¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

De cuerpo entero

“En opinión de Mejía, Rafael López Aliaga ‘usa la mentira como verdad’. Algo que, si me preguntan, no sorprende en el candidato del Opus Dei. Pero claro. Igual no deja de llamar la atención...”.

Una columna de la ultraconservadora Beatriz Mejía en las páginas de Expreso pinta de cuerpo entero al candidato de la derecha fascista y mercantilista, Rafael López Aliaga. Según Mejía, RLA le ofreció la primera vicepresidencia y ser la cabeza de lista del partido que lleva los colores de la Virgen María. Luego, en una reunión partidaria, el líder de los carcas –y ahora también de los antauristas–, con tragos encima, se puso más vulgar y grosero que nunca. Cosa que no debe ser moco de pavo. Más tarde, cuando presentaron al “remozado” partido, sin aviso previo, dejó fuera de carrera a Beatriz Mejía y a un grupo de militantes religiosos, a quienes previamente les había pedido que se inscribieran en Renovación Popular. Sin mayor trámite, los sacó de los chats de WhatsApp y desmanteló la plancha presidencial para ubicar a la controversial Neldy Mendoza, una machista de tomo y lomo.

“Solo vi un arrebato irracional, peligrosísimo en un presidente de la República, que se agravó cuando para justificar su arbitrariedad, mintió, difamándonos que le habíamos pedido dinero, y que, como no nos lo dio, renunciamos”, escribe Mejía.

En opinión de Mejía, Rafael López Aliaga “usa la mentira como verdad”. Algo que, si me preguntan, no sorprende en el candidato del Opus Dei. Pero claro. Igual no deja de llamar la atención cuando lo dice alguien de su propio rebaño, en plan denuncia. Por lo demás, es fácil imaginárselo al rudimentario López Aliaga repartiendo injurias, para imponerse, pontificando quién es bueno y quién es malo, juzgando todo desde su arrogancia, esa que nace del sentimiento de superioridad por creerse dueño de la verdad.

En el camino, ya lo han visto, se comporta como un prepotente, donde el mundo debe plegarse a sus requerimientos, rodeándose de sicarios de la adulación y séquitos de obsecuentes que no disimulan su cortesanía. De arrastrados que lo llaman, con sobonería, “Tío Porky”.

López Aliaga está premunido además de una horda de troles, especialistas lanzando miasmas, dedicados a ridiculizar a quienes consideran sus oponentes (usualmente, “periodistas caviares”). En el delirio de esta ferocidad tuitera, el único propósito es aniquilar al crítico. A punta de calumnias y difamación, obviamente. Se trata de una barra brava cibernética, que, como nunca, opera a escala industrial y con unos niveles de vileza inéditos. Pregúntenle, si no, a Rosa María Palacios.

La bajeza moral que hemos visto en esta campaña es difícil de medir. Por lo pronto, sí ha quedado claro lo que vendrá en el futuro inmediato con este grupo de facciosos religiosos: la destrucción de la noción de respeto hacia los derechos de las personas, la democracia y la libertad de expresión.

Pedro Salinas

El ojo de mordor

Periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y tv. Es autor de una decena de libros, entre los que destaca Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), en coautoría con Paola Ugaz. Columna semanal en La República, y una videocolumna diaria en el portal La Mula.