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Un susto en la banca mundial

La caída del Silicon Valley Bank resucitó los peores recuerdos de la crisis financiera de 2008. Esta vez, felizmente, no fueron los ahorristas los principales perjudicados.

IMPORTANTE. Era el número 16 en tamaño en los EEUU y sus principales clientes eran startups tecnológicos.
IMPORTANTE. Era el número 16 en tamaño en los EEUU y sus principales clientes eran startups tecnológicos.

Entre el miércoles 8 y el viernes 10 de marzo, hubo miedo en los mercados financieros de los Estados Unidos.

Primero, miedo entre los clientes del Silicon Valley Bank, el decimosexto banco más grande de ese país, especializado en financiar a empresas tecnológicas o startups de la costa oeste.

Cuando el miércoles 8, el Silicon anunció que necesitaba recaudar US$2,500 millones para cubrir pérdidas acumuladas, sus clientes
temieron un inminente colapso, entraron en pánico y comenzaron a retirar sus fondos. Para el día siguiente habían sacado casi US$42,000 millones, con lo que dejaron al banco en una situación totalmente insostenible.

Entre el jueves y el viernes, el miedo cundió en el resto de actores financieros. Después del Silicon otras entidades financieras empezaron a perder liquidez, como el Signature Bank, el First Republic y el Western Alliance.

Para el mediodía del viernes, el Silicon Valley Bank había quebrado. Las autoridades federales tomaron el control. La Corporación
Federal de Seguros de Depósitos fue nombrada administrador judicial de los casi US$175 mil millones en depósitos de sus clientes.

Aunque las cosas empezaron a calmarse, el nerviosismo se mantuvo hasta el domingo, cuando las autoridades aseguraron públicamente que ningún ahorrista perdería su dinero y que ninguna pérdida por la quiebra del banco sería cargada a los contribuyentes.

Al día siguiente, el presidente Joe Biden salió públicamente a asegurar que todo estaba bajo control, que el sistema bancario estadounidense estaba a salvo y a remarcar que ningún cliente se quedaría sin recuperar su dinero.

En cierto momento, Biden se dirigió a los inversores y les dijo que esta vez, a diferencia de lo que ocurrió durante la crisis de 2008,
no serían protegidos: “Asumieron un riesgo y cuando el riesgo no rinde, los inversionistas pierden su dinero. Así funciona el capitalismo”.

Un gran vacío

¿Cómo llegó el Silicon Valley Bank a esta situación? Los analistas señalan que se conjugaron dos factores: la caída del valor de las acciones de las empresas tecnológicas, sus principales clientes, y la subida de los tipos de interés que se decretó en los EEUU para hacer frente a la inflación.

Las startups tecnológicas no están pasando por un gran momento y no están consiguiendo atraer a los inversores de riesgo como lo hacían antes debido al difícil contexto económico internacional (pandemia, guerra en Ucrania, etc.). Por esta razón, han esta-
do retirando dinero de los bancos con el fin de financiar sus gastos.

Por otro lado, el Silicon había comprado una gran cantidad de bonos de renta fija y con la subida de los tipos de interés, los precios de los bonos se vinieron en picada. Comenzó a venderlos a pérdida, salió a buscar los US$2,500 millones que necesitaba para cubrir sus deudas y… fue el inicio del fin.

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En su caída, el Silicon Valley Bank solo se llevó a otro banco, el Signature, pero, a diferencia de lo que ocurrió en 2008, no hubo el “efecto contagio” que se temía. Y si bien hubo un “rescate”, esta vez no fue a los banqueros ni accionistas sino a los depositantes.

Según el sitio web Bloomberg, la quiebra del Silicon deja un gran vacío para las startups tecnológicas, no solo de los EEUU sino también de Latinoamérica. Esta institución, de más de 8.000 empleados, era una de las pocas opciones que estas compañías tenían para acceder a productos financieros. De acuerdo con la plataforma de datos PitchBook, en este momento hay unas 400 startups latinas en busca de un banco para abrir sus cuentas. Las que lo tienen más difícil son las que están en etapa de semilla, carentes de un historial crediticio importante.

Reportero. Comunicador social por la UNMSM. Especializado en conservación, cambio climático y desarrollo sostenible. Antes en IDL Reporteros y Perú.21. Premio Periodismo Sustentable 2016. Premio Especial Cáritas del Perú. Finalista del Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación 2011.