Lula, presidente del Brasil

Ajustada victoria del PT en el gigante de Sudamérica.

Una final de fotografía fue el resultado con el que cerró la segunda vuelta de las elecciones generales en Brasil. Se definió con una ajustada votación que puso, por tercera vez, a Luiz Inácio Lula da Silva en la presidencia de la república. Así lo ha ratificado el Tribunal Supremo Electoral, máximo representante en estos comicios.

Se trata de una demostración de la polarización que se vive en las mayorías de países democráticos al término del ciclo de la pandemia. Brasil no ha sido ajeno a esta situación y aunque se ha cuestionado a todo nivel la gestión del derrotado Jair Bolsonaro en el periodo de crisis sanitaria provocado por el coronavirus, es objetivo señalar que el proceder de competidor en esta reñida campaña lo ha colocado encabezando el 49.1% del total de la votación.

Lula da Silva ha logrado superar el 50.9 % al 99% del conteo. Queda esperar el reconocimiento de la derrota del actual mandatario, aunque hay posibilidades que retrase esta declaración hasta que se impugnen los resultados y se lleven a cabo las revisiones correspondientes.

El expresidente Lula estuvo en prisión durante 580 días hasta que la propia justicia anuló su proceso legal. La acusación de corrupción puso en jaque a la poderosa organización partidaria del PT e incluso motivó la vacancia de Dilma Rousseff de la primera magistratura brasilera.

Una de las más importantes comunidades religiosas a las que han apelado tanto Lula como Bolsonaro ha sido la de los evangélicos. Inicialmente ella estuvo cercana de Jair Bolsonaro. La campaña de Lula concentró su atención en los mensajes religiosos, incluido el controvertido tema del aborto, para garantizar algún porcentaje de ese voto. Y al parecer lo ha logrado.

Corresponderá al nuevo gobierno buscar acercamiento a las 22 bancadas en el Congreso, por acuerdos para la gobernabilidad y la aprobación de la mayoría de las iniciativas de la campaña electoral, que van desde las económicas con atención a los más pobres, hasta la agenda ecológica.

“Desde el 1 de enero gobernaré para los 215 millones de brasileros y no solo los que me han votado. No hay dos Brasil, solo un Brasil”, ha dicho Lula en su mensaje del triunfo y en el que definió sus prioridades: unidad, igualdad, equidad e inclusión.

La lucha contra el hambre y el impulso a los programas sociales para atender a los más vulnerables han sido sus primeros compromisos.