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Domingo

Luis Jochamowitz: "Hoy los altos cargos no valen nada, te pueden comprar con un auto viejo".

Una charla con el viejo cronista sobre la actualidad, la decadencia de la clase política, las escasas opciones electorales y Alberto Fujimori, uno de los personajes más importantes de su producción bibliográfica.

Luis Jochamowitz en su casa del malecón de Chorrillos.
Luis Jochamowitz en su casa del malecón de Chorrillos.

Luis Jochamowitz tiene una ventaja a la hora de opinar sobre la actualidad: ha revisado tantas veces el pasado, en archivos, bibliotecas y colecciones de diarios, que puede establecer paralelos entre lo que nos ocurre ahora y lo que ya ha vivido el país. Hay una cosa en concreto que encuentra distinta, el deterioro de la clase política, su decadencia, que se expresa en lo poco que esperan las autoridades más importantes para corromperse. “Catorce Rolex ni siquiera son útiles, no son una moneda de cambio”, señala. También ve con desilusión los ritos democráticos más clásicos, como acudir cada cinco años a las urnas. “Tienes que hacer unos acomodos muy dolorosos. La última vez voté en blanco”, afirma.

Es una constante que los periodistas busquemos al nuevo Montesinos, al asesor siniestro de los presidentes.

Siempre tiene que haber uno, ¿no?

Aunque parece un trabajo un poco inútil, no hay quien se acerque a esa figura.

Ha pasado uno como una centella, bajo los radares: el Filósofo, Jaime Villanueva. No tenía ningún poder real, pero si se lo daban, a lo mejor era una bestia. Si me obligaran a poner una moneda sobre la foto de alguien, con la idea de quién podría ser parecido a Montesinos, sería él. Normalmente, creo que producimos con gran naturalidad ese tipo de gente. ¿Se ha preguntado por qué?

Una condición es que no hay partidos reales hoy.

Sí, pero yo hablaba del trueque. Se le da un poco de poder a esta gente a cambio de algo. En el caso de Montesinos, se le dio el poder porque debía ayudar a Fujimori con el tema de sus casas y los impuestos. ¿Tú te imaginas a alguien más desconfiado que Fujimori inmediatamente después de haberle ganado a Vargas Llosa? Yo recuerdo, después de las elecciones del 90, pensar que Fujimori era el tipo más receloso del planeta. Era un hombre que había ganado inesperadamente y gracias a él mismo, no se lo debía a nadie en concreto, pero, a pesar de esa desconfianza, a Montesinos le hizo sitio. No he leído una explicación plausible para eso.

¿El Perú se lleva bien con su historia, con la memoria?

No. Suena inverosímil. Tenemos dificultades para vernos. Preferimos no mostrarnos.

¿Y desconfía de los medios?

Mucho, menos del periódico.

¿El papel le da confianza?

Por mucho. Pero lo demás es aburrido. Siempre están con la vieja cantaleta de la renovación.

Hemos hablado de eso antes: la dificultad de contar las cosas cada 24 horas.

Esa es la maldición del periodista. Tiene que volver a contar el mundo, la actualidad, cada día.

Y a veces no se mueve nada.

Sí se mueve. Hay que tener ojos de ver. Pero la idea de contar el mundo cada 24 horas es agotadora.

¿Un presidente puede caer por cosas como recibir regalos de relojes de alta gama y joyas?

Supongo que sí, si se lo comprueban. Si sigues la política peruana, hoy los cargos más altos no valen nada. O sea, hacia adentro, hoy te pueden comprar con un auto viejo y un sueldo de regular para abajo. Da esa impresión. Con los parlamentarios, lo mismo.

La importancia de estos cargos se ha diluido.

Pero allí están, matándose por ellos. La sensación de su propia importancia ha cambiado.

Pensé que ellos seguían teniendo una alta opinión sobre sí mismos.

¿Pero entonces por qué se venden por relojes?

Pero es una cosa de ahora. Antes de la pandemia, investigábamos a los políticos por transar con Odebrecht.

Y por millones, además. Tenían todo un aparato, el respaldo de una compañía, con obras de por medio. Ahora aparecen personajes nuevos. Si habría que seguir la decadencia de nuestros corruptores, habría que empezar a pensar en personajes como Richard Swing. ¿Por qué pasa eso? No lo sé. Pero tiene que ver con la pandemia, no sé cómo. Después de ella, hubo una rebaja general de todo.

¿Hasta de coimas?

Hasta de montos, sí. Catorce Rolex para un presidente de la República suena a poco. ¿Y qué haces con ellos? ¿Venderlos? No es una moneda de cambio. No puedes andar por el mundo con relojes comprando lo que necesites.

¿Cómo ve el ánimo político del país? Hace poco le dijo a Perú21: “El Perú no es izquierdas, pero está furioso”.

Hay diferencias entre ser de izquierda y estar furioso. ¿Sabe? Debería haber una rabia contenida, sería lo lógico, pero tenemos una capacidad de aguante increíble. Y la que está furiosa permanentemente es la derecha. Aunque es una cosa más focalizada, territorialmente y temáticamente.

¿Empezó a hacer periodismo en Caretas?

Sí.

Alguna vez comentó que su primera comisión fue recorrer locales partidarios que no tenían actividad política.

Sí, para las elecciones del 78. Conseguí la lista de los que se habían inscrito. Eran unos partidos absolutamente desconocidos.

Alguno funcionaba en una funeraria.

Sí, qué buena memoria. Esos datos están hechos para disolverse, para que solo los recuerde el autor, nostálgicamente. Pero sí, encontré un partido en una funeraria. Otro era el PAN, que era un viejísimo partido del Rímac. Y había otros. Eran los que se habían solicitado ser inscritos, pero no tenían vida partidaria. Ahora es más engorroso ese trámite. Tienen que demostrar varias cosas.

Son nuevas barreras.

Sí, aunque es como decir: Solo los que tengan formación universitaria deben ser congresistas. Son condiciones aparentemente lógicas, pero que tienen la misión de torpedear a otros representantes.

¿Piensa que votar es inútil?

Yo pienso que sí. Primero porque tienes que hacer unos acomodos casi dolorosos. La última vez fui, pero no voté.

Dejó en blanco la cédula.

Sí. Incluso pregunté si había personeros de los partidos, y les pedí que no se pusieran de acuerdo entre ellos…

… Para llenar la cédula.

Sí. La última elección fue Keiko o Castillo. ¿Qué haces ante una disyuntiva así? No podía votar por Keiko. Castillo no había mostrado todo lo que era, pero me desconcertaba mucho. Recuerdo que dijo algo sobre las mujeres y el ocio. Era una impertinencia, un sinsentido. Y ese era el mero comienzo. Ante posibilidades tan defectuosas, no tiene sentido ir a votar.

¿Y el 2026 hará lo mismo? ¿Dejará en blanco la cédula de votación?

No podría votar por Keiko. Sentiría que todo mi pasado, si alguno tengo, entra en contradicción. Soy un testigo de años, de todo lo que ha pasado. Yo suponía que Fujimori, cuando ganó, se iba a quedar un tiempo, no sospechaba que se iba a quedar tanto. Tuvo un momento de apogeo, luego vino toda la etapa de declinación, y hoy todavía sigue allí, moviendo sus naipes. Qué falta de vocación de Fujimori para levantar la mirada, para ver la pequeña escena en la que nos movemos. Él no podría llenar dos carillas con una definición del fujimorismo. ¿Quiere seguir en escena con qué? ¿La última de Petro, lo del narcoavión? Se sostiene sobre babas.

¿Y cómo ve a la izquierda después de Pedro Castillo?

Casi disuelta. Pero la izquierda estuvo muchos años sin llegar al poder. La izquierda es más un nombre, un temor de algunos. Mientras existió gente como Barrantes o Malpica o Diez Canseco, produjo personajes para la historia, para el anecdotario, pero una real fuerza nunca la ha tenido.

Periodista formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es editor y reportero del suplemento Domingo de La República. También ha publicado en el diario El Tiempo de Colombia y La Tercera de Chile. Fue reportero de la sección política de este diario. Tiene un blog sobre fantasía (cuervosobrepalas.wordpress.com) y otro en el que comenta su trabajo periodístico (cambiodetitulares.wordpress.com)