Sociedad

Arequipa y Cusco en el segundo y tercer lugar con más feminicidios a nivel nacional

Respecto de los intentos de asesinato de mujeres durante el 2021, en Arequipa se registraron 89 casos, mientras que en la región imperial se contabilizaron 77.

Defensoría del Pueblo pide atender esta problemática con urgencia. Foto: La República.
Defensoría del Pueblo pide atender esta problemática con urgencia. Foto: La República.

La cifras de cierre del 2021 del Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar (Aurora) son reveladoras. En principio, permiten conocer que Arequipa ocupa el segundo lugar con más feminicidios a nivel nacional con ocho casos, superada por Lima con 25 crímenes contra mujeres. En tercer lugar se encuentra Cusco también con ocho asesinatos.

Otras regiones del sur que también aparecen con varios crímenes de odio contra mujeres de todas las edades son Madre de Dios (6), Ayacucho (5) y Apurímac (5). Hacia el final de la tabla figuran Puno (3) y Tacna (1). La buena noticia es que en Moquegua no se perpetró ningún feminicidio, de acuerdo a las cifras de Aurora.

Respecto de las tentativas de asesinato que tienen como objetivo a las mujeres, una vez más Arequipa ocupa el segundo lugar a nivel nacional con 89 casos. En cuarto lugar está Cusco (77), seguido más abajo por Puno (52), Apurímac (39), Ayacucho (37), Tacna (22), Madre de Dios (19) y, finalmente, Moquegua (14), que aparece en el último lugar de la tabla.

Los feminicidios son una constante en todo el territorio peruano. De ese modo, al cierre del 2021, un total de 136 mujeres fueron ultimadas con violencia en diferentes circunstancias, mientras que un año antes perecieron 131.

A nivel nacional, 59 de las víctimas tenían entre 30 y 59 años. Otro grupo etario afectado es el de 18 a 29 años, rango de edad al pertenecían 53 mujeres al momento de ser asesinadas.

En seis de cada 10 feminicidios, el perpetrador del crimen fue la pareja de la víctima, y en un 15% se trataba de las exparejas.

Violencia como antecedente

Si se compara los reportes de las personas atendidas en los Centro de Emergencia Mujer (CEM) de Arequipa, víctimas de diversos tipos de violencia, se encontrará que, de enero a octubre de este año, se contabilizaron 12.562 casos. Por otro lado, el año pasado, las denuncias fueron menos: 11.229. Las denuncias siempre aumentan, nunca se reducen. Esta situación es repetitiva. ¿Dónde radica el problema?

El abogado penalista Juan de Dios Medina sostiene que hay dos errores fundamentales. En principio, no se trabaja con los agresores hasta su rehabilitación total. Por otro lado, las agraviadas tampoco son recuperadas plenamente. Esta es la primera pista que lleva a entender por qué la violencia contra la mujer, en todas sus formas, es cíclica y avanza como una espiral.

Consultada sobre este aspecto, Ruth Gallegos Esquivias, psicóloga y psicoterapeuta sistémica familiar, sostiene que el Ministerio de Salud ha previsto un paquete de atenciones para las personas que padecen a causa de la violencia. Para empezar, cuentan con 25 atenciones, que contemplan terapia psicológica, trabajos en grupos y diversas actividades.

Si el profesional tratante considera que debe seguir en tratamiento, puede acceder a más paquetes. Sin embargo, en este punto suele ocurrir que la agraviada deja de asistir. El también exfiscal Juan de Dios Medina advierte que la víctima de violencia no está obligada a continuar con su recuperación.

Otra es la historia de los agresores. En la experiencia de la psicóloga Gallegos Esquivias, los varones acuden a regañadientes a recibir terapia y conminados por una orden judicial que no precisa a cuántas sesiones deben acudir. Aceptan las ocho citas básicas con los profesionales de salud mental por cumplir ante la Justicia, pero niegan ser agresores. “Ellos también podrían acceder a los mismos beneficios que las mujeres, pero apenas el 1% pide el paquete completo”, indica la especialista.

Ruth Gallegos calcula que el 50% de sobrevivientes de violencia de género completa el tratamiento, mientras que el 90% de varones cumple con la disposición judicial de terapia. Sin embargo, en ninguno de los casos, se puede hablar de una agraviada recuperada ni de un agresor rehabilitado, porque para ello se requiere mucho tiempo. “No solo es responsabilidad de las instituciones. Las personas tratadas no están comprometidas”, advierte.