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Vacuna de realismo

Los dos tiempos de la pandemia.

El presidente de la República, Martín Vizcarra, ha dado cuenta de la aprobación del decreto de urgencia que permitirá la adquisición y distribución en el país de las futuras vacunas contra la COVID-19.

La norma dicta medidas extraordinarias para facilitar y garantizar la adquisición, conservación y distribución de las vacunas, y deja en el ámbito del Ministerio de Salud (Minsa) y Torre Tagle la gestión de esta delicada operación.

Se ha dado el paso en la dirección correcta. Se garantiza la vigencia de un marco legal que cumpla con los requisitos de una compra que será de naturaleza pública-privada, de un bien que desde ya, antes de su producción, inclusive, es escaso y sometido a los rigores de naturaleza no solo médica y comercial. La geopolítica del virus y la pandemia se transformará en la geopolítica de la vacuna con dosis más altas de relaciones, cálculos y reacciones.

Por la misma razón no puede elevarse la expectativa sobre la vacuna, con referencias que dan a entender que la tendremos entre nosotros muy rápido y que la operación será sencilla. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llamado a mantener, en este punto, realismo y paciencia y es crecientemente cautelosa respecto a que estará disponible este año. Hace una horas, la jefa de científicos de la OMS, Soumya Swaminathan, señaló que no se espera que las vacunas estén disponibles para la población general antes de dos años.

Atendiendo a ese realismo, la relación entre el Estado y los esfuerzos privados debe adoptar una mejor coordinación. La creación del Comando Vacuna fue un paso positivo y ahora toca mejorar las coordinaciones para situar las expectativas en el nivel adecuado, evitando anuncios triunfalistas. Por ejemplo, el jefe del Comando Vacuna anunció que a finales de agosto se tendrían suscritos los contratos de las vacunas, en tanto que el presidente ha precisado que el Perú continúa gestionando con al menos seis laboratorios prestigiosos para adquirir las vacunas.

Finalmente, es crucial que las decisiones sobre la vacuna no impidan prestarles atención a los problemas urgentes de la pandemia en dos áreas ineludibles, la atención hospitalaria −que implica camas, unidades de emergencia, oxígenos, recursos humanos y materiales− y las tareas de seguimiento, rastreo y realización de pruebas. En ambos casos, las respuestas son todavía deficitarias. En ningún caso el país puede canjear estas urgencias por la vacuna. El corto plazo no puede ser sacrificado. La pandemia tiene dos tiempos que deben ser encarados con eficacia.