Educación alternativa. Más de 18 mil internos, que es casi la quinta parte de la población penal en el Perú, terminó el colegio y cursó carreras técnicas en el 2018, según el INPE. ¿Estamos dispuestos a confiar en ellos cuando salgan libres?,Diariamente, cientos de presos de todo el país consiguen la ansiada libertad que esperaron por años. Sin embargo, es cuando cruzan las puertas de la prisión que comienza para ellos un nuevo desafío: reinsertarse en una sociedad que, de buenas a primeras, no parece dispuesta a darles una segunda oportunidad. El pasado mes de diciembre, 18 mil 630 reclusos de las distintas regiones del Perú, culminaron un nuevo año de estudios escolares y técnicos en los Centros de Educación Básica Alternativa (CEBA) y los Centros Técnico Productivos (Cetpro), que el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) maneja dentro de sus programas de reinserción social. “En la actualidad tenemos 68 establecimientos penitenciarios en el país, que albergan a más de 90 mil personas, aun cuando la capacidad oficial de albergue es de 39 mil 358. Es decir, hay un 131% de sobrepoblación, que equivale a un poco más de 50 mil personas. Esto es quizá el principal problema del sistema penitenciario”, alerta el presidente del INPE, Carlos Romero. PUEDES VER Las voces libres del ‘Mana Wañuq’ piden otra oportunidad Pero ese no es el único problema. Para Juan Enrique Montejo Laurent, exreo y activista juvenil, el hacinamiento de las cárceles es solo la consecuencia de la alta reincidencia delictiva, que a su vez deriva de un proceso de reinserción social que la mayoría de reos no llegan a completar debido a diversos factores. "Es muy difícil en verdad ser un interno y es muy fácil caer en la tentación de la delincuencia. Hasta el momento, yo me siento ya insertado en la sociedad, pero quizás no con las mismas oportunidades. Ya no le debo yo a la ley, pero todavía no me siento como una persona hecha dentro de la sociedad", confiesa Montejo, quien hace 15 años salió de prisión y no ha podido conseguir un empleo formal. Hoy vive del emprendimiento. Sueños de libertad No obstante la escasez de oportunidades en las calles, son cada vez más los internos que deciden terminar el colegio en prisión, seguir estudios técnicos o aprender un oficio que pueda ayudarlos a subsistir una vez en libertad. "Tengo una hija de nueve años y por ella decidí terminar mi secundaria. Ahora quisiera aprender mecánica para poder trabajar cuando termine mi condena", comenta Jimy Romero (26), recientemente graduado del CEBA del penal Miguel Castro Castro. PUEDES VER INPE fortalecerá seguridad en penales con 245 nuevos agentes En este mismo penal, un grupo de internos impulsores del arte y la cultura, acaban de lograr una proeza: que se instale un nuevo Cetpro con la especialidad de música, danza y teatro, con el que podrán certificarse, a nombre de la nación, para poder enseñar alguna de estas artes en libertad. "Nos sentimos muy contentos por haber conseguido que se aperture este nuevo Cetpro, gracias a nuestra gestión y el apoyo del área de educación y tratamiento del penal. Nosotros empezamos impartiendo talleres y compartiendo con otros compañeros que gustan del arte, ahora se abren nuevas oportunidades para ellos y nosotros", refiere Jhon Tristán Chumbe, vocero del grupo Renacer. Quizá alguno de ellos logre conseguir un empleo en libertad gracias al apoyo de un familiar o conocido. Pero son cientos los que a diario regresan a las calles y ante la falta de un trabajo vuelven a delinquir. "Si salen cien, doscientos regresan a la cárcel", comenta el exreo Juan Montejo. ¿Qué está fallando? Es una pregunta que deberíamos hacernos todos.