En estos tiempos de Vendimia, brindemos con los piscos de Rubén Vicente, productor de Lunahuaná, quien utiliza una variedad de uva que solo crece en Cañete.,Luis Pérez / Revista Rumbos Mediodía. El calor infernal es combatido por unos vientos que hacen hablar a los cerros. No es una exageración. Son los berrinches de El Niño, el fenómeno climatológico. Nadie puede controlarlo. Se hace su voluntad. Adiós cielo azul, pulcro, sin pecado original. PUEDES VER: Bolivia: siguiendo los pasos de Neil Armstrong Bienvenido cielo opaco y melancólico que pronto se transformará en lluvia. Los primeros chispazos caen sobre el suelo sediento. Su persistencia anuncia un aguacero. El presagio se cumple. Olor a tierra fértil en el valle de Lunahuaná (Cañete). “Debemos acelerar el ritmo de la cosecha”, dicen intranquilos varios hombres que trabajan la tierra. “Aún faltan llenar varias jabas”, comenta un anciano. Él entre bromas y risas, se aumenta y se quita la edad. Así se juega con los curiosos. “Tiene más de ochenta años”, lo delata o se une a la broma, uno de los trabajadores. Difícil saberlo. Al final, eso no le importa demasiado a Rubén Vicente, ‘Chaleco’ –para los amigos y los extraños–. La edad es lo de menos, piensa y predica con el ejemplo. Él continúa yendo a su chacra, regándola y retornando a su casa con algunos productos. Así creció. Así es la tradición. Así es la vida del agricultor lunahuanense. La uva del valle 'Chaleco' brinda por la vida y el valle de Lunahuaná. Foto: Luis Pérez Ese es el trajín diario en su fundo El Molino, donde hay parrales de diferentes variedades de uvas: quebranta, borgoña y uvina, siendo esta última la que más resalta. Se trata de una uva no aromática que contiene una buena cantidad de antocianinas, flavonoides y procianidinas. “También tiene resveratrol, un antioxidante que lucha contra el envejecimiento”. ¿Será por eso que a ‘Chaleco’ le gusta jugar con su edad? Bueno, lo cierto es que esta uva solo crece en los distritos cañetanos de Lunahuaná, Pacarán y Zuñiga, y a una altura de 800 m.s.n.m. Situación aprovechada por los lugareños, quienes, desde hace años, la utilizan para la producción del licor de bandera. “El pisco lo podemos obtener de ocho variedades de uva. La uvina destaca como una de las mejores”, cuenta optimista don Rubén, sobre la prodigiosa uva pisquera de baya pequeña, color púrpura, racimo grande y cargado. “Tiene un buen tinte para los vinos”, continua con su cátedra. Según cuentan los trabajadores y el mismísimo don Rubén, mucho antes del boom pisquero, la uvina era utilizada para pintar los vinos gracias a sus antocianos. “Ahora es bien usada para crear aguardientes”, concuerdan todos. Fin del diálogo. Es momento de retornar a la cosecha. Es momento de la vendimia. Más de 65 jabas de uvinas, se van en fila india hacia la bodega. La pisa, la fermentación y el destilado ya es cosa de las horas, los días y las semanas. Lo que si podemos asegurar es que ese pisco de 45 grados de alcohol está como los dioses. Buen sabor y excelente armonía de aromas. ¡Salud!, mientras cae la lluvia. El dato Dónde: Fundo El Molino, anexo Jita, kilómetro 37 de la carretera Lunahuaná - Yauyos.