Cultural

Haruki Murakami, visión de la sociedad moderna

Galardonado. El escritor japonés acaba de ganar el Premio Princesa de Asturias por la singularidad de su literatura y su alcance universal.

Haruki Murakami es destacado tras ganar el Premio Princesa de Asturias por ser un escritor que revela los grandes problemas que acarrean a la sociedad mundial. Foto: difusión
Haruki Murakami es destacado tras ganar el Premio Princesa de Asturias por ser un escritor que revela los grandes problemas que acarrean a la sociedad mundial. Foto: difusión

El Premio Princesa de Asturias de las Letras, así como el Nobel de Literatura, desde hace años le era esquivo. Siempre nominado y siempre postergado.

Pero le llegó el turno. El escritor japonés Haruki Murakami acaba de ganar el prestigioso galardón español con el que confirma que su obra, efectivamente, hace rato había alcanzado un valor planetario.

Precisamente, según el acta del jurado, el galardón le fue concedido por “la singularidad de su literatura, su alcance universal, su capacidad para conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental en una narrativa ambiciosa e innovadora”.

Sus obras no solo muestran la sociedad japonesa contemporánea, sino también enrostra los grandes problemas de nuestro tiempo. Y lo dice el jurado: su obra tiene la capacidad de exponer “los grandes temas y conflictos de nuestro tiempo: la soledad, la incertidumbre existencial, la deshumanización en las grandes ciudades, el terrorismo, pero también el cuidado del cuerpo o la propia reflexión sobre el quehacer creativo”.

Su voz —agrega el jurado— expresada en diferentes géneros ha llegado a generaciones muy distintas. Haruki Murakami es un gran corredor de fondo de la literatura contemporánea”.

Entre sus novelas, aparte de su emblemático Tokio Blues, se hallan La caza del carnero salvaje, El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, Baila, baila, baila, Kafka en la orilla, La muerte del comendador, 1Q84. Sus libros de cuentos: El elefante desaparece, Después del terremoto, Hombres sin mujeres, entre otros. Y ensayos como De qué hablo cuando hablo de correr y De qué hablo cuando hablo de escribir.

Ruta de vida

Haruki Murakami nació en Kioto, 1949. La vocación literaria le vino de familia, pues su padre, hijo de un sacerdote budista, y su madre, comerciante, enseñaban Literatura Japonesa.

Estudió Literatura y Teatro griegos en la Universidad de Waseda, en donde conoció a su esposa, con quien actualmente vive en una discreción casi imbatible para entrevistas. Pero cuentan que casi no iba a la universidad porque trabajaba en una tienda de discos y, no suficiente con eso, montó un bar con música de jazz.

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Su relación con Occidente fue desde una edad muy temprana, sobre todo con la literatura estadounidense, entre ellos, leyó a Truman Capote, que, como el autor norteamericano, se zambulló en el periodismo underground. Pero también recogió influencias de autores como Fedor Dostoyevski y Charles Dickens.

Todo ello nutrió su escritura y sensibilidad para recrear la sociedad japonesa que, como hemos dicho, al hacerlo también expone problemas de la sociedad moderna.

Como bien dice la escritora Berna González Harbour, en una columna en El País, anota que en su obra Murakami “ha relatado el vacío al que se enfrentan los jóvenes en una sociedad japonesa que les excluye de la vitalidad y el deseo más directos, que se lo pone difícil, que articula distancias físicas y mentales de difícil superación; ha retratado los abismos, la angustia, la dificultad del amor y el desamor rozando en ocasiones la atmósfera de lo distópico, lo irreal. Y ha trasladado al mundo una fotografía total del Japón contemporáneo que se ha impuesto a muchos otros relatos. Real o ficticio, no lo sabemos, pero como verdad literaria tiene el don de la autenticidad”.

Además de escritor, Murakami, como hemos visto, es un melómano. Y como escritor asocia el acto de escribir como un hacer una composición musical.

Más que aprender técnicas de escritura a partir de novelas de otros autores, tiendo a prestar atención al ritmo, las armonías, la improvisación libre y ese tipo de cosas”, declaró una vez.

Su melomanía, reseña EFE, queda patente en obras como Baila, baila, baila o la más reciente Matar al comendador (2017), donde la ópera Don Giovanni de Mozart actúa como banda sonora; así como en otros relatos y sus extensas referencias a los Beatles y a los Beach Boys, dos de sus bandas de cabecera.

Para Leonardo Padura, miembro del jurado del premio, la obra de Murakami “tiene una calidad incuestionable y ha conseguido comunicarse con lectores de todo el mundo y de distintas generaciones y ha arrojado luz sobre nuestras sombras y sobre nuestras luces”.

Palabras justas.

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