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Darío Sztajnszrajber: “El amor, más que dotarnos de un complemento para alcanzar la plenitud, es la experiencia de un derrumbe”

"Hemos hecho del amor una especie de antídoto, de remedio, de sutura, de ese sinsentido originario, que es ser finito, nacer para morir”.

"Hemos hecho del amor una especie de antídoto, de remedio, de sutura, de ese sinsentido originario, que es ser finito, nacer para morir”. Foto: Feliz Contreras - La República
"Hemos hecho del amor una especie de antídoto, de remedio, de sutura, de ese sinsentido originario, que es ser finito, nacer para morir”. Foto: Feliz Contreras - La República

El filósofo y escritor argentino Darío Sztajnszrajber llegó a Lima y presentó su nuevo libro en olor a multitud. Muchos se quedaron con las ganas de ganarse un sitio en el auditorio de la FIL 2023 para oír sus reflexiones de la vida cotidiana; su filosofía a martillazos; su afán de deconstruir eventos, esquemas, dogmas, montajes.

También deseaban conocer El amor es imposible. Ocho tesis filosóficas (Planeta, 2023), el libro en el que en portada yace el pobre Cupido con las alas por el suelo, atravesado por una flecha, y en el que Darío Z, como también lo llaman, nos da a conocer su versión de la imposibilidad del encuentro amoroso.

Empiezo por preguntarle por su éxito de llevar la filosofía a la TV e internet. Ha tenido grandes audiencias, ¿a qué se debe eso?

Creo que la filosofía hace una propuesta muy contracultural para nuestro tiempo. Propone desajustarse de los dispositivos sociales más industrializados, más estandarizados. La propuesta no tiene tanto que ver con sentirse del esquema, sino construyendo una propia singularidad. Y la narrativa filosófica va en esa dirección, por lo menos la que a mí me interesa, que es la de la deconstrucción. De alguna manera, los seres humanos somos un compendio fragmentario de fuerzas en conflicto, donde hay un aspecto nuestro que se resiste a dejarse domesticar.

Y la filosofía enarbola de algún modo esa resistencia. En la medida en que pedagógicamente uno la pueda llevar a algo más cotidiano, se vuelve entonces un poco más masivo. Hice el programa de televisión ‘Mentira la verdad’, especie de diálogo entre la filosofía, la ficción, la danza, la música. Y algo de eso fue muy asimilado sobre todo en el ámbito escolar.

En ‘Mentira la verdad’ explico grandes temas: el amor, la felicidad, el bien y la libertad a partir de una fusión entre filosofía y ficción. Planteamos situaciones de la vida cotidiana y, mientras, voy explicando lo que pasa desde el punto de vista filosófico. Fue lo que más a la gente enganchó.

 Foto: Paidós

Foto: Paidós

¿Se siente una estrella de la filosofía? Sus conferencias son masivas, hace giras, hace TV, sus libros son muy vendidos…

Siento que hay un montón de gente que le interesa pensarse también filosóficamente en su vida cotidiana. Es un espacio que no se había abierto. A mí me encanta lo que hago. Y, sí, me doy cuenta de que eso que hago llega genera transferencia. Pero lo que hago no deja de ser charlas, pensamientos, tomo muchos autores y los uso para pensar un tema.

De alguna manera, es una reivindicación de que el entretenimiento no necesariamente es vacuo. La gente puede venir a una charla mía, pasarla bien, y pensar al mismo tiempo. Hay algo del desacartonamiento del pensamiento. Pasa que la filosofía se fue volviendo muy solemne, demasiado erudita, burocrática, y la propuesta es recuperar algo muy originario de la filosofía, que pasaba en el mundo griego, cuando la gente debatía en las calles sobre temas que le acuciaban. Quizás algo de eso se perdió.

Su libro lo inicia contando un primer amor y un relato contundente: las confesiones de su madre. Es un libro muy personal.

Es el primero de los libros más personal. Los anteriores eran sobre filosofía en general. Me pasó que, después de escribir dos capítulos, murió mi madre y eso como que me revolvió y me llevó a recuperar algunas conversaciones que había tenido con ella, entre ellas una charla menor donde me contó que, además de mi papá, ella se había enamorado de otra persona.

Y algo de ese relato me impulsó a toda esta deconstrucción del amor que aparece en el libro porque visualicé una persona como mi mamá que vivió esa imposibilidad de, por ejemplo, asumirse enamorada de dos personas al mismo tiempo, que es algo que para nuestra cultura no solo monogámica, sino monoteísta, es demasiado; monoteísta en el sentido de que hay un vínculo con lo divino que hace que solo podamos creer en un solo Dios y se vuelve imposible pensar que puede haber otro.

En el amor eso se repite. El amor está muy asociado a una única persona. Es una de las formas de darse el amor que está detrás también de un paradigma monogámico, heteronormativo. Pero me parece que la irrupción del amor en otras modalidades nos hace repensar justamente en esos límites. Y la historia de mi mamá fue como muy inspiradora.

Usted sostiene que el amor es imposible o el amor como lo conocemos es imposible.

El punto de partida es que si hay amor, ese amor no tiene nada que ver con las formas instituidas en que lo vivimos, lo nombramos, lo pensamos, lo experimentamos. Hay una defensa del amor imposible que busca rescatar al amor de todas sus contaminaciones o sus corrupciones, que, además, derivan en un usufructo del nombre del amor para justificar causas propias, negocios, acaparamientos.

Yo parto de la idea de que el amor es el encuentro con el otro. Pero el encuentro con el otro nunca puede terminar de darse porque el otro es un otro. Siempre me sobrepasa, me desborda, me excede. Es inaprensible la otredad del otro. Por eso es un encuentro que en su búsqueda nunca termina de darse. Y me parece que lo interesante del amor es eso, que nunca tenga un punto final. Y a mí lo que me interesa del amor es justamente que no cierre, que esté vivo.

¿No existe la media naranja?

No es que exista o no exista. Hay un montón de personas que la metáfora de la media naranja le funciona y se sienten felices, tranquilas, y más cuando creen haberla alcanzado. Hay gente que cree en Dios y que es feliz, y que pierde sus angustias, sus penas diarias. Es lo mismo. A mí me pasa que, al igual que con Dios, la metáfora de la media naranja me hace ruido. Le voy encontrando sus hilachas.

La veo funcional a cierta forma de pensarse el sujeto, a cierta sociedad del trabajo, a cierta mercantilización de los vínculos, a cierto freno de la búsqueda que el ser humano hace de su propia afinitud. Entonces, en el libro, de algún modo hay un intento de deconstruir esa idea. Frente a la idea de que en el amor encontramos la otra mitad, la propuesta es el amor como encuentro con el otro que nunca termina de consumarse.

La idea que prevalece es esa, ¿no? Hay la necesidad de buscar un complemento.

Hemos hecho del amor una especie de antídoto, de remedio, de sutura, de ese sinsentido originario, que es ser finito, nacer para morir. Ahora, al mismo tiempo, creo que la experiencia del amor lejos está de la plenitud, el remedio se vuelve muchas veces veneno… hay algo de ese amor romántico que parece como resolver nuestras angustias y al final termina siendo muchas veces peor.

Creo que el amor, más que dotarnos de un complemento para alcanzar la plenitud, al revés, es la experiencia de un derrumbe. O sea, el enamoramiento es, al revés, una hiperfragmentación de un sujeto que hasta ese momento creía ser dueño de su vida, de sus decisiones, de su voluntad, tenía la vida planificada: el auto, el perro, la casa; y de repente llega el flechazo de Cupido y no solo no aparece la otra mitad, sino que nos volvemos dos millones de fragmentos, absolutamente disueltos.

Los grandes amores contados en la literatura le sirven también en su análisis.

Muchísimo, porque creo que no solo el amor es un acontecimiento literario, en el sentido de que cuando amamos vamos escribiendo nuestras propias historias de amor, sino que, además, vivimos al interior de una literatura amorosa que nos condiciona, que impregna nuestra subjetividad afectiva. Ejemplo, Adán y Eva, Romeo y Julieta, Quijote y Dulcinea… En algún sentido, la relación de Adán y Eva es una huella frente a la cual uno continúa, es algo de lo que uno pueda prescindir, no es que uno nace y uno está desprovisto de memoria, de historia.

No es lo mismo entrar al amor siendo varón que siendo mujer. No es lo mismo entrar, y ahí está la fuerza de la historia de Adán y Eva, al amor siendo heterosexual que no siéndolo. Vivimos una sociedad monogámica, heteronormativa, que instala cierta forma del amor como normal, donde normal significa adecuado a la norma. No nacemos de cero. Nacemos en una sociedad que define roles, mandatos, propósitos.

En el amor LGTBI, ¿también las parejas se tratan de apropiar uno del otro?

El paradigma de la apropiación en el amor excede la cuestión heteronormativa. Me parece que hay allí una discusión muy interesante que tiene que ver con el concepto de otredad, ¿no? ¿Quién es más importante en el amor? ¿Yo o el otro? Venimos forjados en un paradigma amoroso donde el amor se ha vuelto una función más de acaparamiento personal y por eso uno piensa que se enamora y me vuelvo más feliz, el otro me hace más feliz, el otro me nutre, el otro me hace crecer, el otro me hace bien, me, me, me.

O sea, siempre el otro está más ligado a lo que me brinda que a lo que el otro trae. Me interesa, más no tanto en el amor, lo que encuentro en el otro, sino como el otro me saca de mí mismo. Y en ese sentido me parece que tiene algo de revolucionario pensar el amor desde el otro.

¿Qué tesis lo complicó más?

La seis. El amor es imposible porque todo amor es siempre un desamor. Allí pongo más el acento en que en realidad se escribe sobre el amor a partir de un desamor. Cuando uno está enamorado no escribe, ama. El libro empezó a partir de una separación mía personal y me costó mucho escribir el capítulo, donde —de alguna manera— es el capítulo cuyo subtexto es como sobrellevar un duelo, una separación.

En un momento me apareció la frase “siempre nos estamos separando, siempre nos estamos enamorando”, y de alguna manera ese capítulo me costó. Se lo di a mi editor y me dijo: “Es el más flojo de todos”. Y hoy es el capítulo estrella. Es el que todo el mundo dice “es mi capítulo favorito”.

Estudios de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Mayor de San Marcos. Redactor en suplementos Domingo, Rojo y Blanco (regionales), VSD de La República. Editor de Espectáculos en La República. Reportero de deportes en El Gráfico Perú. Editor de Sociedad y Especiales en La República. Coeditor de Política en La República.