Con la colaboración de Ricardo Mc Cubbin y Omar Coca.
En un país sísmico como el Perú, Lima, la capital que alberga al tercio de la población, tiene un 70% de viviendas informales, por lo que son altamente vulnerables ante los sismos, advierte el ingeniero Miguel Estrada Mendoza, investigador del Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid).
El experto detalla que en Lima hay alrededor de 1,8 millones de viviendas, de las cuales poco más de 1,2 millones son informales. Esto no significa que todas colapsarían, precisa, pero sí es necesario evaluar las edificaciones para identificar cuáles deben ser reforzadas y así mitigar el daño ante un eventual sismo. “Estamos viendo que la tipología constructiva es bastante similar a la de Turquía”, sostiene. Este país, que acaba de atravesar un terremoto que ya ha cobrado la vida de al menos 12.000 personas y dejado a más de 54.000 heridos, también tenía edificios vulnerables.
Pero ¿en qué lugares se ubican las edificaciones construidas sin supervisión técnica? Estrada Mendoza sostiene que suelen ser en las laderas de los cerros de las zonas periféricas de Lima.
En esa línea, José García, vocero del Colegio de Arquitectos Regional Lima, precisa que algunos distritos donde hay más áreas de riesgo son, por el norte, Puente Piedra, Carabayllo, Comas, Independencia y el Rímac. Asimismo, en el sur están San Juan de Miraflores, a la espalda de La Molina y Surco; así como Villa María del Triunfo. En el caso del este, están Huaycán, en Ate; y San Juan de Lurigancho.
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García Calderón indica que, si bien el peligro es algo que no se puede impedir, como ocurre con un sismo de gran magnitud, sí es posible actuar sobre la vulnerabilidad. “La combinación del peligro más la vulnerabilidad es la que produce el riesgo”.
El arquitecto manifiesta que se tienen que realizar obras de mitigación para reforzar las edificaciones y las condiciones de los espacios públicos, porque si hay un desastre no habrá a dónde evacuar. También dice que debe haber vías seguras, rampas de acceso y de seguridad para que la ayuda pueda llegar.
Doble riesgo. Por su ubicación, además de un gran sismo, Lima podría enfrentar un tsunami. Foto: difusión
No obstante, para esto faltan recursos económicos, resalta Estrada Mendoza del Cismid. Una opción es el bono de reforzamiento que tiene el Ministerio de Vivienda. A través del Fondo Mivivienda, las familias pueden acceder a este beneficio que reforzará al menos un ambiente dentro del hogar, que suele ser la sala que colinda con el exterior de la edificación. “Se puede hacer un programa nacional de reducción de riesgo por sismo, el cual contemplaría un incremento al bono de reforzamiento. Esa es una solución”.
Otra opción es que participe la comunidad, comenta el investigador. Por ejemplo, en Colombia no se pagaron los impuestos prediales por algunos años con la condición de que esa familia invierta el dinero en el reforzamiento de su vivienda, sostiene Estrada. “Esto funcionó porque se tuvieron viviendas reforzadas, pero ahí también es muy importante la sensibilización de la población y eso debe hacer la municipalidad. Los gobiernos locales también tienen una responsabilidad muy importante porque son ellos los que gestionan el territorio dentro de su ámbito”.
En caso de que el costo del reforzamiento sea mayor al de una construcción nueva, debe proceder la reubicación de las personas, refiere García. Sumado a ello, señala que actualmente no existe un control de suelo. “Cada quien ocupa donde quiere y las municipalidades no tienen ninguna medida sancionadora y no tienen la capacidad para impedirlo”. Por lo que se debería corregir esto. Agrega que otro problema son las leyes que amplían los plazos de regularización de las edificaciones por parte del Congreso. Él considera que “ya tiene que ponerse una línea roja” porque afecta el interés general.
En ese sentido, Jesús Maldonado, alcalde de San Juan de Lurigancho, uno de los distritos más poblados, explica que tienen 10 zonas críticas si hubiese un terremoto, huaico o inundación. La preocupación es por la geografía y por las construcciones hechas en los últimos 20 años que no tuvieron inspección municipal, asegura. Para ello, han emitido una ordenanza que invita a los vecinos a regularizar su situación.
En el aire. Esta casa en SJL es un ejemplo de la informalidad. Foto: Omar Coca/URPI-LR
También busca advertir sobre el peligro que puede traer una edificación mal hecha y construir viviendas populares para las cuales ya ha tenido conversaciones con el sector privado. En un recorrido hecho por el distrito, un vecino sostuvo que los dueños de una casa, que podría caerse en cualquier momento, solo llegan para dormir. Dijo que no denuncia la construcción porque depende de los propietarios.
Vale mencionar que existe la norma E.030 de diseño sismorresistente, que define los parámetros para diseñar de forma correcta las edificaciones, teniendo en cuenta la probabilidad de que ocurra un sismo severo, las condiciones del suelo y el uso que se le dará a la edificación, recuerda Estrada Mendoza. Sin embargo, esta no ha estado presente en múltiples construcciones.
Cuando ocurre un sismo, aparte de la situación de las edificaciones, también influye el tipo de suelo del lugar. En el caso de Lima, algunas de las áreas “arenosas” están en el cerro Lomo de Corvina, en Villa El Salvador; los Pantanos de Villa, en Chorrillos; en La Molina, las laderas de los cerros en Comas, Carabayllo, San Juan de Lurigancho, San Juan de Miraflores, Ancón y Ventanilla, sostiene Estrada.
Por su parte, el presidente ejecutivo del IGP, Hernando Tavera, indica que en los suelos blandos las ondas sísmicas se amplifican; es decir, “amplifican el sacudimiento del suelo”.
En el Perú, donde hay un silencio sísmico de 270 años, según Estrada, la amenaza crece con las construcciones informales.
Al respecto, Miguel Yamasaki, director de Preparación del Indeci, dice que, de acuerdo a cálculos aproximados, en un gran sismo podrían fallecer 120.000 personas en Lima. Para mitigar el daño es necesario invertir en las medidas de reducción de riesgo ahora mismo, resalta García. “Debieron comenzar ayer. Todo el mundo se preocupa cuando hay un terremoto en un país vecino (…), pero luego pasa el desastre y nos olvidamos por completo (…). El riesgo es de todos los días, el riesgo no es cuando sucede el desastre, el riesgo es de ayer, hoy y mañana”.
El Sistema de Alerta Sísmica en Perú estaría listo recién el próximo año.
El presidente del IGP, Hernando Tavera, sostuvo que ya han terminado de instalar los sensores sísmicos a lo largo de la costa y falta que el Indeci coordine con los gobiernos locales y regionales la instalación de sirenas o bocinas.
Sin embargo, ante el anuncio del Indeci de que recién está empezando estas coordinaciones, el sistema de alerta estaría funcionando dentro de un año y medio. Esta labor debió haberse realizado en paralelo con el IGP, indicó Tavera.
Agregó que los sensores detectan y discriminan si el sismo es grande o pequeño. En caso de ser de gran magnitud, envía una alerta a un centro de control y esta se distribuye en el área urbana. ‘‘Cada segundo es importante’’, aseveró.
Miguel Estrada, investigador del Cismid
“Para que ocurra el desastre que ha habido en Turquía hay varios factores. No solamente es la magnitud del sismo, sino también el tipo de suelo y la calidad de la edificación de la construcción”.
José García, Colegio de Arquitectos
“Siendo realistas, habrá que pensar en reducir el riesgo estratégicamente en algunas áreas con los pocos recursos que hay, priorizar obras de mitigación y, probablemente, en algunos casos, reubicar”.