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Domingo

Rosella Di Paolo “Yo espero al poema,no tengo apuro para publicar”

Este año empezó con muy buenas noticias para Rossella di Paolo (Lima, 1960). En enero, el Ministerio de Cultura la nombró Personalidad Meritoria de la Cultura, y la semana pasada La Casa de la Literatura la distinguió con su premio anual por toda su obra. Con cinco libros publicados, Rossella es reconocida como una de las más importantes voces de la poesía peruana. Recuperada de un tumor cerebral, hoy sigue escribiendo y recorriendo en bicicleta los malecones que miran al mar, una presencia constante en su escritura.

Rossella en su casa.Estudió en la PUCP y es parte de la generación del 80.
Rossella en su casa.Estudió en la PUCP y es parte de la generación del 80.

La silla en el mar, tu último libro, se publicó quince años después del anterior. ¿Por qué ese paréntesis tan grande? •

Salió en el 2016. El anterior había sido Tablillas de San Lázaro, de 2001. Después de Tablillas… estuve como cinco años bloqueada, y de repente entró con mucha fuerza el personaje de Bartleby, creado por Herman Melville, un oficinista muy aplicado con sus cosas, que después ya no quiere hacer nada. “Preferiría no hacerlo” es su frase emblema. Comencé a escribir sobre él, y fue como una línea que uno va siguiendo. Y de pronto también se metió otro personaje de Melville que es Ahab (protagonista de Moby Dick). Y dije: “Ya, lo dejo entrar. Porque va a crear un contrapunto interesante”.

• Uno es contemplativo, apático, y el otro pura acción.

• Una acción demoníaca, obsesiva, tanto como el otro que no quiere hacer nada. Eso me interesaba. Dos extremos. Yo me quedé viviendo con esos dos personajes diez años. De paso me releí toda la obra de Melville. Se podría decir que es una tesis. La silla en el mar fue un trabajo muy meticuloso.

Melville dijo en MobyDick que Lima era la ciudad más extraña y triste que se podía ver. ¿Cuál es tu relación con Lima?

• Mi relación con Lima es extraña, porque nos vuelve un poco como abotagados, pero viajando a otras ciudades me di cuenta de su vitalidad. Es una ciudad de color, de gentes distintas, de culturas diferentes. Cuando regreso a Lima de otras ciudades, me doy cuenta de que es una ciudad vibrante. Y además tiene mar.

• Haz contado que este libro, La silla en el mar, te salvó, literalmente, la vida.

• A nivel creativo me vertebró durante diez años. A nivel personal, Melville era neoyorquino y tengo una amiga que enseña en la Universidad de Nueva York, que es Mariela Dreyfus. Yo le contaba lo del libro. Y ella me decía: “Tienes que venir a Nueva York para que hables sobre Melville, sobre tu libro”. Y cuando salió, me invitó a hablar sobre él. El viaje de ida y el de vuelta significó que un tumor que tenía en la cabeza se inflamara, y no me acuerdo cuando me bajé del avión en Lima. Mi esposo me llevó a la clínica, me hicieron una tomografía y se dieron cuenta que tenía un tumor –benigno– y me lo extirparon. Estuvo creciendo durante años. Pero todo salió bien. Por la invitación se precipitaron los síntomas y me operaron a tiempo, antes de que siguiera creciendo silenciosamente.

• A partir de ahí le temes menos a la muerte.

• Antes le temía más. Las dos semanas posteriores a la operación, no las recuerdo. Yo llegué a Lima el 26 de abril y he despertado en cuidados intensivos el 9 de mayo. En el interín, no me acuerdo. Y digo, bueno, quizá la muerte sea así. De repente no estás en ningún lado. Es no tener conciencia y ya está.

• Para ti la poesía no es una pausa, es más una situación angustiante...

• Es las dos cosas. Porque por un lado es una tabla y te agarras de esa tabla; por otro, no te puedes quedar en ella, tienes que avanzar. Hay poemas que vienen rápido y hay otros tercos. Yo también soy terca y espero al poema. Hasta que no encuentre lo que yo quiero, no paro, así me demande días, semanas, años inclusive. No tengo apuro para publicar.

• Supongo que tienes poemas inéditos y quizá haya un libro más adelante.

• Sí, tengo cosas, pero todavía no es orgánico. Me gusta que los libros vayan alrededor de un tema. Por ejemplo, mi segundo libro, Continuidad de los cuadros, ahí la pasión fue Paul Gauguin, que me encanta. Tiene un epígrafe: “Me planteo un problema que me deja perplejo: ¿dónde empieza la ejecución de un cuadro? ¿Dónde termina?”. Lo mismo pasa con un poema. Puede ser el mismo poema que lo escribes hace años de diferentes maneras.

• En los 80 se hablaba de poesía femenina peruana, ahora se habla de poesía a secas. ¿Ha habido un avance? • Por lo menos eso es lo que esperamos. Para qué andar haciendo ese distingo. El espectro es más amplio. A mí no me molestaría que me comparen con poetas varones. Pero creo que las generaciones más jóvenes ya están más mezcladas con sus colegas hombres.

En los 80 apareció una generación importante de poetas mujeres. Ahí estuviste.

• Mi generación fue la primera generación donde hubo tantas poetas. Esa fue la novedad. En otras generaciones, como la de Blanca (Varela), eran todos hombres y ella. En la nuestra estaban Rocío Silva Santisteban, Mariela Dreyfus, Patricia Alba, Giovanna Pollarolo, Dalmacia Ruiz Rosas, Patricia de Souza. La misma Carmen Ollé, que era de una generación anterior, estaba con nosotras. En narrativa Pilar Dughi, Mariella Sala. Nunca había habido tantas mujeres. Y llamaba la atención. Y era, como quien dice, el boom de la poesía femenina. Y nos hacía gracia, porque yo creo que la poesía no tiene género. Eso sí, reconozco que fue importante.

• Y hablando del empoderamiento de las mujeres y su lucha actual en defensa de derechos y espacios ¿cómo ves todo este proceso?

• El Perú siempre ha sido un país machista. La idea de la fuerza del hombre, hoy ya no es así, hoy todo el mundo trabaja apretando botones, ya el hombre no tiene que ir a matar al mamut. Toda esa masculinidad mal entendida no tiene mucho sentido. Hay personas que no aceptan que una mujer sea capaz de decirle “ya no te quiero”. Creen que la mujer es una cosa suya, que si no es suya, no es de nadie. Y mientras las mujeres buscan su espacio, parece que eso los hubiera incitado más a la violencia.

• En enero te nombraron Personalidad Meritoria de la Cultura y ahora llega este premio de la Casa de la Literatura. ¿Cómo te sientes con estas distinciones?

• El de Personalidad Meritoria me enteré a través de Rocío (Silva Santisteban). Cuando me llamaron del Ministerio de Cultura, ya lo sabía. Lo de la Casa de la Literatura, me citaron para conversar sobre unos proyectos literarios en un café y ahí me lo dijeron. Fue emocionante.

• Como dices en uno de tus poemas, sigues viviendo en la casa de la poesía...

• Sigo viviendo, “subiendo y bajando las escaleras”, como dice en el poema.