continente. Las noticias del incremento de infectados y las muertes por el virus la hizo volver a Lima donde, pensaba, estaría a salvo, ignorando que la crisis le estaba pisando los talones.

- Nos vinimos a Cañete pensando pasar unos días y, de repente, comenzó el estado de alarma -dice Susana, al otro lado del hilo telefónico, quien ha pasado su cumpleaños número 76 en confinamiento, aunque, confiesa, a veces sale al merca- do con toda la protección adecuada, por supuesto.

No hay prisa en Santa Bárbara. A la cantante le sobra el tiempo para escuchar el sonido del mar y contemplar desde su ventana a algún pescador solitario que sin medir riesgos entra al mar para atrapar algo de comer. Está confinada a unas vacaciones forzadas e inacabables que han puesto en suspenso todo.

Los conciertos programados con el coro de jóvenes de Cañete están en el limbo. Los ensayos con el pianista Samuel Vicente, el contrabajista Óscar Huaranga y Fernando Urteaga en la percusión, el trío que la acompaña en sus presentaciones, se han paralizado.

- Quería ensayar con el pianista vía Skype, pero no tengo el aparato moderno para hacerlo aquí desde casa y la conexión de internet es pésima.

En su departamento de Chorrillos, que la cantante no pisa desde hace 84 días, están todos sus artilugios tecnológicos y un pequeño estudio de grabación profesional que tanto echa de menos hoy. En Santa Bárbara solo tiene un estudio básico al lado de la cocina, compuesto por un micrófono y una PC que maneja Ricardo. Lejos de los escenarios y el ritmo frenético de las giras, Susana se siente expulsada de su hábitat natural. Y eso, sumado a las noticias de angustia y muerte que se vive afuera por la emergencia sanitaria, la entristecen.

Canta, Susanita, canta a capella, como cuando te conocí [hace más de cuarenta años]”, dice que le dijo Ricardo para darle fuerzas en sus momentos más bajos, cuando la escuchaba entonar en soledad el retazo de alguna canción que se le quedó en punta de la lengua y nunca floreció en un disco o concierto.

¿Quién dijo que todo está perdido? /

Yo vengo a ofrecer mi corazón

Con estos versos comienza la canción “Yo vengo a ofrecer mi corazón”-tema original de Fito Páez- y con esta canción se abre el nuevo disco de la septuagenaria y ganadora de dos Latin Grammy, Susana Baca, quien desarmada de músicos ha apelado al único instrumento que viene incorporado al ser humano para entregarnos una nueva obra: su voz.

- Esa canción de Fito la cantaba como mantra a ratos para salvarme de la pesadumbre - dice Susana, quien recibió una llamada y una felicitación vía Twitter de su colega argentino.

El arte salva

“El ser del artista es hacer de su vida un oficio que acompañe la vida”, dijo Susana en una reciente entrevista, revalorando la función del artista en la vida social. Para la cantante el arte es salvación y trasciende al entretenimiento burdo. Es un cable a tierra que nos da soporte en los momentos más duros de la vida como el que estamos atravesando por la pandemia.

- El arte lo sublima todo. Mira lo que pasaba en Italia, había músicos que tocaban desde sus balcones o jóvenes coristas que cantaban desde el fondo del alma. La gente se sentía menos sola y acariciada por esas voces.

A Capella pretende también que nos sintamos acompañados. Susana rescata canciones que mueven fibra como “Gracias a la vida” de la chilena Violeta Parra o el vals “Canción de fe” del maestro Manuel Acosta Ojeda:

Yo creo que algún día se morirá la muerte/

Y será la moneda de amor y de verdad.

-La pandemia nos arrinconó a los artistas. Yo me he quedado sin trabajo. Todos los proyectos que tenía programados eran en Europa y Estados Unidos. Tenemos una Ley del Artista, pero salió coja, sin seguro social y sin pensión de jubilación. El Estado ni siquiera sabe cuántos somos- dice la cantante.

Y si no se hizo un censo ni existen padrones de músicos, cantantes, poetas, pintores, artesanos que tiene el país, difícilmente se les considerará en la lista de los beneficiarios de los bonos que está dando el Estado para solventar la crisis económica. Susana recuerda su paso como ministra de Cultura durante el gobierno de Ollanta Humala y lo poco que pudo hacer en los 5 meses que duró en el cargo.

-No se puede hacer mucho en ese tiempo. Pero, eso sí, des- de el primer día, abrí el ministerio a los artistas y nombré una comisión que junto al departamento jurídico preparó la modificatoria de la ley que luego de pasar por varios ministros fue encarpetada en el Congreso.

Susana está lejos de su público, pero está muy conectada vía redes sociales. El último fin de semana posteó en Instagram una reflexión sobre el asesinato del afroamericano George Floyd perpetrado por policías en Minesota: “Este es no es accidente de un policía racista. Es una política intolerante y de segregación”, escribió.

Conoce de cerca hasta dónde puede llegar el odio del movimiento supremacista blanco pues el año pasado fue invitada a cantar en el Teatro de la Universidad de Charlottesville, Virginia, en homenaje a una afroamericana que fue asesinada por un muchacho que la atropelló con su auto durante una manifestación.

También en el Perú persiste el racismo, pero no con la violencia de EE.UU. Es, más bien, soterrado y se filtra en las burlas, en el bullying y en algunos programas de televisión.

- Yo me crié en mi ‘gueto’ negro de Chorrillos y mientras no salía de casa, de ese mundo que tenía con mi madre y mis tías que venían a chismear y preparar escabeches, estaba protegida de lo que pasaba afuera con gente como yo.

A Susana le negaron una beca para entrar al Conservatorio de Música porque ese lugar era para “niños blancos”, comprendió después.

- Creo que la gente que es racista no ha caminado el Perú -dice la cantante a quien la revista Rolling Stone llamó la diva afroperuana.

Pues tenemos a nuestra diva recluida en Santa Bárbara muy dispuesta a entregarnos su corazón y voz para superar los momentos malos.

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