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Desbloquear la creatividad: escritores cuentan sus procesos para concebir obras

La escritura automática, los cadáveres exquisitos y los collages son diferentes mecanismos que muchos autores aplican en su proceso creativo. Te contamos más sobre los diversos métodos.

El surrealismo buscaba explorar todas las formas posibles de creatividad, especialmente aquellas que exploraban el inconsciente. Foto: Cadáveres  exquisitos/Composición/Museo Reina Sofía
El surrealismo buscaba explorar todas las formas posibles de creatividad, especialmente aquellas que exploraban el inconsciente. Foto: Cadáveres exquisitos/Composición/Museo Reina Sofía

Enfrentarse a la temible ‘hoja en blanco’ puede ser una de las batallas más difíciles que afronta un creador. No hay un método fijo para salir de un bloqueo creativo, pero a lo largo de los años, se han inventado algunas técnicas que pueden ayudar a que las ideas vuelvan a navegar por la mente.

Para estimular la imaginación, en 1925, los surrealistas inventaron un juego de salón: los cadáveres exquisitos. Estos consistían en que todos los presentes dibujaran o escribieran lo que se les ocurriera en ese momento en un papel que iba pasándose entre todos, siempre sin que la persona supiera qué había colocado la anterior. De esta forma, cuando todos los asistentes habían hecho su aporte, se expandía el papel y ante los ojos de todos se revelaban una serie de combinaciones de todo tipo: una creación colectiva.

Otra técnica literaria para reconectarnos con nuestro lado creativo es el Cut Up—que cobró importancia en los años 50 luego de ser redescubierta por el pintor y escritor Brion Gysi —que consiste en usar fragmentos de varios textos al azar y juntarlos para crear algo nuevo y original. Este método ha inspirado a grandes escritores como William Burroughs e incluso a músicos como David Bowie y Kurt Cobain para componer las letras de sus canciones.

Así como el apropiacionismo o la creación colectiva, muchos autores usan diferentes métodos para componer sus obras. La República conversó con tres poetas peruanos contemporáneos sobre los procesos para concebir sus poemarios.

María Belén Milla Altabás

Autora de los poemarios Archipiélago (Celacanto, 2016) y Amplitud del mito (Alastor Editores, 2018). Asimismo, es coautora del libro Había una vez una peruana (Xilófono, 2018). Algunos de sus poemas han sido incluidos en antologías del Perú y Latinoamérica. Además, ha obtenido mención honrosa en el concurso El Poeta Joven del Perú, en sus ediciones 2017 y 2020.

Foto: Alastor editores

Foto: Alastor editores

¿Cómo surge la idea para el poemario Amplitud del mito?

Amplitud del mito surge desde un concepto previo marcado y dirigido que tenía desde hace tiempo dándome vueltas: la posibilidad de reescribirme a mi misma y de reescribir el mundo en el que me encuentro, y así crear estos mitos personales. De esta forma, parte desde la idea de que uno explica su lugar en el mundo a partir de sus recuerdos, de las relaciones familiares que forja y cómo hacían las culturas antiguas, de crear estos mitos fundacionales, quise fundarme a mi misma con esta mitología personal.

¿Cómo se va componiendo el poemario?

Lo que hago en este libro es reconstruir recuerdos que tengo y que en verdad no sucedieron así. Es un libro que parte de la mentira, una narrativa que no coincide con la realidad, ya que busca reescribirla. No se puede cambiar lo que pasó, entonces, lo único que nos queda es la reescritura. De esta forma, gira también alrededor de la idea del fracaso: que se fracasa constantemente al enfrentarnos con nosotros mismos.

¿Cuáles son algunas de tus técnicas de creación?

Una de mis técnicas favoritas es el collage, extraigo frases o palabras que escucoó en la calle o alguna imagen en una película, y, a partir de eso, construyo. Soy una persona muy visual, me alimento de pinturas y fotografías más que de conceptos, como El Bosco, Pieter Brueghel y Diego Velázquez. Lo que me encanta es cuando estas obras de arte, en cualquiera de sus formas, me transportan, me evocan sentimientos, me hacen sentir cosas. También veo muchas películas del neorrealismo italiano y la Nouvelle Vague francesa, trato siempre de educarme en estas otras formas de expresión verbal y artística. Además, veo documentales, sobre todo científicos y de arqueología.

José María Salazar Núñez

Poeta peruano que ha publicado los libros Tartamudo (2018, Paracaídas), El fútbol no es una metáfora (2019, Colecciones Underwood – PUCP ), San Francisco (2020, Personaje Secundario) y Cántame algo nuevo (2021, Editorial Liliputienses), poemario ganador del III Premio de Poesía Joven Centrifugados.

Foto: Personaje Secundario

Foto: Personaje Secundario

¿Cómo fue el proceso de escritura de San Francisco?

Tenía claro que quería que San Francisco recolectara fragmentos que no fueran de mi autoría y sabía que buscaba un juego con el ‘yo’ y con la metatextualidad. Para ese momento ya tenía escogidos algunos de los fragmentos que usaría y, sobre todo, sabía cuáles eran los territorios que quería explorar: mis propias relaciones familiares, amicales o amorosas. También, habían determinados fragmentos, frases o videos que veía en internet y que me parecía que encajaban de un modo adecuado con el flujo del libro. Así que, mientras iba escogiendo esos fragmentos que no eran de mi autoría, iba manejando y entendiendo cómo poder poner los que sí eran míos.

¿Cuáles son algunas de tus técnicas de creación?

El rizoma es un concepto que me interesa mucho, pero que en realidad no me gusta utilizar como receta creativa. Dicho esto, la idea de la desjerarquización de la que hablan Gilles Deleuze y Félix Guattari cuando acuñan el concepto me parece muy interesante, como estos estratos de distintos ámbitos se pueden conectar sin la necesidad de una raíz y cómo todo va saltando de un lado a otro. Eso es algo que permea bastante en San Francisco, aunque suene pretencioso que lo diga. Algo que buscaba lograr con mi poemario es que todos los tipos de textos ocupen el mismo nivel discursivo.

¿Cuáles fueron tus influencias?

Yo no quería que San Francisco fuera clasificado como una novela o un poemario, sino que buscaba que fuera un flujo de información. Para eso me sirvió de inspiración el libro Y por mirarlo todo, nada veía de Margo Glantz, así como los libros La soledad del lector, Esto no es novela o Punto de Fuga de David Markson. También Nocilla Dream de Agustín Fernández Mallo. Además, directores de cine, como Chris Marker, porque me interesa la mezcla de géneros y de los registros cinematográficos con lo documental y lo testimonial. En general, me influenciaron estos textos, películas, música o pinturas que tuvieran esta desjerarquización: la capacidad de unir distintos estratos, discursos y realidades sin una estructura arbórea.

Victoria L. Mallorga Hernández

Autora del poemario Albión (Alastor editores, 2019) y de la plaqueta Absolución (2020), disponible online. Es editora asociada de Palette Poetry y asistente editorial de poesía de Redivider en Estados Unidos. Actualmente cursa un máster de Publicación y Escritura en Emerson College.

Foto: Alastor Editores

Foto: Alastor Editores

¿Cómo fue el proceso de escritura de Albión?

Al principio, Albión no era un poemario, era una serie de poemas que escribí en un blog personal. Fue un proceso muy autobiográfico, creo que es lo más personal que he publicado. La concepción del poemario surgió de todas las nociones de viaje, de moverse constantemente y no sentar raíces, así como de los mitos griegos. Una técnica que siempre me ayuda con lo que escribo es que soy muy hincha de crear algo y dejar que macere por un año y medio o dos. Siento que todo necesita un tiempo y cuando vuelves a ellas terminas de explorarlo y le crecen alas, picos, y entre otras cosas.

¿Cómo fue el proceso de escritura de Absolución?

Absolución surgió más de la ficción, quería escribir la historia de un chico que logra resucitar a su amante, pero al traerlo de vuelta éste ya no lo ama. Muchas veces, al momento de escribir poesía, tengo una imagen, una sensación y un conjunto de colores muy vívidos en mi cabeza que quiero que se transmitan en lo que escribo. En ese momento comencé a ver a más poetas hacer cosas gráficas, especialmente el trabajo de Fiorella Terrazas, que tiene varios fanzines publicados. Lo que yo quería hacer con el poemario era experimentar cómo otro lenguaje podía enfatizar la idea origen del poema o narrar algo paralelo al poema.

¿Cuáles son algunas de tus técnicas de creación y tus inspiraciones?

Lo que hago normalmente es escribir notas de todo e ir a museos. También me parece fascinante leer las reflexiones de los artistas sobre su propia obra, que a veces es muy distinta de lo que uno interpreta de la creación. A veces hago escritura rápida, pongo bandas sonoras de shows que me gustaron mucho, como con la serie tailandesa I told sunset about you, cuya versión instrumental me coloca en un espacio mental donde tengo ganas de escribir.