“Si el régimen colapsa, los ganadores no van a ser ni Alan García ni Keiko Fujimori. En ese escenario, los grandes ganadores serán los radicales”.,Alan García conspira. Lo viene haciendo desde hace meses, primero para evitar que se firmase el acuerdo de colaboración con la empresa Odebrecht, y ahora, ya más abiertamente, para provocar la vacancia del presidente Vizcarra. Lo acompaña en ese talante la recompuesta bancada de Fuerza Popular, que le atribuye a Vizcarra las desgracias penales de su lideresa Keiko Fujimori, así como el líder aprista cree que el gobierno es el responsable de sus propias desventuras. En el corto plazo, García busca con la vacancia de Vizcarra poner a alguien solícito en el poder, que emplee todas las herramientas a su alcance para influir en la designación de la flamante Junta Nacional de Justicia y así recuperar su control sobre fiscales y jueces, quienes eventualmente podrían ayudarlo si surgiese algún indicio serio de corrupción en su contra en el proceso de delaciones iniciado en Curitiba esta semana. En el largo plazo, parece creer que la única posibilidad de que él retome alguna eventualidad electoral el 2021 pasa por que al actual gobierno le vaya muy mal y que él se erija como el líder de la alternancia. Es verdad que parece inviable tal vacancia, ya que no le alcanzan los votos a Fuerza Popular, el APRA y probablemente algunos no agrupados, o la así llamada bancada Republicana, para lograr dicho propósito, pero ese tablero no es inamovible. Puede cambiar si lo hacen las circunstancias. Las izquierdas representadas por el Frente Amplio y Nuevo Perú podrían llegar a evaluar que la buena marcha de Vizcarra es un hecho que les complica el panorama electoral para el 2021 (más aún, si se hallan embarcadas en un proceso de radicalización) y en función de eso, una simple ecuación los puede llevar a sumarse al carro de la desestabilización. La estrategia aprokeikista es suicida, por cierto. Si el régimen colapsa los ganadores no van a ser ni Alan García ni Keiko Fujimori. En ese escenario, los grandes ganadores serán los radicales. Felizmente, no hay chance para un golpe de Estado, pero sí para un golpe de mano como el que podría ocurrir en semejante escenario. El APRA y Fuerza Popular están sembrando a favor del enemigo. Estas circunstancias son, dicho sea de paso, una razón adicional para que el presidente Vizcarra tome una decisión respecto de la mayor envergadura política que requiere a su lado y que el gabinete Villanueva no le brinda. La ronda de delaciones que proviene de Brasil atizará el ánimo anticorrupción en la ciudadanía y eso, por rebote, ayudará a Vizcarra a sostenerse, pero ya se manifiestan bolsones populares que exigen actos concretos de gobierno, decisiones administrativas, políticas públicas. Y allí está en falta el gobierno. Claramente la estrategia de la oposición radical liderada por García es mancharlo de sombras de corrupción. Y Vizcarra lo ayuda al no ser rápidamente transparente y no tener, a su vez, un equipo de operadores políticos dispuestos a salir a dar la batalla (ni siquiera lo hacen los parlamentarios “oficialistas”, que son mayoría en la alicaída bancada de Peruanos por el Kambio). Vizcarra no debe subestimar la amenaza de una vacancia. Tiene enemigos poderosos y con capacidad política de perturbar. Frente a la conspiración, se requiere mano firme e inteligente. -La del estribo: mis favoritas para el Óscar que se entrega hoy: mejor película: Green Book; mejor película extranjera: Cold War; mejor director: Pawel Pawlikowsky, de Cold War; mejor actor: Christian Bale, por su papel en Vice; y mejor actriz: Olivia Colman, por La favorita o Glen Close por La esposa. Por supuesto, la Academia no coincidirá conmigo.