Los derechistas duros odian al nuevo presidente. Los más izquierdistas de su partido quieren tenerlo bajo amenaza. El presidente mismo ha descubierto un nuevo espacio de tareas predeterminadas, cuya existencia quizás ni sospechaba. Todo lo que está fuera de ese espacio parece peligroso. Pero lo que está dentro es riesgoso.
En el fondo hay más exigencias y obligaciones que poder. Las naturales equivocaciones son diarias. Los que no tienen responsabilidades opinan y actúan como si supieran más que el gobernante. Pronto llegará el tiempo de mostrar resultados. Los presidentes no fracasan mientras gobiernan, pero sí empiezan a ser maltratados temprano, no política sino personalmente.
Un descubrimiento importante es que no se puede quedar bien con todos. Otro es que quienes lo ayudaron a llegar ahora tienen sus propios intereses. Otro es que casi toda orden de actuar tiene que ser negociada, y que el poder presidencial tiene que ser construido otra vez cada nuevo día. Lo cual desgasta por dentro y por fuera.
El gran público (“el pueblo”) espera un estilo de relación capaz de repetirse en toda circunstancia. Además, si el público espera cambios, mucho más espera estabilidad, incluso los ubicados en las condiciones más precarias. La gente odia su pobreza, pero a la vez teme la posibilidad de una pobreza diferente, en la que podría no saber moverse, y padecería todavía más.
Para derecha e izquierda radical del país, el escenario deseado hoy pasa por neutralizar al nuevo presidente, hacer de él sobre todo un instrumento. Ninguno de los dos bandos lo ve realmente como un enemigo, sino como un escollo en una batalla de fondo que lo trasciende. Hay que decir que esto es algo que se ve en casi todos los sistemas electorales.
Entonces para el presidente una primera tarea es resignarse, y una segunda sobrevivir, buscando aliados (siempre ocasionales o transitorios) y márgenes de acción para llevar adelante lo que pueda de sus proyectos. A eso se sumarán las inevitables piedras por el camino, lo cual puede incluir sus propios errores. En estos tiempos cumplir el plazo del mandato es un verdadero triunfo.
¿Todo esto suena demasiado pesimista? Allí están las historias de los pasados presidentes.
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