Domingo

El mensaje de Greta

Ni si es blanca o muy niña o si tiene dinero. El barullo en redes sociales en torno a Greta Thunberg está haciendo que perdamos de vista lo central de su mensaje: los gobiernos deben dejar las excusas y actuar cuanto antes para reducir las emisiones de GEI. El plazo para cambiar el rumbo vence el 2030.

Swedish environment activist Greta Thunberg speaks at a climate protest outside the White House in Washington, DC on September 13, 2019. - Thunberg, 16, has spurred teenagers and students around the world to strike from school every Friday under the rallying cry "Fridays for future" to call on adults to act now to save the planet. (Photo by Alastair Pike / AFP)
Swedish environment activist Greta Thunberg speaks at a climate protest outside the White House in Washington, DC on September 13, 2019. - Thunberg, 16, has spurred teenagers and students around the world to strike from school every Friday under the rallying cry "Fridays for future" to call on adults to act now to save the planet. (Photo by Alastair Pike / AFP)

"¿Cómo se atreven?".

Quienes todavía no conocían a Greta Thunberg probablemente se sorprendieron al ver el pasado lunes a esta muchacha, de solo 16 años, de trenzas largas y expresión azorada, plantada en el edificio de las Naciones Unidas de Nueva York, en el centro del poder global, interpelando airada, emotivamente, a los líderes del mundo.

“Me han robado mis sueños. Me han robado mi infancia con sus palabras vacías”.

Quienes sabían de ella, no esperaban menos. Desde que cobró notoriedad, a mediados del año pasado, por liderar huelgas estudiantiles por el clima en su ciudad, Estocolmo, y, luego, en decenas de otros países, Thunberg ha venido reprendiendo a los poderosos por no hacer todo lo necesario para enfrentar la crisis climática.

Esta semana, la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, convocada por el secretario general, António Guterres, la vio brillar. Con su emotivo discurso, la adolescente le robó los titulares a líderes como Angela Merkel y Emmanuel Macron.

Pero tanta atención provocó varios problemas. Por un lado, hubo gente que relativizó su voz como defensora del planeta subrayando su condición de mujer blanca y con privilegios –como si ella no hubiera sido la primera en señalarlos–, o la caricaturizó por su trastorno –es Asperger–, o la presentó como una títere de poderes ocultos.

Por el otro, todo este debate en redes sociales y medios en torno a la “autenticidad” de Thunberg hizo que al ciudadano común se le perdiera lo central de su mensaje.

Porque si bien sus discursos son llamados a la acción antes que pedagogía de la crisis, contienen denuncias y demandas específicas a los gobernantes.

A continuación, las claves del mensaje de Thunberg a las que debemos prestar atención (antes que a su pelo o a su billetera).


REDUCIR LAS EMISIONES YA

“Hoy usamos 100 millones de barriles de petróleo todos los días. No hay política para cambiar eso. No hay reglas para mantener ese petróleo en el suelo”, les reclamó Thunberg en diciembre pasado, en Katowice, Polonia, a los gobernantes del mundo en la COP24.

Su principal exigencia es que ellos adopten cuanto antes medidas extremas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Y en este punto no cree en términos medios. “O hacemos eso o no lo hacemos. [Ustedes] dicen que nada en la vida es blanco o negro, pero eso es una mentira, una mentira muy peligrosa. O evitamos un calentamiento de 1.5 grados o no lo hacemos. O evitamos desencadenar esa reacción en cadena irreversible, más allá del control humano, o no lo hacemos. O elegimos continuar como civilización o no lo hacemos”, les dijo, en enero, a los líderes reunidos en el Foro Económico Mundial, en Davos.

En agosto, miembros de varios países de Fridays For Future, el movimiento que lidera Thunberg, lanzaron una declaración climática en la que enumeraban exigencias más específicas: reducir gradualmente las emisiones a partir de 2020 y llegar a emisiones cero netas para 2030; reducir el consumo de energía; estimular el transporte sostenible e invertir más en energías renovables para garantizar una energía libre 100% de carbono para 2030.

Un segundo punto central del mensaje de la joven activista es que los gobiernos no están haciendo nada realmente relevante para enfrentar la emergencia. Y eso porque muy poca gente está tomando esta crisis como lo que es: una crisis.

“No hay reuniones de emergencia ni titulares ni noticias de última hora. Nadie está actuando como si estuviéramos en una crisis. Incluso, la mayoría de los científicos climáticos o políticos ecológicos siguen volando alrededor del mundo, comiendo carne y lácteos”, se quejó en la charla TED que ofreció a finales de año pasado en Estocolmo.

En un mensaje en video previo a su participación en el Foro de Davos, fue aun más amarga. “Algunas personas dicen que no estamos haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático. Pero eso no es verdad. Porque para “no hacer lo suficiente” tienes que hacer algo. Y la verdad es que básicamente no estamos haciendo nada”.

Es por esa razón que sus discursos son provocadores y buscan incomodar a su audiencia de poderosos. Y por eso fue que se dirigió a los asistentes a Davos con tal crudeza: “Quiero que entres en pánico, quiero que sientas el miedo que siento todos los días. Y luego quiero que actúes, quiero que actúes como si lo hicieras en una crisis. Quiero que actúes como si la casa estuviera en llamas. Porque así es”.


CIENCIA Y EQUIDAD

Una de las ideas que más repite Thunberg es que los líderes no deberían escucharla a ella. A quienes deberían escuchar es a los científicos. Porque los científicos ya han hablado. Tenemos hasta el año 2030 para hacer los cambios necesarios en las economías del planeta que impidan que la crisis supere el punto de no retorno, según el informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) difundido en octubre del año pasado.

“Según el IPCC, estamos a 12 años de no poder deshacer nuestros errores. En ese tiempo, deben haberse producido cambios sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad, incluida una reducción de nuestras emisiones de CO2 en al menos un 50%”, señaló en su presentación en Davos.

La adolescente lleva la cuenta de la masa de CO2 que podemos expulsar como máximo a la atmósfera antes de 2030: 420 gigatoneladas, según los cálculos que difundió el IPCC. Si emitimos más, las consecuencias serán terribles. En julio pasado, en la Asamblea Nacional de París, dijo que para ese momento ya solo podíamos emitir menos de 360 gigatoneladas. Y que el capital se reducía cada vez más.

“Y ni una sola vez, ni una sola vez, escuché a ningún político, periodista o líder comercial mencionar estos números. Es casi como si no supieran que existen, como si ni siquiera hubieran leído los últimos informes del IPCC de los que depende el futuro de nuestra civilización”, les espetó.

Finalmente, a ella, a la que en los últimos días le restregaron sus privilegios de adolescente rubia y nórdica, con memes en los que su “sufrimiento” era comparado con el de niños de la calle de Venezuela o África, nunca se le pasó por la cabeza que las culpas y las responsabilidades fuesen igual para todos.

Thunberg ha insistido en que los países que tienen mayor responsabilidad en la crisis deben fijarse las metas de reducción más ambiciosas. “Los países ricos, como el mío, necesitan reducir las emisiones a cero, dentro de 6 a 12 años con la velocidad de emisión actual, para que las personas en los países pobres puedan mejorar su nivel de vida construyendo la infraestructura que ya hemos construido. Porque, ¿cómo podemos esperar que países como India, Colombia o Nigeria se preocupen por la crisis climática si a nosotros, que ya tenemos todo, no nos importa nuestros compromisos reales con el Acuerdo de París?”.