Alesia Lund sobre la controversia de la ESI en Perú: "No se trata de ideologías, sino de educación responsable"
La autora de '¿Qué más necesito saber?' aborda la sexualidad adolescente y la violencia sexual, en un contexto de debate sobre el reemplazo de la Educación Sexual Integral (ESI), y citando el feminicidio del policía Darwin Condori.
La Educación Sexual Integral (ESI) para niños incluye conceptos fundamentales como la biología, la reproducción, el desarrollo corporal, la menstruación, los métodos anticonceptivos y la diversidad sexual, estableciendo una base esencial para comprender la sexualidad. Sin embargo, ya adolescente, surge una pregunta clave: ¿qué más necesito saber?
Esta interrogante adquiere especial relevancia en el debate actual sobre la educación sexual en Perú. Y es que en octubre, la congresista Milagros Jáuregui (Renovación Popular) presentó el Proyecto de Ley N.º 9174/2024-CR, que propone eliminar la ESI de los contenidos curriculares de la educación básica a nivel nacional. La iniciativa se enmarca en una creciente polémica sobre las políticas de enfoque de género en la educación, avivada por movimientos antiderechos como ‘Con mis hijos no te metas’ (CMHNTM), que desde 2016 rechazan la inclusión de estas perspectivas en los programas escolares.
Ante este panorama, La República conversó con Alesia Lund, autora del libro ‘¿Qué más necesito saber?’, dirigido tanto a adolescentes como a padres interesados en abordar la sexualidad desde una perspectiva educativa. Esta obra, continuación de ‘Emma y yo’ y avalada por la ONG Amnistía Internacional, aborda temas más complejos, como el sistema sexo-género, la prevención de la violencia y la pornografía, aspectos fundamentales para una educación sexual integral que responda a los desafíos actuales.
Alesia, bienvenida. Cuéntanos, ¿qué te llevó a publicar esta segunda edición de ‘Emma y yo’?
Esta nueva edición complementa el libro publicado en 2021, donde introduje a los niños a conceptos básicos de sexualidad como biología, métodos anticonceptivos y diversidad sexual. Sin embargo, quedaron pendientes temas más complejos, pensados para adolescentes, como el sistema sexo-género, la prevención de la violencia, los estereotipos y la pornografía.
Como mamá de una niña de 13 y un niño de 8, mi intención era crear una herramienta que no solo informe, sino que también fomente conversaciones familiares sobre temas sensibles y, en muchas ocasiones, controversiales.
En Perú, la violencia contra la mujer es una problemática alarmante y un tema sensible en cualquier momento del año. ¿Cómo lo abordas desde un enfoque educativo?
El libro está diseñado para que los adolescentes puedan leerlo por sí mismos, pero también invito a los padres a hacerlo antes para que estén todos sintonizados. Esto fomenta el diálogo en casa, lo que considero fundamental para crear entornos seguros, pues querámoslo o no, nuestros adolescentes ya enfrentan temas como la violencia, los estereotipos y la discriminación, especialmente cuando no encajan en las expectativas sociales sobre lo que significa ser hombre o mujer.
Además, están expuestos a elementos como la pornografía o las implicancias de la sexualidad en el entorno digital, ya sea a través de redes sociales o mediante la interacción con desconocidos en plataformas de juegos. Estas son realidades presentes en la vida de nuestros adolescentes. La intención del libro es brindarles una base que les permita comprender y reflexionar sobre estas situaciones
La pornografía, que puede surgir en el viaje de los adolescentes por curiosidad, accesibilidad o como intento de aprendizaje, ¿contribuye a perpetuar la problemática de la violencia? ¿Cuáles son sus consecuencias en la actualidad?
Es un tema difícil, pero inevitable. El siglo pasado, comenzaba con revistas que conseguía el hermano mayor, el papá, el tío. Hacían cosa y media para conseguir estos materiales, y ahora están a dos clics de distancia. Yo sé que, y como mamá, es desesperante, pero no podemos evitarla,
Los adolescentes están expuestos a la pornografía desde edades tan tempranas como los 9 o 10 años. En el libro explico de forma clara que la pornografía es material para adultos, no educativo, y que a menudo refuerza roles machistas, estándares irreales de belleza y una visión desequilibrada del placer sexual. Es importante que entiendan que no deben replicar esos patrones en su vida personal.
Durante generaciones los hombres han crecido aprendiendo del porno y ya sabemos el resultado de ahora, ¿no? La información es nuestra mejor herramienta de prevención.
Hablando de difusión de la información, el 11 de octubre en el Congreso de la República la congresista Milagros Jáuregui de Aguayo (Renovación Popular) presentó el Proyecto de Ley N.° 9174/2024-CR, que propone la eliminación de la ‘Educación Sexual Integral’ en los contenidos curriculares de la educación básica a nivel nacional y su reemplazo por la ‘Educación Sexual Científica, Biológica, y Ética’
La señora Jáuregui busca reemplazar la ‘Educación Sexual Integral’ (ESI) por una educación sexual “científica, biológica y ética”, pero, curiosamente, esos son precisamente los pilares. Este enfoque aborda temas reproductivos, el desarrollo del cuerpo y cuestiones éticas como las construcciones sociales del género. Además, fomenta relaciones interpersonales sanas, basadas en el respeto y libres de violencia.
Lo que ella realmente intenta es eliminar los temas más polémicos, como la diversidad sexual y el enfoque de género, que algunos sectores conservadores prefieren evitar porque los asusta. En realidad, este rechazo no tiene “sustento científico”; responde más a prejuicios, homofobia y transfobia.
¿Por qué es importante incluir temas de género y diversidad sexual en la educación?
Hablar de género y diversidad no se trata de imponer ideologías, sino de educación responsable, de cuestionar los roles sociales que limitan a las personas. La ESI les enseña a los niños que no deben conformarse a las expectativas de género impuestas por la sociedad, sino que pueden vivir de manera auténtica. Además, al abordar la diversidad sexual, se promueve una convivencia más inclusiva y respetuosa. Nadie debería sentirse obligado a cumplir con estándares que no lo representan o vivir una vida infeliz por miedo al rechazo.
¿Cómo responde la ESI a las preocupaciones de que "confunde" a los niños?
Esa idea es un mito. La ESI no confunde; protege. En países como Dinamarca o Finlandia, donde este enfoque lleva años implantado, no hay un aumento de personas homosexuales ni comportamientos supuestamente “confusos”. Lo que sí se ha logrado es retrasar el inicio de la vida sexual de los adolescentes y disminuir embarazos no deseados, gracias a que los jóvenes tienen información clara y basada en evidencia. En cambio, la falta de educación sexual deja a los niños vulnerables al abuso y la desinformación.
La congresista Milagros Jáuregui menciona que el “mal llamado enfoque de género” incorpora desde hace algunos años en los textos escolares unos links con “contenido inapropiado vinculado a relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, sexo grupal y hasta cómo practicarse un aborto seguro”
Lo que hace la ESI es proporcionar herramientas de prevención y empoderar a los adolescentes para tomar decisiones informadas. Por ejemplo, les enseña a reconocer y denunciar situaciones de abuso, identificar límites personales y comprender los riesgos asociados con la sexualidad.
Decir que la ESI fomenta relaciones sexuales tempranas es tergiversar su propósito. Al contrario, educar reduce riesgos porque los adolescentes entienden que ciertos temas son propios de la adultez y que deben manejarse con responsabilidad.
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¿Cuál es la relevancia de ajustar la ESI según la edad y el desarrollo de los adolescentes?
El inicio de la vida sexual es a los 16 años, pero en países de Latinoamérica se adelanta a los 13 o 14 años porque no conocen los riesgos. De acuerdo con el Instituto Guttmacher en 2017, solo el 9% de los estudiantes escolares recibió instrucción en cada uno de los 18 temas que aseguran un abordaje integral de la educación sexual. He visto muchas niñas en talleres de educación sexual que son víctimas de abuso y ni siquiera lo saben porque no identifican los tipos de violencia.
La ESI va de acuerdo a cada grado, a cada edad, a cada entendimiento, según la etapa de desarrollo en la que se encuentra la persona.
Como bien resaltas, y hablando de las niñas y mujeres, en tu libro le dedicas un capítulo a la ‘Cultura de violación’. En este analizas cómo la sociedad, de manera consciente o inconsciente, valida la violencia sexual. ¿A qué te refieres?
El tratamiento mediático de casos como el feminicidio cometido por el policía Darwin Condori tiende a perpetuar la cultura de violación al enfocar la responsabilidad en la víctima. Cuando se resalta que "la chica entró al departamento", se perpetúa la idea de que las decisiones de la víctima son el principal factor del crimen, invisibilizando el comportamiento violento del agresor. Esto no solo refuerza estereotipos dañinos, sino que desvía la atención de las verdaderas raíces del problema: el machismo estructural, la falta de empatía y el desconocimiento de conceptos fundamentales como el consentimiento.
Un agresor no es violento con todo el mundo: un hombre que golpea a su pareja o a sus hijos no suele golpear a su jefe o a un desconocido. Esto demuestra que la violencia es una elección, no un impulso incontrolable, y es también un comportamiento aprendido. En este sentido, la educación sexual integral juega un papel crucial no solo al prevenir la violencia al enseñarnos a identificarla, sino también al educar sobre cómo no ejercerla.
¿Cómo evidencia este feminicidio, cerrado con la muerte de Darwin Condori, las fallas en el sistema de prevención y justicia?
La muerte del agresor no resuelve nada; al contrario, plantea preguntas sobre cómo un individuo con antecedentes pudo llegar a este punto o por qué la policía insiste en no recibir denuncias.
Este tipo de tragedias expone no solo la ineficacia del sistema de justicia, sino también la falta de estrategias de prevención. Si desde una edad temprana se enseñara a las personas a identificar comportamientos tóxicos, expresar emociones y construir relaciones saludables, casos como este podrían prevenirse.
¿Podría una educación sexual integral contribuir a disminuir los feminicidios? ¿De qué manera?
Sí, absolutamente. Una educación sexual integral no se limita a enseñar biología; abarca valores, empatía, entre otros. Además, nos ayuda a comprender cómo el concepto de género está en la raíz de muchas formas de violencia. Esta educación enseña a construir relaciones interpersonales sanas, basadas en el respeto mutuo y la comunicación.
Si desde una edad temprana enseñáramos a cuestionar los roles y estereotipos de género, a respetar los límites de los demás y a reconocer las dinámicas de poder, estaríamos sembrando las bases de un cambio cultural profundo. Por ejemplo, en mi libro abordamos cómo las relaciones saludables se sostienen en la comunicación y el consentimiento mutuo. A lo largo de varios capítulos, también exploramos cómo el género puede ser un factor que genera diferentes tipos de violencia y, lo más importante, cómo identificarlas y detenerlas a tiempo.
¿Cómo puede la ESI contribuir a la construcción de una sociedad más justa y segura?
Una de las lecciones más importantes que ofrece la educación sexual es enseñar a los niños y adolescentes —especialmente a los varones— a respetar límites, entender y valorar el consentimiento, y, en última instancia, a elegir no ser violentos. Este aprendizaje transforma la forma en que se relacionan con los demás y consigo mismos, plantando las bases para una sociedad más justa y segura.
¿Cuál sería tu mensaje final para los padres que buscan educar a sus hijos en temas de sexualidad de manera más consciente y responsable?
Si puedo dejar un mensaje final, es este: todos los padres hacemos lo mejor que podemos por nuestros hijos, siempre con la mejor intención, porque los amamos más que nada en el mundo. Nuestros padres [generación baby boomers] también hicieron lo mismo, intentaron educarnos [generación X] de la mejor manera posible.
La diferencia con las generaciones anteriores es que, ahora, nosotros, los cuarentones y treintañeros con hijos más pequeños, tenemos mucha más información que las generaciones previas. No podemos seguir repitiendo los mismos patrones y ocultando lo que es la sexualidad, exponiendo a nuestros hijos al peligro con la idea de que "aprendan por sí mismos". Sabemos que lo mejor es educarlos y acompañarlos en este proceso.
Lo que intenta este proyecto es ser una herramienta para los padres que quieren acompañar a sus hijos, desde niños hasta adolescentes y adultos jóvenes, en un ambiente en casa en el que podamos ser su red de apoyo, brindándoles herramientas para que vivan de manera más auténtica y libre.