Actualmente, China es el mayor inversor en minería en el Perú (entre otros, Las Bambas, Chinalco) y controla el 99% del hierro producido en nuestro país. Inversiones con pasivos sociales y ambientales. Y en el caso de Chinalco, con una investigación de la fiscalía por el presunto pago irregular de 15 millones de dólares a Vladimir Cerrón y su entorno.
Dos empresas de propiedad del Estado chino, China Three Gorges Corporation (Luz del Sur) y China Southern Power Grid (Enel Lima), tienen el monopolio (100%) de la electricidad que se consume en Lima. La primera empresa controla además la central hidroeléctrica de Chaglla.
¿Qué exportamos a China? Fundamentalmente materias primas: el cobre, el hierro, el zinc, el plomo y la plata constituyen el 88% de nuestras exportaciones a ese país (Cooperacción). La infraestructura portuaria, otro paso en las inversiones china en el Perú permite la salida de esas materias primas a un menor costo y de forma más fluida. Pero también el ingreso de manufacturas chinas.
Nuestra industria textil en Gamarra y la industria del calzado en Trujillo languidecen, incapaces de competir con los productos chinos más baratos y que, denuncian los productores nacionales, ingresan al Perú con dumping, a precios por debajo del precio de mercado.
Los puertos administrados por corporaciones chinas preocupan también a los pescadores de todo el litoral. En Marcona y en el norte peruano. Solo entre el 1 de junio y el 18 de agosto de 2023, se detectaron 56 embarcaciones chinas en puertos peruanos que no contaban con los dispositivos satelitales exigidos y que “hicieron uso de las instalaciones portuarias” y “al menos 10 pertenecen a empresas que tienen antecedentes por pesca ilegal o trabajo forzoso” (Mongabay). Agrega “para los especialistas se trata de un problema ´grave´, puesto que se estaría violando la normativa portuaria con el consentimiento de las autoridades” (Mongabay). ¿Puede el Estado peruano abdicar tanto de sus obligaciones elementales? Sí.
La Sociedad Nacional de Pescadores Artesanales estima que el 2023 más de 300 embarcaciones de bandera china han ingresado irregularmente a nuestras aguas. En un video que si hizo viral, un pescador de Piura denunciaba “la pesca de la pota se ha acabado a consecuencia de los barcos chinos que han depredado nuestro mar”.
En este apretado recuento hay notorios ausentes. El Estado peruano, incluida la Marina y organismos de fiscalización. La discusión en torno al megapuerto de Chancay que sin duda ofrece oportunidades, no ha sido discutida más allá del titular y la imagen de Chancay “hub” del comercio global. Se crean expectativas sobre los puestos de trabajo y servicios que absorverá el puerto, en un país castigado por la recesión y el subempleo, lo que ciertamente es comprensible.
El Estado peruano parece no ver los problemas de seguridad nacional y seguridad alimentaria que plantea el control virtual de las empresas chinas sobre nuestros recursos estratégicos. En Brasil, Argentina, Chile se discute la presencia irregular de las flotas pesqueras chinas como amenazas a su seguridad nacional y se toman medidas para evitarlo. Hace unos meses, el gobierno de Lula da Silva postergó por dos años la concesión de un puerto en el estado de Santa Catarina ante el interés de una corporación china. Pesó el enojo de la opinión pública por las incursiones ilegales de embarcaciones chinas en el mar exclusivo brasileño y por los reportes del robo de agua dulce de la Amazonia para venderla en Medio Oriente. Brasil es parte del BRICS y China tiene presencia en el puerto de Paranaguá y, con todo, la geopolítica que sigue el país sudamericano favorece un equilibrio en su relación con las potencias, en un escenario global multipolar.
Pero la geopolítica es la gran ausente en la discusión en nuestro país. Con un gobierno peruano sin brújula y sin mayor orientación que la subsistencia y las ventajas del corto plazo, cuando no la chapuza o la componenda. No tenemos un Estado ante las fuerzas de la globalización.
El Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado con China en 2009 no incluía, a diferencia del TLC firmado con la Unión Europea, “exigencias o estándares en materia ambiental o laboral, pese a los no muy buenos antecedentes en estos campos de parte de China” (Cooperacción). ¿Al Estado peruano no le interesaba resguardar estos derechos? Tampoco a China.
En cierta izquierda todavía se asocia imperialismo con bases militares, el desembarco de tropas norteamericanas o las acciones de sabotaje en América Latina, como en los tiempos de la Guerra Fría y el Che Guevara. El imperialismo norteamericano existe, sin duda, y su injerencia cotidiana en asuntos internos de nuestros países es todavía una penosa realidad. Pero estamos en el siglo XXI y es importante pensar en las formas actuales de reproducción del capital. El imperialismo es la forma acabada del capitalismo, decía Lenin, aunque el líder ruso solo alcanzó a ver la forma colonial de los imperios europeos, hace más de cien años.
Hoy, China no requiere de bases militares, su apuesta pasa por apuntalar puertos en los cinco continentes, en la Nueva Ruta de la Seda. China administra cerca de 100 puertos en unos 60 países (Mundo Marítimo). Son parte de una estrategia geopolítica de dominio que apuesta por el control de las materias primas y de las cadenas de suministros a escala global.
En el camino, no se descarta fragilizar la institucionalidad de los estados nacionales, su capacidad de gobernanza e incluso su integridad territorial. Moraleja: el capital busca reproducirse, así provenga de la tierra del Tío Sam o de Confucio.
Socióloga y narradora. Exdirectora académica del programa “Pueblos Indígenas y Globalización” del SIT. Observadora de derechos humanos por la OEA-ONU en Haití. Observadora electoral por la OEA en Haití, veedora del Plebiscito por la Paz en Colombia. III Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro por “El hombre que hablaba del cielo”.