Ana Núñez ¿Cómo ha tomado España la expropiación de YPF-Repsol del gobierno argentino? Es que para mí esto no es una expropiación. Yo hablo de confiscación, incautación o expolio. Esa es la realidad. La expropiación es una figura prevista en las leyes de los países cuando hay una razón de utilidad pública o de interés social, pero con el pago del justiprecio correspondiente. Aquí ha habido una incautación, no ha habido una negociación previa. Es más, se dice que la expropiación es una recuperación de soberanía, bueno decir que eso es lo que se ha hecho es una gran falsedad, porque la soberanía siempre estuvo en manos de Argentina. –¿Cuáles son los antecedentes de esta historia? –La historia es que había una empresa ineficiente, YPF, con 50 mil trabajadores, que daba pérdidas; los gobiernos de entonces, entre los cuales estaban parte de los actuales, decidieron ponerse en manos de una empresa argentina que pertenecía a una matriz española. Hubo una ley de privatización, hubo un contrato. La ley te obliga a que si quieres revertir eso hagas una oferta de acciones por la totalidad de la empresa. El gobierno argentino no lo hizo, y no solo eso, si no que declaró todo un sector en utilidad... pero fue por una sola empresa y dentro de esa empresa incautó las acciones de un único socio, el español. ¿Cómo interpreta esos hechos? –Lo que ha pasado es algo muy simple: la legalidad ha sido incumplida, eso es lo fundamental. ¿Por qué ha pasado? Yo creo que porque el gobierno argentino necesita recursos: tiene una política irreal interna de precios, eso hace evidentemente que se produzca menos en Argentina y se compre más afuera, y se ha generado, algunos dicen, un déficit de más de 15 mil millones de dólares. –¿Piensa que se está echando mano de este tipo de medidas para compensar déficits de la economía interna? –Evidentemente. Cómo se puede explicar, si no, que una empresa que era modélica hasta noviembre del año pasado en menos de 6 meses deje de serlo. Estamos hablando de una empresa que el 2011 dejó 6 mil millones de dólares en impuestos, invirtió 3 mil 200 millones, y que el total que tiene invertido es de 20 mil. Ah, por cierto, es una empresa que tiene solo un tercio de las reservas argentinas, pero el 60% del mercado. Eso quiere decir que funciona bien... Sin embargo, por una necesidad de dinero se ha incumplido la ley y se ha pasado por encima de la relación con un país amigo. ¿Entonces, hay problemas de fondo y de formas? –El problema fundamental es saber qué es lo que te lleva a no querer negociar con la empresa, por qué no han recibido a los gestores. Tampoco recibieron a emisarios del gobierno español, un país que supuestamente es amigo. Repsol tendrá que hacer valer sus derechos en instancias nacionales e internacionales... Hubo un pronunciamiento del Parlamento Europeo que pide sanciones económicas para el gobierno argentino... Más allá de hablar de represalias o retorsiones pienso en qué puede haber peor para un país que el daño reputacional que sufrirá un gobierno que por enésima vez toma una decisión –en este caso– ilegal e inamistosa y que, por cierto, acumula una tercera parte de las denuncias internacionales que hay en el CIADI, el comité de arbitraje internacional. –¿La reputación internacional de Argentina quedó muy mellada? –Yo vivo esto con mucha tristeza... En medio de aquella crisis, con devaluación de activos, todas las empresas, incluida Repsol, se quedaron en Argentina. Es más, el gobierno de entonces de España decidió el año 2001 darle a una Argentina que estaba expulsada de la comunidad internacional mil millones de dólares para un apoyo presupuestario a balanza de pago. Lo único que pedimos es que hubiera habido de alguna manera un arreglo. –Entonces, ¿no hubo siquiera la intención de negociar...? –Ninguna, ninguna... A nosotros, a los responsables políticos, se nos dijo que el tema se trataba directamente con la empresa, cosa que nunca hicieron. Al presidente de Repsol lo tuvieron dos meses por una reunión, y cuando lo recibieron le pidieron lo imposible: le dijeron que todas las inversiones de la empresa tenían que volcarse en Argentina. –¿España se ha sentido traicionada por Argentina en la relación económica y bilateral que han sostenido históricamente? –...En todos estos años, España ha sido un aliado consistente de Argentina, en todo momento y en toda ocasión. Por eso digo, al final el daño reputacional quién lo va a sufrir... –Así como están preocupados por la situación en Argentina, España a través de su antecesor expresó al presidente Humala un interés por la renovación de la licencia de Telefónica. ¿A usted le sigue preocupando el caso? –La situación es exactamente la misma. Se trata de un proceso complejo porque evidentemente la relación de una empresa en el largo plazo con un país tiene muchos flecos por resolver. A mí me interesa que hablen, y sé que están hablando. Los gobiernos podemos tener una actuación mayor cuando las posiciones son encontradas, pero creo que el marco acá es uno normal, en el cual cada quien defiende lo suyo. Creo que es razonable que se hable de un proceso dilatado cuando estamos hablando de la principal empresa de este país... –Y que tiene muchos anticuerpos en la población por el tema de los contratos ley y las tarifas cuestionadas... –Los anticuerpos quizá con el tiempo todos se olvidan. En Argentina pasó algo similar. Telefónica es una empresa que de la noche a la mañana le hacen que tome el servicio universal del país. Pensemos en cómo estaba la situación entonces y cómo esta ahora, y qué recayó a espaldas de ese operador, porque para que el resto funcione todos tuvieron que utilizar inicialmente las redes que telefónica puso en los años 90. ¿Ese tema se debe dejar atrás? –Yo no pido que les quieran más o menos, lo que pido es que cada cual sepa cuál es el esfuerzo que se hizo. Estamos hablando de uno de los tres más grandes operadores mundiales, no es cualquier cosa... –Como representantes del gobierno español, ¿recibe usted muchas críticas respecto de cuán conveniente es mantener una Corona en momentos de crisis? Una realeza que, además, realiza actividades criticables... –La discusión sobre la forma de Estado en España está decidida y ventilada por la propia Constitución. Pero más allá de todo eso, a mí me resulta muy peculiar que se pueda abrir un debate sobre estas situaciones. Y lo digo no solamente por la ponderación de ciertos acontecimientos que estén pasando ahora. –¿Por qué? –Desde 1975, fin de la dictadura, España ha sido un país que se ha transformado completamente. Solamente los últimos tres meses, por culpa de una crisis que no es únicamente española, estamos en una situación compleja. Yo creo que en una situación como esta debemos volver a las raíces y saber qué es lo que hicimos para transformar un país durante casi 50 años y ponerlo al día. En eso la labor de la Corona ha sido fundamental no solo en dar confianza, en moderar las instituciones e incluso hasta en crearlas y en generar las condiciones para que haya un régimen democrático respaldándolo con el Rey. Él ha moderado, ha intervenido y sigue siendo el mejor embajador y representante que ha tenido España. -Es decir, ¿la monarquía es vigente y necesaria aún en tiempos de crisis? –Yo creo que más aún en tiempo de crisis porque ha demostrado su virtualidad en esas ocasiones. Todo lo que España es hoy, obviamente con el aporte de los españoles y los partidos políticos, se debe a eso.