La vanguardia sonora de Ale Hop sonará en Lima
Música experimental. Desde Berlín, la artista peruana Ale Hop visita su ciudad para dar un concierto este sábado en El Paradero.
Alejandra Cárdenas es una artista peruana que ha trascendido fronteras con su proyecto Ale Hop. Actualmente, vive en Berlín, en donde ha consolidado su presencia en la escena internacional. Su más reciente proyecto, Agua Dulce, en colaboración con la cajonera Laura Robles, destaca por la fusión de ritmos tradicionales afroperuanos con experimentación sonora. La artista ha regresado a Lima para dar un concierto este sábado 6 de enero en El Paradero (jr. León Velarde 982, Lince) a las 9 p.m. Abrirán la noche Prado, Ignacio Briceño y Paruro, y Silvana Tello.
-Cuéntame un poco de ti, no sé, para presentarte. ¿Quién eres tú? ¿Cómo es tu proyecto? ¿Hace cuánto vives en Berlín? Cuéntanos de este nuevo disco.
-Bueno, yo comencé en Lima, en los 2000. Tuve algunas bandas y algunos proyectos en Lima, pero luego en 2012 comencé a tocar sola con un proyecto experimental al que llamé Ale Hop. Toqué un par de años, saqué un álbum, y me fui a vivir a Berlín en el 2015. Al comienzo, mi proyecto era más postpunk, pero luego se fue volviendo cada vez más electrónica experimental.
-¿Tocas con banda o todo lo haces tú?
-Toco sola guitarra eléctrica y uso procesos de síntesis.
-¿Cuál es tu vínculo con Alemania?
-Me fui porque sentía que no había tanto interés en lo que estaba haciendo aquí en Lima.
-¿A qué crees que se debe eso?
-Creo que hay una falta de espacios físicos también, me refiero. No sé si haya cambiado...
-Bueno, hay pocos, como El Paradero o como el Espacio Amil, y obviamente es una música de nicho, ¿no?
-Sí, es una música de nicho. De hecho, creo que es un nicho que existe a nivel global. Lo ideal sería conectar con una movida un poco más global, lo cual es muy difícil en Perú.
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-¿Te parece que el Perú está desconectado? Es decir, no globalizado, o no cosmopolita…
Me parece que, por ejemplo, la labor de Luis Alvarado con su sello Buh Records no está para nada desconectada de la movida a nivel global. De hecho, está conectado con todos los espacios que existen allá y también con las bandas. En Sudamérica es un poco difícil conectar porque la distancia entre los países es grande. Los vuelos son caros y eso dificulta tener una escena sudamericana más unida o más fluida. Además, las políticas son muy cambiantes. Por ejemplo, en Brasil hay un par de festivales interesantes de música experimental, como Novas Frecuencias. Con el Gobierno de Bolsonaro, se dificultó su subvención. En Lima había el Festival de Integraciones, organizado por Telefónica, pero ya no existe. Fue una gran pérdida. Si empezasen a darse festivales importantes en la región, los músicos podrían moverse por esos circuitos. Las políticas latinoamericanas tan cambiantes lo hacen difícil.
-¿Cómo has sentido ese cambio al mudarte a Europa?
-Bueno, en Berlín no es que sea más fácil tampoco. Hay mucho. La competencia es muy fuerte. Es difícil pasar la barrera de tocar en venues o en bares, a tocar en festivales más grandes. Igual, creo que para conectar con las movidas más globales no es necesario mudarte. Veo muchos mexicanos que hacen tours por Europa sin problemas y regresan a México.
-¿Y sientes que allá te está yendo mejor en tu carrera como artista? ¿Experimentas una mayor acogida? Salir en The Guardian no es poca cosa…
-Sí, siento que hay bastante interés en lo que estoy haciendo, tanto sola como ahorita en proyectos como Agua Dulce que hice con Laura Robles, que es cajonera. Es importante mencionarlo siempre como un dúo, porque es de las dos.
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-Cuéntame un poco sobre Agua Dulce. ¿Hay algún vínculo con la playa?
-Sí, el vínculo está en que yo crecí en la bajada de Agua Dulce, en una de esas casas de esa zona de Chorrillos. Yo siempre la había visto tocar a Laura con grupos de jazz, pero nunca nos habíamos conocido realmente. Cuando me mudé a Alemania, descubrí que ella vivía allá. Nos conocimos casualmente en un festival, y empezamos a hablar. Hablando más y más, nos dimos cuenta de que vivíamos en la misma calle, la que baja a la playa. De ahí salió el nombre del disco. Nos dio curiosidad haber sido vecinas y nunca habernos conocido. Al mismo tiempo, nos gusta el contraste que tiene esa zona de Lima. Pasas desde la playa —que a veces puede ser muy bonita, pero también caótica— a las avenidas… Mucho contraste que nos gusta estéticamente. Es una estética más abrupta.
-¿Crees que el disco —el sonido que se ha buscado— tiene relación con esa estética de choque entre la playa y la ciudad?
-Sí, hay una relación. Hay un tema que se llama ‘Defensoras del morro’, que hace referencia a la avenida Huaylas. La estética del disco apunta a una suerte de caos interno. Laura ha investigado los ritmos afroperuanos desde siempre. Es su carrera. Lo que hemos hecho juntas es trabajar con base en ritmos tradicionales, pero construyendo sobre ellos. Trajimos el festejo y yo empecé a tratar de cambiar los ritmos, como procesando el cajón con efectos y quebrando un poco los sonidos o introduciendo otros. El resultado es algo que ya no funciona como festejo, pero que parte de este. Asimismo, hemos trabajado diferentes ritmos.
-Claro, un trabajo de deconstrucción del ritmo tradicional.
-Sí, a través del sonido y trabajando también con esta idiosincrasia de Lima, del caos…
-¿Cómo ves el uso de ritmos ‘tradicionales’ en la música contemporánea?
-Laura cuenta que en el folclore peruano hay cierta rigidez. Son ritmos un poco dogmáticos. Pareciese que solamente hay una forma correcta de tocarlos. Para nosotras fue interesante hacer lo contrario: intentar buscar nuevas cosas dentro de ellos.
-Sin duda es algo que falta, ¿no? ¿Crees que la identidad peruana, o el Perú, esté muy presente en tu música?
-Sí y no. En este disco por supuesto que hay esa búsqueda, pero tiene más que ver con las experiencias de Laura dentro del folclore y con mis ideas con respecto a cómo transmitir esas atmósferas, que la idea de rescatar la música afroperuana.
-Claro, no hay un discurso político detrás…
-No hay un discurso identitario. En mi proyecto de solista tampoco. Siempre habrá algo que me conecte con Lima, pero no hay un rollo de venderse como algo peruano. Lo peruano está ahí, pero para mí es mejor que simplemente esté ahí a tratar de venderlo. Si no, uno termina siendo World Music y no es mi idea para nada.
-¿Qué crees que diferencia tu música o si hay alguna diferencia en el circuito internacional de la música experimental? ¿Cuál dirías que es tu contribución o interés con la música experimental como género?
-Siempre me ha gustado experimentar con el sonido y ver hacia dónde lo puedo llevar. Al mismo tiempo, bueno, esos son procesos… Siento que es un género que se utiliza cuando no pueden explicar bien lo que haces, un poco un género ‘paraguas’. Me sirve como para poder explicar cuál es mi comunidad, cuál es mi nicho, pero en cuestión de estilo de música, no es que yo me siente y diga que voy a hacer música experimental. Simplemente, creo a partir de mi propio gusto, de mi búsqueda personal…
-¿Qué influencias crees que afectan tu música o en tu persona en general? No necesariamente musicales, sino de cualquier disciplina…
-La verdad que no me influencio mucho de música. Funciona más con imágenes. Siempre compongo pensando en imágenes.
-¿Bebes de las artes visuales?
-Pienso más en paisajes. O sea, en cómo suenan los diferentes lugares… Lima me influencia bastante. Como te decía antes, los contrastes en Lima siempre han llamado mi atención. En Alemania, me he dado cuenta de que es bastante especial lo que sucede en Lima, la cantidad de contrastes que existe. Desde que estás frente al mar y puede ser muy apacible hasta que estás en una avenida ruidosa. Ese tipo de cosas me llaman la atención.