La fuerza de choque contra el coronavirus
Testimonios. Profesionales médicos encargados del área de UCI en EsSalud Arequipa viven con el temor de un posible contagio al estar en constante contacto con pacientes de coronavirus. Ellos son parte del equipo que lucha por salvar la vida de los casos críticos, los que llegan por un descarte o síntomas y quienes desde sus casas necesitan asistencia psicológica.
Edwar Quispe
Arequipa
Para el médico encargado de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) COVID-19 en EsSalud Central, dar la noticia de una muerte nunca había sido tan difícil y dolorosa. El hospital Carlos Alberto Seguín Escobedo es la trinchera desde donde este galeno lucha contra la pandemia, que ya ha cobrado la vida de cinco arequipeños y ha infectado a otros 51.
Dio las malas noticias el último miércoles, mediante una llamada telefónica. Solo el hijo de la víctima de coronavirus pudo ver a su padre por última vez, usando la indumentaria de seguridad y guardando la distancia.
Los protocolos de seguridad y salud no permiten que nadie más que el personal médico esté presente en el sanatorio. Este es el lugar donde muchos médicos y personal de salud deben lidiar con el temor a un contagio y el cumplimiento de su vocación de servicio. “Dios quiera que esto no se agrave, como en China, donde el personal médico era confinado a vivir fuera de casa por temor a llevar la infección a su familia. Siempre hay una carga tensional, emotiva. Para esto hemos escogido esta profesión, al final más allá de cualquier situación de trabajo, es nuestra vocación”, afirma el galeno.
En dos semanas de trabajo en la UCI, se han hecho varios cambios para habilitar zonas de aislamiento. Primero para colocarse los equipos de protección y luego para quitárselos.
Debido a la cercanía con los pacientes, el personal tiene mucha posibilidad de infectarse. El virus es mucho más contagioso que cualquier otro. Son 20 médicos y 40 enfermeras que trabajan dos turnos en distintas áreas.
Tienen seis pacientes hospitalizados, cuatro de ellos casos confirmados y dos a la espera de resultados. “Va a bajar un paciente del sétimo piso, ya se han habilitado 4 camas más”, dice el galeno. El trabajo se ha multiplicado porque son pacientes delicados y muy graves.
El responsable de UCI cuenta que después de sus guardias deben quitarse la ropa y bañarse, luego se vestirán con las prendas para ir a casa. Quienes deben ingresar muchas veces a la sala de pacientes han decidido alquilar habitaciones lejos de su familia, para evitar un contagio.
Hasta el momento no se han registrado médicos con síntomas de COVID-19, pero la posibilidad es latente. No solo hay pacientes de UCI u hospitalizados en Medicina, hay personas atendidas por males que no son respiratorios y tienen contacto con médicos, pero cuando les hacen la prueba da negativo. El personal está expuesto.
Otras trincheras
El procedimiento para la atención de los pacientes inicia en el triaje diferenciado, allí revisan a los ciudadanos que llegan con cuadros respiratorios sugestivos. Una enfermera del área de COVID-19 Emergencia del Essalud nos cuenta su trabajo.
“Para nosotros es difícil porque somos la primera línea de acción. Es una batalla constante pensando en nuestra familia”, cuenta por el hilo telefónico.
El protocolo manda que el paciente sea revisado de inmediato por el médico y con el diagnóstico pasa a manos de la enfermera. Lo llevan a laboratorio y luego se determina si es hospitalización.
Si el paciente es compatible con los síntomas, se define si va a hospitalización en el área de Medicina en el sétimo piso o debe ser internado en UCI, donde casi siempre terminan con una sonda en la tráquea y conectados a un respirador mecánico. El paciente está sedado y ya no puede comunicarse.
La enfermera no deja de tener miedo con cada atención, pero allí es donde prima su profesionalismo. “Somos guerreras y tenemos que salir adelante”.
Su trabajo empieza portando los trajes de bioseguridad, mandiles, guantes, mascarillas N95, un cobertor para el rostro y botas. Al terminar, la indumentaria se queda en el hospital para volver a casa. La enfermera le ha tenido que enseñar a su familia las rutinas de higiene: un trapo con lejía la espera en la puerta, el lavado de manos es fundamental, hasta el manejo de la ropa.
Las enfermeras tratan de darle a los pacientes apoyo emocional, algunos lo toman de forma positiva y otros desarrollan cuadros ansiosos. “Cada persona es una esfera psicológica, emocional y física. Tratamos que no se sientan rechazados. Mientras usemos nuestros equipos de bioseguridad, vamos a protegernos y a los pacientes”, precisó.
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Depresión al teléfono
La batalla contra la pandemia también se pelea usando el teléfono y las redes sociales. Una psicóloga del Centro de Atención en Salud (CAS) de Miraflores y sus compañeros reciben cerca de 100 llamadas diarias y mensajes por WhatsApp. Los pacientes que deben guardar cuarentena y aislamiento en su casa llaman buscando ayuda por cuadros depresivos, ansiosos y por temas de salud.
“Los pacientes de COVID-19 están pendientes de mucha información y piensan que se van a morir y no es así. Tenemos muchos recuperados. Llaman llorando y entran en depresión porque no pueden acercarse a su familia”, cuenta.
Los psicólogos los llaman cada 6 días dependiendo del estado de ánimo del paciente. Cuando la crisis es muy fuerte, el seguimiento es constante.
El bombardeo con información falsa en redes sociales no es positivo, los pacientes entran en pánico y eso hace que su sistema inmunológico baje, por eso es importante la labor del psicólogo. “No es fácil, los pacientes son mucho más que un diagnóstico, necesitan escuchar palabras de aliento”.
La mayoría de las llamadas es por pánico. Su labor como psicólogos es orientarlos y darles tranquilidad. Remarcan que el aislamiento social no va a dejar al paciente sin atención.
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LA SALUD EN LOS TIEMPOS DEL COVID-19
Dr. Gustavo Dante Ortega Huamonte
Cualquier persona que se desenvuelve en el sector salud tiene la posibilidad de contraer el COVID-19, tal y como ha ocurrido con Fernando Simón (director del Centro de Coordinación de Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad de España), quien ha dado positivo en su primera prueba.
Si para la ciudadanía resulta difícil comprender cómo nos estamos codeando con la muerte al albur de ser contagiados, comprenderán que para el personal de salud que trabaja haciendo frente lo es más. Serenamos nuestras angustias, pero todo tiene su límite, también nos afectamos y tenemos que sobreponernos a fin de continuar con la labor. Otro aspecto que ha dado pie a nuestra constante preocupación en estas semanas es la evaluación del comportamiento social frente a las medidas de distanciamiento social para prevenir el contagio, la existencia de altos niveles de automedicación, las llamadas telefónicas insólitas e impropias que se hacen a las líneas que brindan orientación referida al tema, la existencia de “bulos” que en lugar de orientar confunden de manera grosera, adulterando documentación y dando información falsa, y el envío de audios o imágenes que no corresponden a la realidad.
¿Entonces es un riesgo trabajar en el sector salud en tiempos del COVID-19? Sí lo es, por más medidas de autocuidado, el riesgo es latente.
Si analizamos lo que ha estado pasando en países que han vivido dramáticamente la pandemia, no contaban con una red de atención primaria bien establecida o hasta inexistente, por lo mismo, la atención hospitalaria ha asumido todo el volumen de pacientes, rompiendo el esquema de distanciamiento, pudiendo los pacientes con COVID-19 haber permanecido en casa con un sistema de atención dirigida incluso desde un punto remoto usando la vía telefónica, el WhatsApp u otros medios de comunicación que permitan la evaluación diaria.
Los casos en los cuales el cuadro se agrava deben concurrir a un centro asistencial.